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Chapter 32

Alex grita en el momento que Liam la tira dentro de las espumosas olas. Su cuerpo se siente pequeño y delgado dentro de sus brazos, y Liam se permite sonreír ante la sensación de estar junto a ella.

A penas salen a flote Alex comienza a toser, de forma que Liam se ríe estruendosamente, sintiendo su piel fría ante el viento y la sombra del acantilado. El la abraza, sintiendo después el fuerte golpe en su pecho. Es Alex, de vuelta.

Ellos pasan jugando, aún vestidos, dentro del agua. Pequeñas guerras, y veces donde Liam logra tumbarse dentro del agua abrazando a Alex por su estrecha cintura, l corriendo cansadamente entre las olas por tratar de huir del otro.

Liam calcula que pasan dos horas así, hasta que Alex parece cansada y repita agitadamente, la camiseta se apega a su figura, y el cabello rubio esta completamente pegado a su rostro, pero se ve hermosa.

—Necesito un respiro. —Murmura ella, jadeando, y Liam  asiente mientras va en su búsqueda.

El la refugia dentro de su pecho, de forma que es Liam quien mantiene la mayor parte del frío viento sobre ellos. Entonces Liam puede ver la pequeña cueva sobre la mitad del acantilado, un poco más arriba del arco de roca.

Alex sale del agua a duras penas, sus piernas quemando y la espalda un poco tensa por los movimientos bruscos. ¿Cuánto llevaba sin nadar?

Liam corre a la playa, mientras que ella comienza a recoger las pequeñas ramas que encuentra en el lugar. Acordando que pasarían la tarde, o la noche, dentro de la cueva sobre la roca, que era suficiente para la marea alta.

Alex decide entrar antes que Liam.

La roca es algo empinada, pero hay pequeños sobresalientes que le permiten escalar, con demasiado esfuerzo, llega a la cima, hasta que tiene que deslizarse sobre su estómago para entrar en la cueva.

La cueva es amplia, demasiado, y se pregunta cómo no la habían visto antes. Hacia dentro Alex calcula que deben ser siete metros, y en el centro hay varias rocas apiladas, como si alguien ya hubiese estado ahí antes. También hay una gran cantidad de ramas, y un par de conchas marinas al lado de una estrella de mar seca.

—¡Alex!

La voz de liam se escucha como un eco, y Alex va despacio hasta la punta.

—¡Hay ramas aqui! —Sonríe.

Liam trae la bolsa que estaba en su auto, aquella con un par de prendas para los dos y un poco de comida, al menos para una noche. Él sube, con cuidado, mientras que Alex sigue viendo las pequeñas líneas sobre las paredes de la cueva.

—Es como un mapa. —Murmura.

Liam ve la cueva con algo de desconfianza, las ramas se ven algo viejas y demasiado secas, la estrella de mar también, y las líneas que Alex llama mapas se ven borrosas en la pared de roca.

Pero es el mejor lugar que tienen, a pesar de que estan entrando en la tarde.

Liam saca de la bolsa un par de toallas, mientras envuelve el cuerpo de Alex en una, y se dedica a observar los dibujos que ella traza con sus delgados dedos.

—Son treinta líneas pequeñas. —Murmura. —Todas hacia el mismo lado, y una enorme línea hacia abajo... ¿Crees que sea algo?

—No. —Liam responde sincero. —Tal vez alguien estaba aquí antes, tal vez perdido, e hizo las líneas para contar los días.

Alex asiente, y se da la vuelta.

Liam puede sentir a Alex tirar suavemente de su ropa mientras que él intenta acomodar las ramas en una pequeña pila. Él suspira pesadamente, su instinto masculino le grita a que voltee y se encuentre con un agradable cuerpo curvilíneo, delgado y blanco, pero eso es romper la promesa que le había hecho sobre no hacerlo. La frustración entra en sus sistema, y un pequeño calor se mueve entre su vientre.