Capítulo XXII

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James:

La observaba trotar junto a Daniela con su habitual ceño fruncido. Esa chica para quienes no la conocían bien resulta ser imperturbable, pero no para mí que la conozco desde que era una chiquilla, no para mí que fui su primer beso, su primer hombre.

Evita hasta la mierda hacer los ejercicios en pareja conmigo. Jodidamente no la entendía, unos días era una completa sumisa conmigo, otros por el contrario era una rebelde con un carácter del coño.

Su hermano me ha pedido que la proteja de Natalia y su mierda, esta última por el contrario me ha pedido que me aleje de ella o voy a salir de la academia sin honor alguno y con muchas faltas. Se que quiere vénganse de Bruno por lo que he hizo en su momento, pero eso ya es pasado, Alaía no debe pagar por las idioteces de su hermano.

Por la tarde, en la practica de boxeo no me mira, nunca lo hace. Varios chicos me han preguntado el por qué de su odio hacia mi, lo que ellos no saben es que cuando ellos no están; hay besos robados, caricias, sexo... no creo poder llamarlo de otra forma, al parecer, ella no necesita mas que eso, siempre fue así. Nunca hubo amor, no su parte.

—Alaía Lerman y James Müller, al ring. —Salgo de mi ensimismamiento cuando escucho mi nombre, vuelvo la mirada hacia ella y la veo subirse al ring, la mirada de desdén que me da, me hace pensar lo mismo que los chicos.

—Un hombre no es más fuerte que una mujer, sáquense eso de la cabeza. Por eso hoy voy a ponerlos a pelear así —Habla Nadia, la entrenadora —Pueden empezar —Vuelve hablar y baja del ring.

Alaía sigue con su semblante enojado. Se coloca los guantes, aprieta el seguro en la muñeca y se vuelve hacia mi. Sus labios son una fina línea, sus cejas se juntan con enojo y su mirada hacia mi es de coraje puro. Toma posición mientras termino de abrochar mis guantes y hago mismo.

—Comiencen —Indica Nadia.

En posición de combate empezamos a movernos por el ring, sin apartar la vista del otro, en forma circular. Todos nos observan, esperando que alguno comience a lanzar los primeros golpes.

— ¿Qué te da miedo? —Susurro para ella, su ceño se profundiza aun mas —. Empieza —Mando.

— ¿Crees que te tengo miedo? —Se acerca rápidamente y lanza dos puños que apenas y puedo esquivar —Puedo partir tu cara cuando quiera.

— ¡Muy bien, Alaía! —Habla Nadia desde un lado del ring.

—Hazlo, entonces. Hazlo con la misma el mismo fiereza con el que me besas —Mando, ella se detiene un tanto perturbada por mis palabras —No te distraigas, puedo mandarte al piso en un momento como este. —Advierto, veo como su mandíbula se tensa.

—Para de hablar —Susurra, volviendo a ser la misma de minutos atrás.

Ella sigue la pelea lanzando golpes que logro esquivar. Tenemos cinco minutos para que alguno de los dos derribe al otro. Nuestras miradas seguían sin apartarse de la otra, aunque lanzo golpes en su dirección no lo hacia con la misma fuerza que lo haría si en su lugar estuviese un hombre. No podía. En cambio ella lanzaba golpes llenos de furia, dolor, odio... o eso me hacia pensar, por ello mi cara de confusión hacia ella no tardo en salir.

¿Por qué esta tan enojada conmigo?

Logro estampar un Jab en mi abdomen que casi me dejo sin aliento, uno de mis golpes llego a su rostro, pero no causo tanto daño como el de ella, como dije antes, no lanzaba los golpes con fuerza. Cansado de sus miradas y sus golpes de odio, aprovecho un descuido de ella y lanzo una patada a sus piernas, con intención de hacerla caer; y lo logro, pero antes de llegar al piso ella lanza la misma patada hacia mi y termine cayendo con ella.

The AcademyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora