Capítulo II

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Me sentía vigilada.

Mi hermano y yo caminos hacia el instituto a donde vamos ya que nos queda a solo dos cuadras de casa. Mis padres se levantaron molestos, mientras desayunábamos lo pude notar, mamá estaba sentada cabizbaja y mi padre no hablo en ningún instante, el desayuno paso en silencio.

—Entonces; ¿tu sexy hermano no vino con tu padre? —Pregunta Gaby, mi amiga.

Un suspiro entrecortado brota de mis labios.

—Sabes que apenas y nos visita desde que se fue a Inglaterra. —Gaby se encoje de hombros.

—Yo lo seguiré esperando.

Las clases pasan extremadamente rápido, desde que me decidí a prestar atención y copiar todo lo que el profesor decía, son así. La hora del almuerzo llega y todos los estudiantes corren a la cafetería. Gaby y yo caminamos por los pasillos del gran instituto, hablando sin prestar atención a nuestro alrededor, siempre es así.

—Hola Alaía—Escucho decir, es Jordán Beneth, un chico de mi instituto, va a casi todas mis clases.

—Hola Jordán —Comenta Gaby, siempre que lo ve, insiste en que está enamorado de mí. Pero yo no lo veo así, pienso que solo la quiere pasar bien conmigo, soy realista; aprendí hacerlo desde que James Müller lo hizo conmigo.

James Müller; lo conocí hace unos años atrás cuando mi hermano mayor llego de visita, llego con él y tres chicos mas, según lo que nos dijo mi hermano estaban en la misma academia que el y solo venían de visita. Sus ojos me daban escalofrió, no quitaba su mirada gris de mi. Nadie lo sabía porque a nadie le contaba nada. Un día, mientras estábamos en una fiesta, me beso, habían pasado un par de meses cuando lo hizo, pero fue jodidamente intenso, la sensación que recorrió mi cuerpo me hizo estremecer y no poder negarme, de allí en adelante las cosas se hicieron más intensa entre los dos. Nos veíamos a escondidas, escapamos a cualquier lugar donde estuviéramos solos, fue increíble mientra duro, fue muy bueno para ser vedad. Solo pasaban en casa tres meses una vez al año, regreso dos años seguidos, pero al tercero, no volvió. No recibí mas llamadas de su parte, no recibí mas correos, solo un mensaje unos meses después que decía:

«Te darás cuenta que es lo mejor, esto nunca debió pasar. No me veras nunca más y no se te hará difícil olvidarme. Adiós»

No pude responderle porque el numero era privado. Me pareció tan cobarde de su parte el no despedirse cuando pudo, la última vez que vino, sabia; de antemano que no podría volver de nuevo, pero no dijo nada, no tuvo el valor. No puedo decir que no llegue a sentir nada por él, porqué mentiría, dolió hasta el punto donde solo podía olvidarlo yendo a fiestas y tomando como si no hubiese un mañana. Un día, termine presa por vandalismo, borracha junto a unos chicos más nos dio por lanzarle piedras y botellas a un local de comida rápida. Si mi padre no tuviese las influencias que tiene, ya tuviese un historial en la policía local.

En ese momento me di cuenta que si seguía así, todo se iría a la mierda, Que me destruiría rápidamente mientras que el chico por el que estaba así, tendría una vida feliz y lejos de la mía. Mi padre solo se entero de ese incidente, hubo muchos más, pero mi madre se los oculto, por eso el sigue pensando que soy una chica modelo, buena y estudiosa. Decidí que volvería hacer la misma Alaía aburrida y sencilla de antes, pero con la excepción de no volver a confiar en algún hombre, al menos hasta que me sintiera segura de mi misma, y de él también.

Aun no lo he logrado.

—¿Qué harán este fin de semana? — Pregunta Jordán, que se ha sentado en nuestra mesa.

—No mucho — Respondo.

—Habrá una fiesta en casa de Noa, deberían asistir.

—¡Por supuesto que iremos!— Dice Gaby, entusiasmada.

La clase de matemáticas empieza y debo resaltar de soy muy buena con los numero, a diferencia del ochenta por ciento de los estudiantes de este instituto.

—Odio esta clase… —Susurra Gaby a mi lado. ¿Lo ven?

Solo faltan dos semanas para graduarme, el fin de semana pasado fue el baile de graduación y no asistí, lo había planificado todo desde hacía unos meses atrás, así mi madre y Gaby no me obligarían a ir. No tenía ganas, no tengo ganas de ir a ninguna fiesta desde hace meses atrás.

—Las notas se las enviare a sus correos, los que la hayan desaprobado, ya saben lo que deben hacer. Se lo he explicado más de una vez. —Sentencia la profesora Yaneth, para muchos un ogro, para mí, una persona justa.

Las clases terminan, el timbre suena y todos se levantan como impulsados por un resorte, tomo mis cosas perdida en mis pensamientos.

—¡Alaía! — dice Jordán, haciéndome sobresaltar —Oye, quería preguntarte si querías… tu sabes, salir por un helado.

Mierda

—Jordán, enserio, ahora no puedo estoy muy ocupada con esto de la culminación de clases. — Digo, por milésima vez. Ya debería haber comprendido que no quiero salir con él.

—Bueno, está bien. Supongo.

No espero a Gaby, joder, ahora mismo no quiero escucharla regañarme porque he rechazado una vez más a ese chico.

—Al fin terminaron las clases, este día ha sido duro. —Dice Adolfo, mi hermano, a mi lado. Caminamos juntos a la salida principal del instituto.

—¿Qué ha pasado? —Pregunto.

—Lorena se ha puesto intensa, creo que hemos terminado. — Dice, pasando su mano por su cabello castaño.

Sonrió

—Eso te preocupa — Digo sarcástica, lo conozco, se como es con las chicas.

—¡No! Joder, creo que estoy aliviado en cambio. —Dice y ambos sonreímos. Lorena es una joyita de persona.

Caminamos charlando y riendo de las estupideces que él hace, a diferencia de mi, Adolfo no parece complicarse mucho la vida con eso de las relaciones, el dice:

«Solo debes mantener los sentimientos a raya, y todo estará bien»

Yo no aplique eso con James, debí hacerlo, debí mandarlo a la mierda la primera vez que me beso.

—Dejen las cosas en su habitación y bajen a cenar. — Dice mi madre, aun muy seria.

—¿Sera que por fin abrió los ojos? — Dice Adolfo, yo ruedo los ojos al cielo. El sonríe.

Papá está en su estudio, pude verlo cuando pasábamos a la cocina a saludar a nuestra madre, se le ve preocupado y muy serio.

Es como si se estuviera repitiendo la escena de esta mañana en el desayuno, mamá esta seria y mi padre apenas nos mira y emboza una sonrisa.

—Les tengo noticias — Dice papá. Mi madre levanta la vista y frunce el ceño.

—¿Qué es? —Dice Adolfo, no puedo evitar patearlo por debajo de la mesa.

—Su hermano Bruno, nos visita la próxima semana. — Casi me atraganto con la noticia, aun no es tiempo de su visita, normalmente lo hace para navidad.

—¿En serio? —Digo entusiasmada.

—Debe contarle algo más. —Dice mi madre, desvía la vista hacia mi padre y asiente con la cabeza, aun seria.

—Vendrá porque… —Inhala y fija su vista en Adolfo y en mi — Vendrá porque nos ayudara con la mudanza. Nos mudaremos a Inglaterra. — Pongo los ojos en blanco y el tenedor de mi hermano cae a la mesa haciendo un ruido estrepitoso contra su plato de vidrio.

—¡Ni de coña! —Sentencia Adolfo, levantándose de la mesa.

•••

The AcademyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora