Capítulo XV

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Limpio el sudor en mi frente y vuelvo a levantar mis puños a la altura de mi cara, me están dando la paliza de mi vida. Nadia, la entrenadora de defensa personal nos ha hecho pasar a uno por uno para tener una pelea con ella, tanto hombres como mujeres, para mi mala suerte he tocado de segunda, cuando aun conserva su energía y ganas de patear traseros.

Me lanza un jab, luego otro; pero los lanzas tan rápido que lo único que puedo hacer es cubrirme el rostro. Estoy cansada, agotada y tengo mucha sed; entonces me lanza un golpe llamado crochet golpeando mi rostro, e inmediatamente cayendo al suelo... solo pude escuchar los gritos ahogados de mis compañeros que no podían hacer nada. Quede aturdida, las luces gimnasio parecían centelleantes y todo a mi alrededor parece dar vuelvas.

—Siguiente —Dice la entrenadora Nadia, pero al escucharla me levanto como puedo, no iba a darme por vencida tan rápido. Ella sonríe sarcástica y se posiciona de nuevo, parecida confiada por lo que tome esa oportunidad para imparta en ella un UPPERCUT, que la hizo retroceder con brusquedad pero no cayo al suelo.

Mierda, ¿Por qué no cayo?

La entrenadora fija su mirada en mi, aturdida y sin poder creerlo; pero luego de unos segundos asiente con la cabeza hacia mi, dándome a entender que me puedo retirar. Su regla antes de empezar el combate fue: «Si me propinan un solo golpe, terminara la pelea y saldrán victoriosos» Me gusta ganar, hacer las cosas bien en lo mas posible.

Camine de nuevo a las gradas con las miradas de todos fijas en mi, sabia que mi rostro lucia mal, lo podía sentir. Me sentía mareada por el último golpe que había recibido por lo que me dije a mi misma que debía ir a la enfermería cuando salía de aquí.

— ¿Estas bien? —Pregunta Daniela, que esta detrás de mi, asiento con la cabeza y limpio un rastro de sangre en mis labios.

Uno a uno los chicos fueron pasando y solo cuatro —Incluyéndome a mi— pudimos propinarle un solo golpe a Nadia. No es que fuésemos malos, es que esa mujer es una bestia cuando se trata de defensa personal, por algo esta en una academia tan prestigiosa con una responsabilidad tan grande sobre sus hombros.

Camino con prisa a la enfermería, tratando que ninguno de los chicos me vea y me interrogue. El solo pensar que haya sido demasiado fuerte el golpe y me suspendan me eriza la piel y por poco me hace retractarme la idea de acudir a la enfermería; pero es mi salud, no puedo dejar eso de lado.

— ¿A dónde vas? —Preguntan, tomándome por sorpresa. No se de donde salió.

Es James.

—A la enfermería, estoy mareada y me duele la cabeza —Digo zafándome de su agarre para evitar esa estúpida corriente en mi cuerpo.

—Voy acompañarte, estas algo pálida. —Me toma de la mano nuevamente para encaminarme de nuevo a la enfermería pero lo detengo.

—No puedes. Recuerda que no te pueden ver con alguien de la primera o segunda fase. —Digo, negando con la cabeza. Puta regla de mierda.

—No puedo tener una relación sentimental con alguien de esas fases. Tú eres mi amiga, estas mal y te voy acompañar, nada más. —Escupe, filtrándose la rabia en su voz.

Solo asentí con la cabeza y le permití que me acompañase.

Estuvo conmigo mientras la doctora me examinaba, cuando me hacían una placa rápida en mi cabeza y también, gracias al cielo, descartaban algo malo.

—Solo estas un poco aturdida por el golpe, pero las medicinas que te daré te ayudaran a recuperarte y te quitaran el dolor de cabeza. —Dijo la doctora amablemente.

The AcademyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora