Epílogo

1.6K 116 74
                                    

Tenía el móvil encima de la pegajosa barra del bar, colocado boca arriba justo al lado de donde estaba su mano. Por tanto, era imposible no darse cuenta si le entraba una llamada o la notificación de recepción de un mensaje, sin contar que lo vería iluminarse si se daba el caso. Así que no, no le había entrado ninguna llamada ni llegado ningún mensaje en los sesenta segundos que habían transcurrido desde la última vez que lo había comprobado.

Aun así, no pudo evitar la tentación. Lo cogió y le dio al botón para que se iluminara la pantalla: ninguna llamada. Ningún mensaje. Suspiró.

Como había hecho las otras veces contempló durante unos segundos la foto que hacía de fondo de pantalla, y, también de nuevo, sintió sus labios curvarse hacia arriba. Era una instantánea de aquella vez que habían ido a pasar el fin de semana a Hot Springs, en Arkansas. Era temprano por la mañana y estaban en la terraza de su habitación de hotel, recién levantados, Steve sentado en una silla, Tony sentado sobre su regazo, besándose con despreocupación. Habían compartido aquella escapada con Bucky y con Natasha, y había sido ella la que les había fotografiado, sabiendo que sería un bonito recuerdo de un fin de semana que había resultado maravilloso para los cuatro. A Steve le encantaba aquella foto. Era una de sus favoritas, junto con otra de ese mismo viaje en la que salían los cuatro, en la granja de caimanes acariciando a uno de estos animales, y que colgaba enmarcada en una de las paredes de su habitación.

Pasó la yema de su pulgar por la pantalla algo nostálgico y esta vez decidió guardarse el móvil en el bolsillo. No creía que fuera a sonar, pero si lo hacía, sentiría la vibración.

Cogió su vaso, lo movió circularmente para ver girar el líquido ámbar que contenía y se preguntó por qué diablos estaba en aquel bar de mala muerte en vez de estar en casa. Echó un vistazo al recinto y comprobó que sí, el ambiente era igual de decadente que quince minutos antes, cuando había llegado. Estaba vacío excepto por un hombre con gorra y pelo largo y grasiento que bebía directamente de una botella sentado en una de las mesas del rincón, y el barman, un caballero que no parecía tener mucho interés en iniciar conversación con sus clientes, cosa que Steve agradeció.

En una esquina la tele estaba puesta en un canal de teletienda.

Volvió a clavar la mirada en su vaso y entonces oyó el tintineo que indicaba que la puerta se había abierto. No se giró a mirar. Quien fuera que hubiera entrado se entretuvo con algo y después se encaminó con paso decidido hacia la barra.

—¿Está libre este asiento? —preguntó el recién llegado, refiriéndose, cómo no, al taburete que estaba a la derecha de Steve. Por supuesto. El maldito bar estaba prácticamente vacío y tenía que querer sentarse justo a su lado. Se limitó a encogerse de hombros.

El desconocido se lo tomó como un sí. Se quitó la chaqueta, la dejó en uno de los taburetes libres y se sentó al lado de Steve, frotándose los brazos con brío.

—Madre mía la que está cayendo. Iba de camino hacia mi hotel tan tranquilo cuando de repente ha empezado a llover y me he empapado entero. Eso me pasa por no coger paraguas cuando la predicción meteorológica ya avisó que muy probablemente hoy caería la del pulpo. Tú ya estabas aquí cuando se ha puesto a llover, ¿no? Qué suerte. Yo me he metido en el primer bar que he encontrado para entrar en calor hasta que amaine un poco. Lo mismo que está tomando él —le pidió al barman. Steve apuró su copa—. Que sean dos —añadió.

Aquel hombre tenía ganas de cháchara y Steve no estaba de humor.

—Gracias, pero tengo que irme —le dijo, mostrándose cordial pese a todo, e hizo el amago de levantarse. El desconocido le puso una mano en el brazo para detenerle.

—No, hombre, quédate un ratito más. ¿No me has oído cuando te he dicho que está diluviando ahí fuera? No estoy exagerando, de verdad. Además, tienes cara de necesitar un poco de compañía.

[Avengers Fic Stony] Pedacitos de TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora