Me separé de él lentamente. ¿Qué había hecho? Marco me miraba sorprendido, y a su vez, su mirada reflejaba... ¿pánico? Tragué saliva. No dije nada, y él tampoco. No había estado mal, pero tampoco era algo que había disfrutado demasiado.
—Muy bien imbécil. Creí que yo iba a romper las reglas primero, pero, a pesar de ser un santito, tú lo hiciste primero—comentó Daniel, de mala gana, cruzándose de brazos.
— ¿Qué...?—Marco parecía no saber ni siquiera en dónde estaba parado. Giré la cabeza, y la vi a Melody, frente a nosotros, aunque en realidad sólo me miraba a mí. Decepcionada, dolida, triste.
—Oigan todos...—la voz del profesor con quien tendríamos clases salió del aula, junto a otro hombre con el que había estado hablando anteriormente—.Me temo que tengo que darles una mala noticia...—se tocó el puente de la nariz, suspirando, como si le costara decir lo que tenía que decir—Hoy podrán marcharse temprano. Verán... el señor Andrews...—oh vaya, el director, ya lo habían descubierto—.Está muerto. Aparentemente, alguien lo asesinó—sí, alguien lo asesinó antes de que todos se dieran cuenta, algo lo poseyó desde hace tiempo y por eso se propasaba con sus alumnas. Una exclamación salió de la boca de la mayoría de los alumnos—. La policía está investigando y...
—Creo que voy a vomitar—murmuró Melody a mi lado. El profesor siguió hablando, pero yo centré mi atención en mi amiga. Apretó sus labios, y se alejó caminando, entre los alumnos. La seguí con la mirada hasta que la perdí.
"Está cerca"
Mierda, otra vez esa sensación extraña. Me sentía incómoda en mi propio cuerpo, estaba inquieta, y no entendía qué significaba aquel instinto, aquel aviso de que algo andaba muy mal... ¿Sería por haber visto la supuesta muerte del director? No tenía idea. Nunca lo había sentido, no sabía qué diablos significaba.
"Peligro"
Peligro, había peligro. Eso me decía el instinto. Estábamos en peligro. Miré frenéticamente a todos lados, no veía nada fuera de lo normal. Todos los alumnos estaban con cara de sorpresa, y algunas chicas, pude notar al saber qué era realmente lo que hacía aquel hombre, estaban intentando contener una sonrisa. Ellas no tenían la culpa de odiarle por haberles arruinado la vida.
"Peligro"
No veía nada, no me daba cuenta de nada. Pero... ¿y si no era yo la que estaba en peligro? Aquella idea me cruzó la cabeza de repente. Miré a Daniel, que me observaba atentamente con el ceño fruncido, y Marco, que parecía estar con la mirada perdida, con cara de susto. ¿Acaso lo traumé al besarlo? ¿Tan mal besaba? Bueno, no es que tuviera mucha experiencia al hacerlo.
"Melody"
¡Melody! Ahora el peligro lo sentía por ella... Mierda, ella no estaba allí, se había marchado a quién sabe dónde. Me alejé del tumulto de estudiantes a empujones, buscándola con la mirada. Ella había dicho que quería vomitar... el baño. Corrí hacia allí. Pero cuando entré estaba vacío. Revisé cada cubículo, pero no había nadie. ¿Dónde se había metido esa chica? Salí al pasillo, y me agarré la cabeza con ambas manos. La última vez que creí que ella estaba en peligro, fue toda una falsa alarma. Pero ahora sentía que era diferente. La sensación era diferente. Sentía que había algo, algo peligroso, que me hacía querer salir corriendo, pero yo aún la quería a Melody, y no podía estar tranquila sabiendo que a ella le podía pasar algo.
Caminé por los pasillos, esperando ver algo, sentir algo, que me diera una indicación de dónde se podría haber metido Melody. El corazón comenzó a latirme con fuerza de repente, y las manos me transpiraban notablemente. Giré por el pasillo a la izquierda, y sin darme cuenta estaba corriendo. Un grito retumbó en mis oídos más de lo que hubiese querido. Melody. Lo sabía, esta vez no me equivocaba, ella estaba en peligro. Los gritos venían de la enfermería. Las piernas corrían prácticamente por sí solas, me frené de golpe frente a la puerta, y la abrí de golpe.
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Las sombras del ayer
Science Fiction¿Qué significa tener una vida normal? Desde luego que no se considera normal haber despertado en medio del bosque, siendo una niña, sin recordar absolutamente nada. No sabía cómo me llamaba, de dónde venía, ni quién era mi verdadera familia. Sólo se...