Sentía una terrible pesadez en cuanto me desperté. Como si no pudiera mover mi cuerpo con normalidad. Supuse que toda la energía agotada el día anterior, sumándole el hecho de que casi muero, más los golpes y cortes, comenzaban a hacerse notar de aquella forma. Quería quedarme en la cama todo el día, y no levantarme ni para desayunar. Pero si no lo hacía, mi madre iba a ir a buscarme a mi cuarto a insistirme en que debo levantarme. La amaba. Pero con la experiencia que tuve el día anterior con su mal carácter, no quería que se repita una escena parecida. Ella siempre decía que la educación era muy importante para la vida, para todo, y por ese motivo, tenía que comenzar a comportarme como una joven responsable a temprana edad, de modo que los buenos hábitos se me inculcaran. Tenía razón, pero a veces me parecía que exageraba. Varias veces me había subido fiebre, y a menos que no esté muriendo y tenga que ir a por un doctor, estaba en condiciones de ir a estudiar.
A pesar de todo, la entendía. Ella quería que yo tuviera una buena vida, quería que sacara buenas calificaciones para lograr llegar a obtener una beca para estudios universitarios; y que no termine como ella. Se ganaba la vida dignamente, pero ella quería más para mi vida que lo que podría aspirar una simple costurera. Ella soñaba con que algún día llegue a ser doctora, abogada, ingeniera, arquitecta... Tener una vida de éxito. No era una mala fantasía, claro, pero... a veces simplemente deseaba que no se enfocara tanto en mi futuro. Más de una vez había tenido ganas de quedarme en la cama y no ir a la escuela, pero nunca me lo permitió. En su mente, ella ya tenía toda una vida planificada para mí. Quería que me fuera del pueblo, estudiara, me recibiera, trabajara, formara una familia... mientras que yo, simplemente quería estudiar allí mismo, nada extravagante, quedarme con ella y con mi padre. Cuando pensaba en una beca, deseaba que me la otorgara la universidad de mi pueblo, y no afuera.
Me quedé pensando sobre lo que sería mi futuro... no me percaté de que, ni siquiera sabía que iba a ser de mí ese mismo día. Con las veces que ya había estado a punto de morir en tan poco tiempo... comenzaba a dudar sobre mi futuro. A lo mejor mi destino era no tener futuro. Nunca tuve pasado... ¿Tendré futuro? ¿Tendré futuro en algún punto de mi vida? ¿Cabría la posibilidad para tener esperanza de tener una vida normal? Porque desde luego, mi vida ya lo era todo, menos normal. Se oyeron unos golpecitos en la puerta, seguido de un leve chirrido al abrirse.
—Hora de levantarse. A la escuela—al menos mamá se había levantado con su habitual buen humor.
—Ya voy—me quité las frazadas de encima y me dispuse a vestirme y abrigarme para ir al colegio. Gracias a Dios era viernes. Tendría dos días para no hacer absolutamente nada, y poder deprimirme tranquila sin que nadie me moleste.
Apenas podía pasar el desayuno. Mi cabeza me había jugado una mala pasada, y recordé lo que pasó la noche anterior con Daniel, o mejor dicho, lo que casi pasó. Miraba constantemente a mis padres, que estaban ensimismados en su rutina de todos los días, pero yo tenía esa sensación de que de un momento a otro comenzarían a retarme por haber metido a un chico en mi habitación. ¡Ni siquiera fui yo la que lo invitó a pasar! Pero tampoco le había obligado a marcharse. Había dejado que la situación fluya como un río. Aún estaba confundida. Daniel se había marchado así sin más, sin siquiera decir algo. ¿Acaso los chicos como él solían hacer ese tipo de cosas? No tenía idea. No tenía idea de chicos. Pero sí sabía, que la situación, si él no la detenía, iba a pasar a otro nivel. De repente comencé a sentir calor en toda la cara.
— ¿Estás bien?—me preguntó mi madre. —Te has puesto roja.
—Sí, estoy bien. Será por el calor de la casa...
— ¿Seguro no tienes fiebre?—me preguntó, acercándose y colocándome una mano sobre la frente. ¿Y qué si tenía fiebre? No me permitiría faltar al colegio. Además, no sentía síntomas de estar enferma, ni tampoco quería que se preocupase.
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Las sombras del ayer
Science Fiction¿Qué significa tener una vida normal? Desde luego que no se considera normal haber despertado en medio del bosque, siendo una niña, sin recordar absolutamente nada. No sabía cómo me llamaba, de dónde venía, ni quién era mi verdadera familia. Sólo se...