Tony, Steve y Peggy

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A la mañana siguiente de reconciliarse con Steve, Tony despertó con la certeza de que tenía un día muy importante por delante. Se quedó unos minutos más en la cama, mirando al techo, reuniendo las fuerzas necesarias para levantarse y afrontar la jornada.

Suspirando, consciente de que demorarse un poco solo iba a retrasar lo inevitable, se levantó y se fue al baño a aliviarse y a darse una ducha rápida. Tras vestirse con una camiseta y unos boxers, Tony se dirigió a la cocina, donde Steve estaba preparando gofres en cantidades industriales. Su chico llevaba puestos unos pantalones de estar por casa y una vieja camiseta del MIT de Tony que le quedaba más bien estrecha, ¿pero desde cuándo era eso algo malo?

Steve le sonrió ampliamente al verle.

—Buenos días, mi amor. ¿Has dormido bien? —Steve le abrazó por la cintura y le besó tiernamente.

—Como un tronco —respondió Tony, y no era para menos. Steve se había encargado de dejarle bien agotado la noche anterior.

—Perfecto. Ahora toca un buen desayuno para acabar de recuperar fuerzas, que hoy empieza nuestra aventura y hemos de estar al cien por cien. Aunque la verdad es que yo no he dormido mucho, la emoción me ha mantenido despierto...

Tony sonrió al ver a Steve tan animado, y le acarició la mejilla antes de tomar asiento. Steve le sirvió una montaña de gofres, una taza de delicioso café humeante y un vaso de zumo de naranja recién exprimido.

—Ya he llamado a Natasha para decirle que efectivamente estaré ausente por un tiempo, le he dicho que creo que más o menos estaremos fuera un mes. Es tiempo suficiente, ¿no? —le preguntó Steve, sentándose él también y echando una generosa cantidad de sirope de fresa en sus gofres.

Tony dijo que sí con la cabeza, bebiendo un sorbo de su café.

—También he llamado a Coulson y le he dicho que estaremos disponibles en caso de emergencia. Tú deberías llamar a Pepper antes de irnos.

—Hm —murmuró Tony, mordisqueando un gofre distraídamente.

—He hecho una lista de todos los sitios que me gustaría ver, pero no quiero que vayamos solo a los sitios que a mí me plazcan, también me gustaría que me enseñaras los sitios que a ti te gustan o que nunca antes hayas tenido oportunidad de visitar y siempre hayas querido ver. Se trata de un viaje de los dos, al fin y al cabo.

—Claro, como tú quieras —dijo Tony de forma ausente, masticando la comida lánguidamente.

Steve guardó silencio un momento, con los puños apretados sobre la mesa y con la mirada clavada en el plato.

—Has... ¿Has cambiado de idea? ¿Ya no quieres ir? —le preguntó, la inseguridad palpable en su voz. Tony salió de golpe de su ensimismamiento.

—¿Qué? Claro que no —dijo, alargando su mano para coger la de Steve. A este se le hundieron los hombros—. Quiero decir, no, no he cambiado de idea. Claro que quiero ir, me muero de ganas de compartir esto contigo.

—¿Y por qué estás tan apagado? —quiso saber Steve—. ¿He dicho o hecho algo que te haya molestado?

Tony se inclinó sobre la mesa para darle un beso de reafirmación.

—No, cariño, perdona. Estaba pensando en tía Peggy.

Steve frunció el ceño, sin comprender. Tony suspiró y subió el pie derecho a la silla, apoyando sus brazos en la rodilla.

—No sé si se alegrará de verme, precisamente —admitió.

—¿Por qué no iba a alegrarse?

[Avengers Fic Stony] Pedacitos de TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora