CAPÍTULO 11

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Kate abrió la puerta de su departamento aún agitada. La niña salió corriendo hacia su habitación.

Tenía que ver a sus otras hijas y darles de comer, o eso había dicho nada más se había bajado del coche.

-Siéntate donde quieras, Rick. Iré a por el botiquín para curarte el labio y a por algo de hielo para la mejilla. -El escritor asintió y se sentó en el sofá viendo cómo Kate se perdía por el pasillo.

Observó el departamento. Era mucho más pequeño que el de él, pero acogedor y muy bonito. Beckett tenía muy buen gusto.

Antes de lo que se había imaginado, Kate, ya estaba de vuelta. Se sentó a su lado, invadiendo un poco de su espacio personal, para poder curarlo mejor.
Lo curó con cuidado y delicadeza. Con la misma con la que posó la bolsa de hielo en su mejilla dolorida.

El escritor había insistido, durante el trayecto en coche, que no hacía falta que hiciese aquello pero la abogada había insistido tanto que no había tenido más remedio que aceptar.

Beckett suspiró. Le costaba abrirse con alguien que no fuese sus padres o Lanie pero después de haberla ayudado, Rick, se merecía saber el porqué de todo eso.

-Ese, ese hombre -dijo aclarándose la garganta intentando que el nudo que estaba apareciendo se esfumase

-era... -cogió aire- era el padre de Sophie. -El escritor no dijo nada, tan solo asintió.

-Hace unos días vino a buscarme a la salida del trabajo -la vista de la abogada se desvió hasta el suelo recordando todo lo que había pasado aquella noche.

-No tienes que contarme nada si no quieres. -Dijo Rick, sacándola de sus pensamientos.

Kate afirmó moviendo su cabeza. -Lo sé, pero quiero hacerlo. Me has ayudado y... si no hubieses aparecido no sé qué...

¡Dios! Se la hubiese llevado. -Kate intentó contener las lágrimas que se agolpaban en sus ojos pero no lo consiguió.

El escritor apoyó su mano derecho en el hombro de Beckett. -Sea lo que sea, se va a solucionar. Estoy seguro.

-Castle sonrió pero no tuvo respuesta por parte de Beckett.

Ésta comenzó a llorar más fuerte. -Ey, no llores. ¿Sabes que puedes contar conmigo, no?

Tienes mi ayuda. Tan solo dime que necesitas y te ayudaré. -

Kate se acercó más a él y lo abrazó con fuerza, terminando de romperse.

Castle no dijo nada. Tan solo se limitó a devolverle el abrazo.

-Lo siento -se disculpó un poco más serena. -Yo...

-No tienes que disculparte.-

El escritor sonrió y, esta vez, sí que apareció una tímida sonrisa en el rostro de la abogada.

Kate se levantó, volviendo a los pocos minutos. Le tendió el papel que había cogido a Rick para que lo leyera. Éste lo hizo. Y, entonces, comprendió todo.

-Me la quiere quitar Rick. Me la va a quitar. -Kate se tapó la cara con las manos y lloró de nuevo.

Ahora fue el escritor el que se acercó a ella y la abrazó para intentar reconfortarla.

-Cuéntamelo todo, Kate. Seguro que podemos hacer algo.

-Tiene poder e influencias. Me la va a quitar. -Dijo entre sollozos.

-No, Kate, eso no le va a valer de nada. Yo te voy a ayudar. Yo también tengo dinero y tengo amigos pero, para eso, necesito saber la historia. Cuéntamela.

Que bonita la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora