-Estoy convencido de que no tengo ningún motivo para contestarte a ti esa pregunta-dijo Marco, cruzado de brazos.
-Hazme el favor y lárgate de aquí-le retó Daniel.
-No eres tú el que me tiene que echar de esta propiedad. Aquí no es lo mismo que... Allí. En este sitio puedo estar donde me plazca, sin romper ninguna regla-
-Vamos, Eva, dile que se marche y que nos deje terminar con lo nuestro-esta vez Daniel se dirigió hacia mí.
- ¿Qué carajos? No tenemos nada que terminar. No tenemos nada nuestro. Puedes marcharte que no me interesa-dije de mala manera. No tenía por qué echar a Marco, él, a comparación de Daniel, en los pocos momentos que estuve con él fue amable y respetuoso. Aún no había pasado un día, no podía juzgar a nadie. Mi madre me decía que no debía juzgar a nadie hasta conocer a fondo a esa persona, pero no necesitaba mucho para conocer a estos dos. Uno, amable, y el otro, arrogante. Eso salta a la vista.
- ¿Lo ves? Ella no quiere echarme, Daniel-
-Échalo-Daniel se acercó a mí, yo diría que demasiado. Sentí su aliento en mi rostro cuando dijo aquello. Por un momento, iba a hacerle caso. Iba a dar media vuelta, y decirle que se marche a Marco. Tal y como Daniel me había ordenado. No me importaba nada. Sólo lo iba a hacer.
-No lo hará-con tres zancadas ya estaba tan cerca de mí cómo lo estaba Daniel. Las ganas de echarlo se esfumaron. Daniel y Marco se miraron a los ojos. Y si las miradas mataran, ellos ya estarían muertos. No entendía qué sucedía, nunca tenía cambios tan repentinos, ni siquiera cuando estaba con las hormonas revolucionadas en mis días del mes.
-De acuerdo. Me iré-bien, eso no lo esperaba de Daniel. Sólo me volvió a observar a los ojos y se marchó en su auto. Nunca me imaginé que Daniel fuese a obedecer a Marco. Ese día no podía volverse más extraño de lo que ya era.
-Eso no me lo esperaba...-comenté en voz alta. Marco permanecía a mi lado, observando el camino que tomó Daniel.
-Ni yo. Algo debe haber tramado para acceder tan fácilmente a una petición mía-se colocó de frente a mí, y sonrió de lado. - ¿Tú cómo estás?-
-Um, bien, supongo-
-Lamento haber dejado que Daniel te llevara con él hoy, de verdad, lo lamento-
-Está bien-
-No, Emma, no está bien. Daniel no es el chico que quieres que te recoja para ir al colegio, o intentar zambullirte en una relación. Es malo, malo para ti, y peligroso. No te acerques a él, ni le hagas caso-
- ¡Eh! ¡Alto! Ya me estás asustando. Te refieres a él como si fuera un asesino serial o un terrorista-
-Lo siento, no era mi intención que te asuste-sonrió- sólo quiero que seas precavida. Y que no estés cerca de él-
- ¿Y se puede saber qué ha hecho para que esté catalogado de esa manera?-
-Lo sabrás en algún momento Emma... Será mejor, que ahora sí sea yo el que se marche. Te deben estar esperando dentro-señaló la casa. La casa. Mis padres. ¡Mis padres!
- ¡Diablos!-exclamé-deben de estar preocupados por mí... ¡Es tardísimo!-
-Claro... Ve-se acercó a mí y me besó la mejilla-y no uses aquella expresión... No te queda bien-me guiñó el ojo, y se marchó.
Ahora estaba sola, en medio de la vereda, observando como una tonta la oscuridad, por donde se habían marchado aquellos chicos que de un momento a otro aparecieron en mi vida para dar vuelta todo. La casa tenía las luces encendidas, de seguro ninguno se fue a la cama, y espera mi regreso, o alguna señal de que estoy bien. Entré corriendo, y me encontré a los dos, tomados de la mano, sentados en el sofá, mirando el suelo. Me partía el alma verlos así. Estaban preocupados por mí; y mucho. Ambos levantaron la vista de golpe para ver quién había entrado a su casa, y se levantaron de un salto; bueno, lo que sus cinturas les permitían.
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Las sombras del ayer
Science Fiction¿Qué significa tener una vida normal? Desde luego que no se considera normal haber despertado en medio del bosque, siendo una niña, sin recordar absolutamente nada. No sabía cómo me llamaba, de dónde venía, ni quién era mi verdadera familia. Sólo se...