CAPÍTULO 36

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@CarmenMoyaCalvente felicidades y gracias
En este capítulo también quiero hacer una pequeña dedicatoria a @stanathan12 por ser de ese maravilloso país al que nuestro querido Rick a ido a recuperarse de tan grade perdida (las fotos son de la playa mencionada).

Sentado en la arena de aquella playa colombiana, en Coveñas, Castle, miraba al frente, observando el ir y venir de las olas. Rompiendo en la orilla, arrastrando la arena hacia dentro al volver al mar.

Era algo tan simple y tan diferente a su vida en ese momento. Todo se había complicado de repente. Tan solo unos meses atrás, era un escritor de Best Seller, con el que casi todas las mujeres quería pasar, aunque fuera, un buen rato.

Poder decir que se habían acostado con él. Vivía con su madre en una gran casa y su mayor problema era cumplir con los plazos que le marcaba la editorial. Sonrió irónico. Ese "gran problema" era lo que menos le importaba en ese momento.

Acababa de perder a su madre, lo más bonito y sincero que había tenido en su vida. Y lo más importante. La única persona que lo había querido y apoyado siempre. Lo había querido como solo una madre sabe querer.

Pero todo lo que habían vivido, lo había unido más a su madre, haciendo de su lazo algo irrompible, algo que solo la muerte puede romper, o, tal vez, no. Ni siquiera la muerte podría romper esa conexión.

Su móvil sonó, otra persona que quería darle su pésame. Bufó y cortó la llamada. No quería oír más cuánto lo sentía "X" persona. Le daba igual. Y más cuando venía de esa gente que nunca había estado a su lado. No los entendía.

¿Para qué lo hacían? ¿Para quedar bien? ¿Dónde habían estado antes? ¿Y dónde están ahora? Una llamada, un "siento tu perdida" no cambia nada, no ayuda. Para qué decir tantas palabras, tantos "llámame si necesitas algo" "aquí estoy para lo que haga falta" "me tienes aquí para desahogarte" si después no volvían a llamar ni a acercarse para saber cómo estaba. Las palabras se las lleva el viento y "bien quedas" hay muchos, demasiados.

Sentía rabia contra ese tipo de gente, contra él, contra el mundo. Le habían quitado a lo más preciado que tenía. A la persona que menos se merecía ese final tan anticipado. Ella, su madre, se merecía otra oportunidad y no la había tenido. Y eso lo llenaba de furia.

La pantalla de su móvil se iluminó con la entrada de un nuevo mensaje y pudo ver la foto de su fondo de pantalla. Una foto que se hizo con Sophie y Kate aquel día en el parque de atracciones. Tomó su móvil, que estaba en la arena, ignorando el mensaje y buscó en su galería. Divagó por todas sus fotos, dándose cuenta que se había echado demasiadas fotos con las Beckett. Borró más de la mitad, sintiendo la ira recorrer por sus venas.

Se había dejado engañar como un tonto. Una vez que sus problemas se habían resueltos, lo había echado de su vida. Había estado con él por agradecimiento y lástima. Chasqueó la lengua, nunca en su vida se había sentido tan estúpido. Ni siquiera cuando su ex lo utilizó para conseguir una buena vida y fama.

La niña, Sophie, le hacía tanta falta pero, ella, pronto se había olvidado de él y lo había remplazado por el primero que se le había acercado.

Tampoco tuvo que ser muy importante para ella. Rio irónicamente, la niña había llamado papá a aquel desconocido y él, Castle, nunca había sido su padre, no tenía porqué sentirse traicionado, pero lo hacía.

Que bonita la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora