CAPÍTULO 44

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Llegaron hasta la puerta del edificio de Kate, Rick se bajó y cargó a su amiga en sus brazos.

La llevó hasta su habitación y la acostó en su cama después de haberla cambiado, con el permiso de Kate.

-Gracias -le agradeció Beckett, que caminaba detrás de él por el pasillo de su casa.

-De nada. Es mi amiga. -Kate lo observó encogerse de hombros.

Los dos llegaron hasta la puerta de salida. Castle se giró. -Buenas noches -le deseó antes de darle de nuevo la espalda.

-Buenas noches, Rick. -Dio un paso más, estrechando la pequeña distancia que los separaba, casi pegando su pecho a la espalda de él. Sin pensar, para que sus miedos no se lo impidiesen, rozó sus dedos de su mano izquierda con la mano de él hasta terminar de darle la mano y apretar el agarre.

Notó cómo Richard se tensaba y luego suspiraba antes de agarrar con la otra mano la perilla de la puerta y abrir. Saliendo de allí sin mirarla, soltando suavemente el agarre. Poco a poco, hasta que la distancia no les permitió seguir cogidos de la mano.

XXX

Viernes 5 de diciembre

No había tenido más remedio que aceptar aquello. Había intentado oponerse de todos los modos pero allí estaba, en la presentación de sus libros traducidos al inglés.

Gina y Paula, su respectiva editora y publicista, lo habían obligado a acatar sus órdenes. Esa presentación estaba organizada para varios meses atrás, pero la muerte de su madre había hecho que la cancelara.

Su editorial se había enterado de que estaba pasando unos días en Nueva York y había aprovechado la oportunidad. Y allí estaba Richard Castle, saludando a los invitados e intentando hacer gala de su mejor sonrisa.

Kate, que se había enterado de casualidad de aquella presentación, no sabía si hacía lo correcto o no al asistir a dicha fiesta.

Después de aquel día en el hospital, Rick, había estado raro con ella. De pronto estaba frío y distante, como estaba algo amable. De vez en cuando, el escritor bajaba la guardia y era esos momentos los que ella debía de aprovechar para acercarse a él sin ser rechazada.

Sabía que Castle no quería asistir a aquel evento, lo había escuchado discutir por teléfono y, por eso mismo, se había decidido ir. Quería hacerle más amena la noche, intentar que no fuese tan malo como él pensaba. Estar ahí para él. Aunque, en el fondo, no sabía si era buena idea. Además, Richard no la había invitado, pero había tirado de uno de sus contactos.

Cuando entró, por fin, a la sala donde se celebraba la fiesta, divisó a lo lejos a Richard. Parecía molesto y soltaba una copa vacía para coger otra llena. Ahora que lo tenía en frente le daba miedo enfrentarlo. La idea de salir de allí tal y como había entrado antes de que él la viese, apareció en su mente. Pero era demasiado tarde. Vio cómo el escritor se acercaba a ella a paso ligero, con cara de no hacerle mucha gracia su presencia en aquel sitio.

-¿Qué haces aquí? -le preguntó con voz molesta.

-Me enteré de...

-No me vengas con excusas, Kate,... ¿qué haces aquí? -inquirió.

Beckett tragó saliva antes de contestar pero una voz a su espalda hizo que cerrase la boca antes de emitir algún sonido.

-¡Ricky! -exclamó un hombre poco mayor que ella. -¿Cuánto tiempo sin verte? -el recién llegado golpeó amistosamente la espalda del escritor.

El rostro de Castle se suavizó. -¡Tom! -lo abrazó como saludo.

Kate aprovechó ese momento para escabullirse y mezclarse entre la gente. Estaba nerviosa, sabía que Rick la buscaría y no sabía que sería peor, si irse antes de hablar o esperar a hacerlo. No debería de haber ido. Todo lo poquito que había logrado avanzar con él en sus momentos de flaqueza, lo había estropeado presentándose allí.

Un rato más tarde, vio cómo un grupo de chicas se acercaban a su exnovio y comenzaba a contonearse, intentando llamar su atención. Kate apretó la mandíbula.

Richard que había sido rodeado por chicas intentaba escapar como podía de aquel círculo que habían formado alrededor de él. Se disculpó y con algo de torpeza logró salir de allí. Caminó deprisa hasta el minibar que había al otro lado de esa sala y cogió una botella de Whiskey antes de perderse por uno de los pasillos.

La abogada que lo había visto a lo lejos, lo siguió hasta llegar a la azotea de aquel edificio.

Se volvió cuando escuchó el chirrido de la puerta al cerrar. -¡¿Tú?! ¿Qué haces aquí? -inquirió irritado el escritor.

-Rick... -susurró Kate, observando la botella abierta en una de las manos de Castle.

-¡Vete! -exclamó, dándole un largo sorbo a la botella.

-No deberías beber así....

-¡No me digas lo que tengo que hacer! -gritó. -Tú no eres nadie para decirme nada. Tú y yo no somos nada. ¡Vete!

-Déjame ayudarte. -Dio un paso hacia él, pero Castle retrocedió dos.

-No quiero tu ayuda, Kate. ¿Es que no lo entiendes? -Abrió sus brazos con pesadez. Estaba demasiado bebido, había estado haciéndolo durante toda la fiesta. Él no quería estar allí, no tenía nada que celebrar pero había tenido que asistir, lo habían amenazado con demandarlo. No era algo que le importase mucho pero no quería tener que estar pendiente de ese asunto. A cambio, había logrado que le diesen más tiempo para escribir su nuevo libro.

Se había pasado toda la presentación, escuchando decir a los invitados lo mucho que sentían lo de su madre. Algunos amigos, o supuestos amigos, que habían asistido a la fiesta se habían disculpado por no darle el pésame antes. ¡Qué falsos!

Había intentado mantener el tipo durante toda la noche. Tragarse toda la rabia y la ira que estaba corriendo por sus venas en esos momentos. Pero en ese preciso instante era incapaz de controlarse. Había escapado de la fiesta para estar solo, para no volver a escuchar un "Lo siento" u otras típicas frases que se utilizan en esos momentos. Habían pasado varios meses de la muerte de su madre, ¿por qué seguían? ¿Por qué se encargaban de revivir su dolor una y otra vez? ¿Es que no había sufrido lo suficiente ya? Él solo quería pasar un rato tranquilo, en paz, y no había conseguido estarlo más de 10 minutos seguidos.

-Rick... Te he visto...

-¿Me has visto? Ya... -Dijo con desdén. -No quiero tu lástima.

-Déjame, déjame ayudarte. Estoy aquí, Rick -Kate alargó su brazo para tocarlo pero el escritor se apartó.

-Si de verdad me quieres ayudar, vete.

-Rick... -lo miró con ojos suplicante.

-No, Rick no, Kate. Ya te lo he dicho no te quiero en mi vida. Deja de insistir. Si tú y yo tenemos algún tipo de contacto es por Sophie, si no fuese por ella, nunca me hubieses vuelto a ver. No quiero cerca a personas como tú.

Las lágrimas brotaron al escuchar las últimas palabras del escritor de los ojos de Beckett.

-Me da igual que llores una y mil veces. -Bebió un largo trago de whiskey antes de continuar. -Ni siquiera sé si tus lágrimas son de verdad. Ya no sé qué pensar de ti. No sé si eres la mujer del parque, ésa que se compromete de un día para otro con el primero que se cruza o esa mujer frágil que logró que me enamorase de ella. -Volvió a llevarse la botella a los labios.

-Rick... has bebido demasiado. No...

-No me digas lo que puedo o no beber -la interrumpió. -No eres nadie, Kate. Ya no eres nadie para mí. No sé qué haces aquí. ¿Querías engañar a otro? Claro, aquí, la mayoría es gente rica. ¿Conseguir a alguien que te mantenga y pague todos tus caprichos? ¿A otro tonto como yo? -Kate no aguantó más y le dio una bofetada.

-Sabes que nunca he querido tu dinero. Sabes que eso nunca me ha importado. ¡Ni si quiera sabía quién era! -exclamó nerviosa y molesta, sin poder dejar de llorar.

-Puede que no supieras quién era pero sí sabías que era rico. No mientras, Kate. Me utilizaste y luego me abandonaste para irte con otro. Eres una puta -le espetó con rabia. Beckett volvió a levantar el brazo para volver a golpearlo, pero esta vez, Richard fue más rápido y la frenó, agarrando su brazo. -¿Te duele la verdad? -Inquirió con una sonrisa de suficiencia. Kate se liberó del agarre y salió corriendo de aquella azotea.

Que bonita la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora