Capítulo 11

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¿Estaba muerta? ¿Así se sentía morir? Había sufrido tanto la falta de oxígeno, que no estaba segura si esta sensación de que mis pulmones se llenaban de aire era real, no sabía si realmente estaba muerta o no. Pero, cuando me eh imaginado la muerte, era seguir una luz, y dirigirte a ella; yo sólo veía oscuridad. Estaba quieta, no me movía... No era así como creí que sería. Aun así, aproveché aquella enriquecedora sensación de respirar, nunca me sentí mejor al poder hacer algo tan común, como respirar. Inspiré profundamente, y mi cuerpo aceptaba gustoso aquel acto, en el que ingresaba aire, oxígeno puro, sin monóxido de carbono, ni humo, ni otras partículas. Aire limpio. Con cada bocanada, me sentía en el paraíso, mi cuerpo cada vez reponía las fuerzas que había perdido, y se sentía increíble. Mis sentidos volvían... estaba sintiendo, sintiendo aquel aire con olor a plástico, sentía mi cuerpo tendido en algún lugar blando, y mi cabeza apoyada en algo. De a poco, incluso mis ojos querían volver a abrirse. A lo mejor, cuando abra los ojos, vería aquel túnel de luz del que estaba familiarizada.

Sentí... una corriente cuando algo me tocó la frente, que provocó que intente abrir los ojos. Al principio sentí una pesadez al hacerlo, pero luego de unos instantes, los abrí. Parpadeé unas cuantas veces, demasiada luz. ¿Había llegado al túnel? Pero, cuando mi vista comenzó a aclararse, me encontré con unos ojos azules que me miraban desde arriba, inundados en preocupación. Daniel me estaba mirando, atento. Entonces... ¿estaba muerta? ¿Él también había muerto? ¿O seguía con vida?

— ¡Está despierta!—chillaba alguien. Y sabía perfectamente quien era. Giré la cabeza hacia un costado, y Melody estaba mirándome con una sonrisa. Sus ojos parecían mucho más pequeños sin los anteojos. Recorrí con la vista el lugar en que me encontraba; en un auto.

—Eso ya es obvio—le respondió Daniel, de mala gana. Estábamos en el asiento de atrás, él estaba sentado contra la puerta, y mi cuerpo estaba recostado en el asiento, y tenía la cabeza apoyada sobre sus piernas.

—No hace falta contestar así—lo retó Marco, que estaba sentado en el asiento frente al volante, y a su lado, Melody, en el asiento del copiloto. Ambos estaban girados hacia atrás para verme a mí.

—Y no hace falta que me dirijas la palabra—acotó Daniel. Intenté levantarme, pero él me puso las manos en los hombros. —Espera un poco Eva.

—Creí que estaba muerta...—dije, y sentí la voz apagada, tenía algo que me rodeaba la boca y la nariz, una mascarilla. Llevé la mano hacia allí y la toqué con las manos. — ¿De dónde...?

—Fue un pequeño préstamo a una de las ambulancias...—me dijo Daniel con una sonrisa. Toqué un cablecito que salía de la mascarilla, y con los dedos seguí el recorrido, y vi que a los pies de Daniel había un tubo de oxígeno.

—Lo robaste—lo corrigió Marco.

— ¿Y qué querías que hiciera? Lo necesitábamos.

— ¿Estás bien?—me preguntó Melody. ¿Estaba bien? Bueno, estaba viva. Eso ya era todo un logro. Asentí. Me llevé la mano hacia la máscara que me cubría parte del rostro para quitármelo, pero la mano de Daniel se posó sobre la mía.

—Aún no.

— Qué...—comencé, pero los recuerdos volvieron a aparecer como flashes en mi cabeza. ¿Acaso el edificio no se había venido abajo? ¿Cómo diablos es que sobrevivimos? Me senté de un salto, antes de que Daniel pudiera volver a hacerme recostar, y me arrepentí, sentí una puntada en la cabeza. — ¿Qué mierda pasó?—pregunté, frunciendo el ceño. Al notar que mi voz sonaba amortiguada con la máscara, me la quité antes de que alguien me dijera algo. Sentí una pesadez al respirar sin el oxígeno artificial, pero no era la gran cosa. Al menos mis pulmones funcionaban de manera correcta y ya no estaba respirando monóxido de carbono. Marco bajó la mirada, como si estuviera pensando una respuesta, Melody me observaba, debatiéndose si hablar o no hablar. Me giré hacia Daniel, que me miraba fijamente. Examiné su rostro, y algo de lo que no me había percatado antes, era que tenía una herida en el costado de su frente, y tenía la camiseta sucia, rasgada, dejando a la vista unos cuantos raspones y moretones. — ¿Alguien se va a dignar a responder mi pregunta?

Las sombras del ayerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora