Capítulo XII

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Me acomodo en el asiento frente al director, este me observa con interrogante y pasa una de sus manos por su barbilla. Yo me limito a limpiar mi pantaloncillo de deporte y a restarle importancia mirándolo pocas veces. Como si no estuviese aquí.

—No apoyo el maltrato ni los golpes en mi institución — Dice, y lo observo con el ceño fruncido.

Si el supiera que yo se todo, maldito hijo de puta.

—Su hija no es una chica fácil, además; ella comenzó. —Fui la ultima que entre por petición de el, las otras chicas ya habían entrado y se habían marchado también, incluyendo a Daniela y las demás.

Mi codo estaba e el apoya brazo de la silla y mi cabeza esta apoyada en mi mano. Al escucharme, la serenidad que adornaba su rostro desapareció y se levanto de golpe de su asiento tratando de ser impotente y serio, pero a mi no me causa ni una pisca de miedo.

—De mi hija me encargo yo. Usted ocúpese de hacer las cosas bien aquí y obedecer mis ordenes. —Dice, rodeando mi silla.

Sonrió y niego con la cabeza, algo que le sorprende.

—Le recuerdo que solo estoy de paso, puedo irme cuando me de la puta gana. —Pone los ojos en blanco por mi elección de palabras.

—Muy irrespetuosa, señorita Lerman. Eso lo veremos, puedo convencer a sus padres de que necesita estar aquí. Por ahora se puede ir —Dice caminando a la puerta y abriéndola para mi.

—Muy manipulador señor director, lo hare. Nos veremos luego. —Digo, en su rostro se muestra una mueca de molestia.

Salgo a paso decidido y una de las cámaras del pasillo me enfoca, pero se que no es el, se que es de la academia, ya que han jaqueado todo su sistema.

—Muy bien, Lerman. Saca lo peor del excelentísimo director. —Escucho a Natalia.

Mis labios se curvaron en una sonrisa de satisfacción. Estaba tranquila porque no habían interferido mientras hablaba con el director, eso me hubiera desconcentrado un poco.



Los días pasaban más rápido de que lo podía captar y aunque me preocupaba que no progresara, me alegraba que las chicas que eran maltratadas por ese hijo de puta del director me tuviesen más confianza, tenia cuatro días aquí y aunque no lo crean mi grupo y yo habíamos puesto a mas de la mitad del internado en contra de la hija del director; estaba decidida a hacerle la vida imposible a ella y a su padre.

Solo teníamos dos días para acabar con todo esto, y mi nerviosismo aumentaba cuando notaba que el director no daba ningún paso en falso. Dormía muy poco, ya que por las noches; junto con Daniela salíamos a husmear y a investigar mas sobre el y sus secuaces. No se había acercado siquiera a Anthonella y victoria. A ellas las tenía más que vigiladas también, había descubierto que la casa tenía pasadizos que nadie más que el director y un par de personas conocían.

Salíamos de clases y nos dirigíamos a la cafetería cuando veo al director entrar a esta acompañado por dos hombres. Lara caminaba a mi lado notando también su actitud sospechosa, solo con mirarla sabia lo que debía hacer. Mire hacia las chicas que venían detrás y todas parecían sumergidas en sus propias conversaciones, así que en vez de cruzar como ellas sigo derecho por donde se ha metido el director, ha desaparecido  por una puerta encubierta por unos refrigeradores en la cocina.

¿Cómo no pude imaginarlo? ¡La cocina, por supuesto!

Sin pensarlo dos veces los sigo a los tres, los dos hombres que lo acompañan no los había visto nunca antes aquí. El pasillo esta casi oscuro, solo unas pequeñas luces amarillentas lo alumbran. Llego a una puerta doble de madera y antes de abrirla pego mi oído en esta para asegurarme de que no haya nadie del otro lado y al hacerlo, abro una de estas con mucho cuidado.

The AcademyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora