Capítulo XIV

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Estoy nerviosa, muy, muy nerviosa. He marcado unas cien veces el número de Ariadna con la esperanza de que atendiera y me dijera que todo esto es una broma; pero no atiende, lo que quiero que pase no pasa, porque todo es verdad. Estamos viviendo esto ahora mismo, una de mis mejores amigas está al borde de la muerte.

Paso las manos por mi cabello, camino de un lado a otro, sueno mis dedos y muerdo mis uñas. No veo la hora de llegar para poder sacarla y allí y acabar de una vez por todas con esos hijos de puta que la tienen.

Todos están calmados, todas las personas que vienen conmigo en esta misión están calmadas, menos yo.

La azafata me ha pedido varias veces que tome asiento y me calme, pero con la mirada que le doy solo se queda callada y se va. No necesito ahora mismo que alguien me dé órdenes, no con lo que está pasando.

Creo que los chicos que me acompañan son lo suficientemente buenos para ayudarnos a enfrentar esta misión y salir bien librados de la misma.

Confió en que todo va a salir bien…

Dos horas más tarde estamos en nuestro destino. Al bajar del avión privado nos indican a donde ir. El saber que no íbamos a actuar de inmediato aumenta mis nervios, necesitaba acabar con esto ahora mismo.

Nos quedamos en uno de los hoteles más apartado del lugar a donde iríamos, no necesitábamos que esas personas que tienen a Ariadna se enteraran de que habíamos llegado.
Apenas llegamos, abrimos nuestras portátiles y empezamos a estudiar los lugares con menos seguridad, los que tienen más puntos débiles. Y, sin así quererlo pasamos parte de la noche despiertos. Natalia y su personal nos pasan la informaron mientras nosotros la estudiamos.

Son las seis de la mañana cuando empezamos a alistarnos. Aquí tenías armas hasta donde no deberías, es mejor estar armado que indefenso; cuando son las siete y treinta y cinco, recibimos una llamada:

—Debes atender—Habla James, necesitamos hacer creer a esas personas que acabamos de llegar y que solo estamos Daniela y mi persona.

Rogaba a Dios para que creyeran que así es.

—Hemos llegado —Anuncio con la mayor valentía que puedo soltar, no podía flaquear, lo notarían de inmediato.

Se quedan callados al otro lado de la línea…

—Te enviare una dirección,  y te quiero aquí en media hora, ni un minutos más. —Dicen al fin y cuelgan de inmediato.

Como lo habían indicado tres segundos después llega un mensaje que me indica un lugar, de inmediato lo rastreamos y nos asombra saber que es una lujosa casa con vista al mar, muy apartado de otras.
Debía pertenecer a uno de ellos y se presta para cosas como estas y muchas más.
  
—Daniela y Alaia — Habla James, su rostro irradia preocupación. Por supuesto él es el que lleva la batuta hoy —.Suban a la camioneta que la espera abajo, nosotros iremos por el mar. No podemos ir detrás de ustedes porque lo notaran.

Rafael se despide de Daniela y la preocupación que brota de este es casi palpable, por supuesto no quiere que nada malo le pase a su novia.

Como nadie se preocupa por mí, simplemente salgo a abordar la camioneta como me lo han indicado.

Si no salgo viva de esta al menos lo intente, intente salvarla; mis pensamientos la mayoría del tiempo son negativos, algo que odio de mi misma. Me he salvado en muchas ocasiones, tanto en la vida que llevaba antes como en esta en la que estoy metida ahora mismo.

Un minuto después de haber abordado llega Daniela, al igual que yo a ella también se le nota muy preocupada; pero como la buen amiga que es me regala una sonrisa tranquilizadora. Alguien maneja por nosotras, lo que hace que me preocupe, se que apenas bajemos de la camioneta van acaba con su vida.

The AcademyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora