Capítulo XXI

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No tenía claro como debía vestirme para ir a esa oficina; ni siquiera tengo idea de que es. El caso es que no quiero ir, por lo que tomo unos vaqueros ajustados, una camisa negra y unos tacones del mismo color. Hice una cola de caballo en mi cabello y el maquillaje que decidí llevar es sencillo, todos tonos claros.

Tome mi bolso y las llaves de mi camioneta y me dispuse a salir de mi departamento. Las palabras que me ha dicho Natalia no salen de mi cabeza y eso me tiene un poco distraída, por lo que repaso todo para que no se me quede nada.

Tengo lo necesario...

Cuando abro la puerta me encuentro con Daniela, al verme; esta emboza una sonrisa.

—Me disponía a tocar tu puerta —Dice —Solo venia a desearte mucha suerte. —Tomo una respiración profunda y le soy una sonrisa ladeada.

—Gracias... lo bueno de todo es que puedo irme en mi camioneta. Es una hora de viaje. Creo que ahora me arrepiento de haber golpeado a esa idiota. —Ruedo los ojos.

Ella suelta una carcajada.

—Yo no me arrepiento de que la hayas golpeado. Esa perra se lo merecía. —Escuchamos una puerta abrirse detrás de Daniela y ambas nos volvemos para ver a James salir de su departamento. —Hablamos mejor esta noche. ¿De acuerdo?

—De acuerdo. —Asiento,entonces, saluda a James y se adentra a su departamento.

Me sentí nerviosa al instante. No sabía cómo actuar después de lo que paso ayer y sobre todo, después de lo que Natalia me ha dicho. Había una batalla interna en mi, quería no darle importancia a eso porque al fin y al cabo no somos ni fuimos nada, pero otra parte de mi me decía que no podía dejarme utilizar por él, si lo hizo una vez, lo hará dos y tres.

—Ya debo irme —Digo, obligando a mis palabras a salir. No aparta su mirada penetrante de mí, es como si pudiese ver a través de mí. Ya que no dice nada, me dispongo a salir de allí, pero él me toma por mi brazo con suavidad.

—Yo voy a llevarte. —Dice tajante. Niego con la cabeza.

—Me voy en mi camioneta, así puedo venirme en ella. —Su mirada es puro hielo. Odia que lo contradiga.

—Yo voy a llevarte y voy a ir a buscarte. No te preocupes por eso. —Tomo una respiración profunda.

—¿Podrías dejarme ir? No deseo que me lleves, quiero manejar he irme sola. Ahora mismo no... solo necesito irme. —Digo.

—¿Pasa algo? Si es por lo sucedido ayer...

—No es por eso. Se me hace tarde, hablaremos en la noche. —Termino, coloco mis manos encima de la suya para apartar su mano y que al fin me deje ir. Agradezco al cielo cuando lo hace. Sin embargo, no se mete a su departamento hasta que me subo al ascensor.

Llegue directamente y agradecí a Dios cuando tome el camino más fácil, no me perdí; algo que temía pero al momento de llegar juro que hubiese sido mejor que me perdiera. La mujer que me ha recibido, la encargada y mi jefa (así se presento ella) no le ha gustado nada me mi, nada, no bromeo. Me ha criticado hasta el alma:

—No puedes venir vestida así, aquí se usan vestidos o faldas; estas deben llegarte a las rodillas o un centímetro por encima de esta, nada de ropa provocativa o que muestre de mas tu cuerpo, todo debe ser cerrado y profesional. No vienes a trabajar en un burdel o local de mala muerte. —La escuchaba aparentemente atenta, pero lo único que quería hacer es golpear su rostro —. Por hoy puedes quedarte vestida de esa manera —Hace una mueca con desdén —. Pero mañana no te quiero aquí así.

—Entendido. —Digo, tratando de ser amable. Solo quiero que esto termine de una vez por todas.

—Más te vale. —Hace una mueca sarcástica con los labios mientras hacia otra con sus ojos. Lo que había notado hasta ahora es que esta mujer es una experta en las muecas sarcástica y una perra.

The AcademyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora