Capítulo XXX

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Cuando la vi en la Academia por primera vez, algo en mi se… alegro. Es decir, la había apartado de mi porque sabía de antemano que nos hacíamos daño al escribirnos, al extrañarnos, al sentir que queríamos amarnos pero estábamos tan apartados el uno del otro… decidí pedirle que teníamos que acabar toda esta tontería. Esto nunca iba a funcionar estando ella en Venezuela y yo en Inglaterra. Por supuesto, no lo tomo bien, pero lo acepto. Era orgullosa hasta la mierda y, sabia, ella no iba a rogarme para seguir así.

Cuando llego a la Academia estaba un poco mas cambiada, más madura y llevaba flequillo, se veía perfecta, pero me dio una mirada tan fría que supe no me la iba a ser fácil. Y así fue, se la pasaba tan fría y seria que no me permitía ni siquiera acercármele. Una locura.

Estoy sentado en el escritorio de madera oscura en una de las oficinas que he habilitado para mí desde que estoy aquí. He tratado, enormemente contactar a Adolfo Lerman, pero todo ha sido en vano.  El chico parece haber desaparecido del planeta.

—¿Qué te tiene así? —Me pregunta Benedikt, mi hermano, entrando a la habitación. Dios, si el supiera. Estoy seguro que me llamaría loco, mi medio hermano no heredo la valentía de mi padre, el nació para los negocios y levantar grandes empresa.

—Creo que volveré a Inglaterra. —Me observa con el ceño fruncido, algo asombrado.

—Por la cara que traías cuando llegaste creí que no volverías jamás. ¿Todo es por una chica? —Lo pregunta serio, sin ninguna pizca de sarcasmo. Parecía interesado. Asiento.

—Sí, pero no es lo que piensas, necesito arreglar algunos cabos sueltos.

—¿Entonces no era tu chica? Porque eso es lo que estoy pensando. —Algo en mi pecho se comprimió de tal manera, que ahogue un gemido lleno de dolor. Por supuesto era mi chica, la mujer que más he amado en mi vida, pero la perdí, permití que eso pasara.

—Sí, era mi chica, pero ya no está. Falleció. —El asombro invade todo el rostro de mi hermano.

—Mierda, lo siento mucho. —Dice, claramente perturbado por mi confesión. Negué, yo lo sentía más.

—Mañana a primera hora regresare a Inglaterra, necesitare ese avión privado tuyo. —El asiente.

—Esta a tu orden, puedes tomarlo cuando quieras. —Después de eso me invito a cenar a uno de sus restaurantes favoritos. Me presento a algunas personas conocidas para él y regresamos a casa de nuevo.

¿Qué ha pasado con los Lerman? ¿Por qué el celular de Adolfo sale fuera de servicio? Necesito aclarar todo esto de una buena vez y atrapar a Natalia, ahora entiendo porque no quería que dejara La Academia, así nos tenía a todos juntos y mas engañados que nunca. Deberá acabar conmigo también para que pueda salirse con la suya.

Dos semanas después:

Al llegar a Inglaterra contacte a varios amigos y con su ayuda pude dar con el paradero de Adolfo, el hermano menor de Alaía. Supe, por fuentes bastantes confiables que ha regresado a Venezuela, a pesar de la dura situación que atraviesa el país ahora mismo el prefirió estar allá que permanecer aquí junto a sus padres y su hermano mayor. También me di por enterado que ha cortado cualquier conexión con La Academia o algo que tenga que ver con esta. Ha comenzado a estudiar Derecho y se está haciendo cargo de los negocios que su padre dejo en su país, si, a su corta edad parece ser muy bueno para manejarlos.

Di con su nuevo número telefónico y no dude ni un segundo en llamarlo, pero no contestaba, después de haberlo llamado unas docena de veces y estar casi seguro de que ese no era su número contesto; estaba por dejar de llamarlo cuando por fin me tomo la jodida llamada.

The AcademyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora