Tony y Ezekiel

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Tony se detuvo frente a la puerta, dubitativo. Hasta llegar a ese punto se sentía muy decidido, pero ahora todo el valor que tanto le había costado reunir parecía haberse esfumado.

Tenía que hacerlo, se dijo. Aunque nada le apeteciera menos, tenía que hacerlo ya sin falta.

Dio media vuelta y se alejó varios pasos hasta que, enfadado consigo mismo por su cobardía, se obligó a detenerse. Apretó los puños, cogió aire y se encaminó de nuevo hacia la puerta. Repitió este proceso dos veces más hasta que al final se atrevió a golpear la madera con los nudillos.

—Adelante —fue la contestación.

Tony abrió la puerta del despacho y asomó la cabeza.

—Um... ¿Tienes un minuto? Me gustaría hablar contigo de algo. —Tenía la boca seca y la lengua pastosa.

Howard levantó la vista de los papeles que estaba leyendo. Con un gesto le indicó a Tony que pasara y se sentara. Tony cerró la puerta y se sentó frente a su padre en una de las butacas al otro lado del escritorio.

—¿Y bien? ¿Qué quieres decirme? —le instó Howard con impaciencia al ver que Tony no terminaba de arrancar la conversación. Tony se había pasado un buen rato practicando frente al espejo para estar preparado y a la hora de la verdad se había quedado en blanco. De todos los momentos para quedarse sin palabras...

En fin, lo mejor sería soltárselo sin más, tampoco era el momento para andarse con rodeos.

—Me voy a casar, papá —anunció, y pese a los nervios y la inseguridad, su voz reflejó la ilusión que sentía.

—Tony, estoy muy ocupado como para perder el tiempo con tus bromitas —le respondió su padre, sin inmutarse.

—No es una broma, me voy a casar de verdad. —Ahora ya no sonaba ilusionado precisamente. ¿Por qué se pensaba su padre que no iba en serio? ¿Acaso era tan difícil de creer que Tony hubiera encontrado a la persona con la que quería compartir toda su vida?

Howard se reclinó en su silla, observándole largamente. Su expresión parecía decir «¿En qué momento me equivoqué?» y a la vez «¿Qué he hecho para merecer algo así?».

—Mira que precisamente el otro día lo hablaba con tu madre. Sabía que en cuanto cumplieras los dieciocho nos saldrías con una majadería como esta —dijo Howard con gravedad. Tony frunció el ceño, confuso. ¿Dieciocho? Si tengo cuarenta y seis años, pensó. Una edad más que razonable para casarse, iba bastante tarde, en realidad—. A ver si lo adivino —continuó Howard antes de que Tony pudiera corregirle—. Una de las strippers del local ese que te encanta frecuentar, ¿no?

Tony ya estaba empezando a ofenderse. Su padre se pensaba que había tomado una decisión así en un impulso y solo para fastidiarle.

—No, papá. Es... Es un chico —le aclaró. La expresión de su padre cambió. Tony la reconoció de inmediato, porque no era ni de lejos la primera vez que se la había visto: decepción.

Howard seguía pensando que su bisexualidad no era más que una fase rebelde de la que se olvidaría con el tiempo, se dio cuenta amargamente.

—Un stripper, entonces —dijo Howard con resignación.

—¡No! ¿Qué obsesión tienes con los strippers? Y pensaba que te alegrarías de que sentara la cabeza. Tú también eras una cabra loca antes de conocer a mamá, ¿o no? —le recordó. Jarvis, tía Peggy y otros socios de Howard le habían contado en más de una ocasión unos cuantos de los escarceos amorosos de su padre, que no habían sido pocos precisamente. ¿A quién se pensaba que había salido Tony?

[Avengers Fic Stony] Pedacitos de TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora