CAPÍTULO 4

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Hoy capítulo largo

Kate entró en la habitación de su hija, era una habitación de una auténtica princesa. Paredes rosas, muebles de color rosa más suave al igual que las cortinas. Llena de muñecos. Muñecos que Sophie decía que eran sus hijos.

Cada uno tenía un nombre y ella los cuidaba como si fuese su madre. Dándoles cariño, comida y paseos por el patio de su casa.

Cada día se llevaba una diferente al parque para que todos saliesen. También, los castigas si se portaban mal.

Ese pensamiento la hizo sonreír. Su pequeña de 3 años era la "mamá" de más de 15 muñecos a los que ella había tenido que "cuidar" más de una vez.

Con ese pensamiento se acercó a la cama de Sophie para despertarla.

-Cariño, despierta, tienes que levantarte, vamos.

Hoy es lunes y tienes que ir al cole -le decía suavemente a su hija mientras le quitaba los mechones rebeldes de su cara.

Sonrió al ver cuánto se parecía a ella. Sophie era una auténtica réplica de ella cuando niña, no solo físicamente sino también en el carácter.

- Cariño, Sophie, vamos -Kate besó su mejilla.

Cosa que hizo que la niña abriese los ojos y le sonriera a su madre mientras se desperezaba.

-Buenos días, cariño -la saludó Kate y le volvió a dar otro beso, esta vez, en la frente.

-Buenos días, mami. -Dijo con voz somnolienta.

Sophie se incorporó en la cama y estiró sus bracitos para que su madre la cogiese.

Beckett lo hizo con gusto y la niña le rodeó el cuello con sus pequeños brazos y le dio un sonoro beso en la mejilla. Kate rio ante eso.

La llevó hasta el baño para asearla y vestirla.

-Mami, -la llamó mientras le quitaba los enredos de su pelo castaño ondulado.

-Dime, cariño. -le respondió sin dejar de peinarla.

-¿Dónde está papá? -Aquella pregunta de su hija la había cogido de sorpresa.

La niña casi nunca hablaba de eso, pero últimamente lo hacía con bastante frecuencia, sobre todo desde que había comenzado las clases en el colegio.

-¿Por qué nunca viene a recogerme al colegio como a los demás niños ni vive con nosotras?

Kate seguía sin saber qué responderle. Por la sorpresa y el nerviosismo que le había causado la pregunta, había dejado de peinarla.

-¡Mami! -Exclamó para captar su atención.

Kate miró a su hija que la miraba con los ojos entrecerrados, un gesto típico de ella.

-Mmm... Cariño, ya hemos hablado de esto.

Papá no puede ir a recogerte ni vive con nosotras porque está trabajando en el extranjero, ¿te acuerdas?

La niña asintió un poco triste, esperaba otra respuesta.

-Sí -titubeó-

Y ¿cuándo va a regresar? Yo también quiero tener un papá con el que jugar como Zoe y Amy, sus nuevas amiguitas.

A Kate se le encogió el corazón. Seguro que sus amigos y sus compañeros de clases hablaban de cómo jugaban con sus papás, de sus regalos, veía cómo iban a llevarlos al colegio o a recogerlos y ella no podía alardear de nada de eso.

Que bonita la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora