Abrí los ojos, con la respiración agitada, y el corazón desbocado. Estaba tirada en el suelo, sobre algo que aún no definía. Pataleé y me senté de un salto, mirando desesperada a mí alrededor. Estaba recostada sobre Daniel, bajo el árbol. ¿Qué diablos ocurrió? Él comenzó a desperezarse en cuanto percibió mi repentino movimiento.
— ¿Qué pasa Eva?—dijo soñoliento, refregándose un ojo.
— ¿Por qué estamos aquí?
—Pues porque viniste...
— ¿Pero no me dijiste que teníamos que irnos? ¿No fuimos a mi casa? Yo la vi, ¡estaba en llamas!—exclamé. Él sólo me observaba con entrecerrando los ojos, claramente no entendía de lo que hablaba—.Mi casa no está en llamas, ¿cierto?
—Pues por ahora no—se encogió de hombros—.A menos que intentes cocinar y prendas fuego todo.
—No es chistoso—le reté—.Entonces... ¿Fue sólo una pesadilla? ¿No nos movimos de aquí?
—No Eva. Sólo te quedaste dormida, y luego me usaste como tu almohada personal. Descuida, no me molestó en absoluto.
Solté un tremendo suspiro, apoyando los codos en las rodillas, echándome el cabello hacia atrás. Lo había sentido tan real... Pero sólo lo había soñado. Mierda. Me estaba volviendo paranoica, y con razón. Mis padres estaban bien, a aquellas horas, estarían durmiendo plácidamente. Al menos estaban bien por el momento. Ya vería la forma de solucionar todo, tenía que hacerlo. No podía dejar que más personas murieran, principalmente por mí. Todo era confuso, hasta mis propias emociones. Hacía sólo unas cuantas horas que estaba demasiado enfadada con Daniel, y ahora estaba allí con él. Ni yo misma me entiendo.
Quizás aquello también se debía a aquello que él podía "influir" mis acciones... no, además de eso, yo sentía que había algo más. Que no era sólo lo que él influía en mí. Una parte de mi, algo instintivo, me hacía querer inconscientemente querer involucrarme en todo este asunto tenebroso que me ponía los pelos de punta. La parte racional en mi cabeza me estaba rogando de rodillas que no me acercara más en todo aquello, que me alejara tanto de Daniel como de Marco, pero mi otro lado, sentía todo aquello con una naturalidad impresionante, tanto que me asombraba y hacía que todo lo relacionado con Daniel me atrajera como una polilla a la luz, aún consiente que me podía destruir de alguna manera.
—Creo que debería volver...—murmuro. Además de la pesadilla, ya de por sí tenía un mal presentimiento, y si ocurría en mi casa, quería estar presente. Estaba muy paranoica sólo por un sueño, pero no podía dejarme estar. Me había ocurrido con aquella explosión que había visto, y luego terminó ocurriendo en realidad. Estaba más paranoica que nunca.
— ¿Ya? ¿Acaso no soy lo suficientemente cómodo para ti?
—Cállate—le digo y me pongo en pie para salir de aquel escondite en el que estábamos.
—Espera, espera...—le oigo decir mientras salía detrás de mí. No me volteé, y seguí caminando rumbo a mi casa. Lo único que quería era estar en mi casa, en lo posible metida en la cama entre mis dos padres, tenerlos junto a mí todo lo que podía ser posible, amándolos tanto o más como lo seguía haciendo en ese momento.
—No quiero quedarme aquí ni un minuto más—digo sin mirarlo. Por un lado me daba igual estaba allí, no era algo que me moría de ganas de salir corriendo, pero el mal presentimiento seguía, y el único sentimiento que me sobrepasaba en aquel instante era el de querer estar en mi casa con mis padres.
— ¿Se puede saber qué diablos te pasa ahora?—farfulla Daniel alcanzándome y situándose a mi lado mientras seguía mi ritmo.
—Sólo quiero irme a mi casa. ¿Acaso eso está mal?—respondo a la defensiva.
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Las sombras del ayer
Science Fiction¿Qué significa tener una vida normal? Desde luego que no se considera normal haber despertado en medio del bosque, siendo una niña, sin recordar absolutamente nada. No sabía cómo me llamaba, de dónde venía, ni quién era mi verdadera familia. Sólo se...