Capítulo XVIII

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Mi puño estalla en su rostro y todo lo que la rabia que corre por mi me deja escuchar son los gritos ahogados de las personas a nuestro alrededor. Michelle cae y al hacer contacto con el piso su cabeza rebota con este dejando un golpe sordo en el aire.

Todos están paralizados al verla tirada, inerte; pero cuando noto que se mueve la rabia vuelve a mi. Voy a lanzarme contra ella cuando siento unos brazos fuertes que me toman por la cintura y me alejan. Estoy cegada por la ira, por lo que trato de soltarme del agarre para ir contra ella; pero no puedo soltarme.

—¡Cálmate, Alaía! —Escucho su voz. Es James quien me toma. Todo empezó por su maldita culpa, todo es acoso de esa imbécil hacia mi es por su culpa.

— ¡Controla a tu puta, de lo contrario acabara inconsciente cada día de su vida! —Suaviza su agarre cuando cree que estoy lo suficientemente lejos de ella.

—Alaía Lerman. Sígueme. ¡Ahora! —No era James quien había hablado, tampoco ninguno de los alumnos del instituto. Es Natalia.

La ira me abandona y es remplazada por una pizca de miedo, la adrenalina aun recorre mi cuerpo; pero el saber que puedo ser expulsada de la academia aplaca todo mal en mí. Con manos y pies temblorosos sigo a Natalia. No miro a Michelle ni a la gente que esta con ella.

Su tacones resuenan por delante de mi, yo la sigo con manos empuñadas y pensando en lo que podría decir en mi defensa. Pero no me llega nada, estoy perdida hasta la mierda, ahora mismo me arrepiento de no poder controlar mis impulsos asesinos. Entramos a un salón lo bastante alejado y cuando cierro la puerta detrás de mí escucho exhalar a Natalia:

— ¿Cuándo pensabas hacerlo? —Hace una mueca de fastidio —. ¡Dios odio a esa mujer! La dejaste inconsciente. —Dice, yo sigo recostada a la puerta, sin poder entender si esto se trata de una broma suya o si habla enserio —. Quita esa cara de susto. No voy hacerte nada.

Sus palabras hacen que vuelva a respirar con normalidad y el temblor en mi cuerpo termine.

—Gracias. —Digo. Ella me observa y toma algo sobre el escritorio que hay en el aula.

—De igual manera recibirás algún castigo, en el instituto, por supuesto. En la academia hablare por ti para que no tomen cartas en el asunto.

Sabía que no podía ser tan bueno. Pero al menos no saldré expulsada.

— ¿Crees que será muy malo?— Pregunto incomoda.

— ¿No tienes miedo de ir a una misión donde podrías morir pero si a una castigo del instituto? —Pregunta con el ceno fruncido y suelta un bufido —. Los Lerman son muy raros. Como máximo te pondrán hacer alguna labor, ayudante en alguna oficina. —Dice, frunce los labios.

—Bueno, creo que eso lo podre hacer. —Suelto, queriendo salir de allí pero ella me detiene.

—No puedes irte aun. Creen que estoy hablando contigo y dándote un sermón por lo que acabas de hacer. Espera media hora y sales. —Se sienta en la silla al otro lado dl escritorio.

— ¿Por qué me ayudas? Pensé que me odiabas. —Natalia levanta sus cejas y me mira pensativa.

—Y lo hacia, créeme que si. Pensé que odiaba todo lo que llevara el apellido Lerman o, al menos, llevara la misma sangre de Bruno.

— ¿Qué te hizo? Supe que tuvieron algún tipo de relación. —Ella rueda los ojos.

—Tus amigos son unos jodidos chismosos —Dice, levantándose de su silla —Nada que ya no este superado. Tu hermano me utilizo para llegar a donde esta y cuando lo hizo, me dejo a un lado. —Pongo los ojos en blanco, no lo puedo creer —Pues, no soy inmune y el idiota no esta nada mal. Me enamore de el y me utilizo por un tiempo mas. Cuando abrí los ojos luche para llegar a la misma fase que el y evitar que me diera mas ordenes.

The AcademyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora