Capítulo XX

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Ya todos sabían de la muerte de Ariadna para cuando llegamos a la pista de aterrizaje, Natalia y algunos de los altos mandos incluyendo a mi hermano Bruno se encontraban allí. Pude notar que yo soy la más afectada con todo esto, la perdida de mi amiga no parece afectarle a nadie y eso hace que me hierva la sangre.

Bajamos del avión y somos recibidos nuevamente con aplausos, solo que esta vez no son tan efusivos como los anteriores. Natalia lleva una sonrisa lasciva en los labios, entonces me doy cuenta que nadie llora la perdida de Ariadna pero si entristece a algunos. Ella no era una agente sobresaliente, pero con su alegría y vehemencia iluminaba cada lugar en el que llegara.

A veces, me molestaba lo efusiva que era, nunca cerraba la boca; siempre tenía algo que decir y la sonrisa en sus labios nunca faltaba. Ahora se, que vamos a extrañar todas y cada una de sus cualidades.

—Ni siquiera pudimos recuperar su cuerpo —Digo, cuando llego a Natalia y detengo firme frente a ella. Ella frunce los labios y coloca una mano en mi hombro derecho cuando nota que una lagrima se ha escapado de mis ojos.

—Todo va a estar bien, Alaia. Esto es para personas fuertes. —Quería gritarle que ella era fuerte, que era mi culpa por no poder detener a ese hijo de puta que le disparo, pero decido callar ya que se que ella siempre tendrá la razón.

Después de eso nos llevan a una revisión médica ya que algunos tenemos algunas heridas leves, Daniela siempre está a mi lado mientras me revisan, ella esta vez salió ilesa.

—Todos la vamos a extrañar, era un miembro muy importante en nuestro equipo. —Susurra Daniela, termino asintiendo. No tenía más que decir.

La enfermera no consigue nada de lo que debamos preocuparnos en mí, por lo que minutos después salgo del consultorio. Nos informan que debemos dirigirnos al auto bus que nos espera en la parte delantera ya que este nos llevara a casa. Estamos casi todos, menos James y Mateo; a estos los perdí de vista a penas bajamos del avión, el caso es que no saldremos hasta que ellos lleguen.

Observo el asiento que ocupaba Ariadna cuando estaba viva y de nuevo el rencor me inunda. Odiaba lo que le había pasado, pero lo que más me enfurecía era que no había podido decirme el nombre de la persona infiltrada en la academia, lo que si tenía claro y es de mucha ayuda, es que sabía que era una mujer.

No confíes en ella...

Las palabras de Ariadna no salían de mi cabeza y eso me hacía sentir aun mas frustrada.

Los chicos terminan por llegar al fin y el bus emprende su camino hacia nuestros departamentos. En esta ocasión James no se sentó a mi lado, nadie se sentó al lado de alguien, todos vamos en asientos solos, pensativos y a algunos se les ve afectados por la pérdida de Ariadna. Agradecí que nadie me hablase, todos saben que éramos muy unidas y las más afectadas terminamos siendo Daniela y yo.

Cuarenta minutos después estamos frente a nuestro edificio, camino a este sin detenerme por nadie, sin esperar a nadie. Algunas personas quisieron ser amables y darme el pésame por la pérdida de mi amiga, pero pase por su lado ignorándolos a todos. Necesito estar sola, necesito resolver esto y dejar de sentirme culpable.

El sonido de los dos disparos y la imagen del cuerpo de Ariadna cayendo no salen de mi cabeza.

Esa noche fueron solo pesadillas, horas mirando al techo y finalmente cuando el reloj marca las cinco de la mañana me levanto para enfundarme en un mono, una camiseta y salir a trotar hasta no sentir mis piernas. Me estoy castigando a mi misma y sentía que lo merecía, merecía sentirme miserable.

The AcademyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora