—No lo entiendo—dice Melody a mi lado, suspirando, apoyando una mano de manera sobreprotectora en el hombro de Marco, intentando reconfortarlo.
—Cuando uno de los nuestros muere, lo sentimos, y sabemos exactamente quien ha sido. Eso sí, sólo sentimos los de nuestra misma jerarquía—explica Daniel, con cansancio, pasándose una mano por el cabello, lucía agotado, como si nunca hubiera dormido antes. Me mordí la mejilla interna. ¿Qué debía hacer? ¿Abrazarlo? Estaba enojada... O eso se suponía, porque no podía estar demasiado molesta al verlo así. Sólo sentía ganas de abrazarlo y llenar su rostro de besos, y decirle que todo iría bien, que él no moriría como Jezabel.
—Pero si muere, ¿no vuelve al infierno?—pregunta Melody nuevamente, ahora rodeando los hombros de Marco con su brazo, notando que él tenía la mirada fija en algún punto, y estaba en shock, sin duda la noticia no era lo que se esperaba, y nunca se debe de haber imaginado que su hermana acabaría muriendo una segunda vez. Y, ésta vez, para siempre. No volvería a verla jamás.
—No, cuando un ángel o un demonio mueren en ese estado, desaparecen por completo...—dice Daniel despacio, apoyando ambas manos en su cadera, mirando hacia arriba un momento. Se notaba que no le gustaba ponerse así frente a los demás, e intentaba recomponerse, hacer como si nada le afectara, como siempre hacía. Entonces pensé en cómo la había visto la última vez, porque yo fui la última persona que la vio, no fue ni Daniel, ni su hermano. Fui yo. Y no estaba como siempre, fría, fina, elegante y aterradora. Era ella quien estaba aterrada de algo. O, más bien, alguien.
—Yo la vi a Jezabel—dije, y todos giraron el rostro para verme con curiosidad, y pidiéndome con la mirada que contara qué es lo que había ocurrido—. La vi... cuando me alejé del campamento... No lucía como normalmente. Estaba desaliñada, con el maquillaje corrido por todo su rostro, despeinada... Nunca la había visto así. Y, también estaba asustada.
— ¿Asustada? Jezabel nunca se asusta—replicó Daniel, negando rotundamente con la cabeza.
— ¿No me crees?—levanté las cejas—. Soy la última persona que vio a Jezabel—miro a Marco—. Tu hermana—añado—. Con vida. La vi, hablé con ella. Pero no diré nada si no están dispuestos a creerme.
Me crucé de brazos. Ya había contado muchas cosas, hecho preguntas que podían exponer a Rose y sus oscuros secretos, pero nadie me creyó. Sólo Melody, y le costó cierto tiempo hacerlo, al principio no le desagradaba tanto como ahora. Pero ellos... parecían cegados por su presencia. Daniel amaba a Rose, y Rose amaba a Marco. Se suponía que eran inteligentes, que por algo los eligieron para aquella misión, pero en esos momentos, no me parecían los más indicados. Tenía teorías bastante aceptables del por qué desconfiar de la humana que sobrevivió varios siglos, pero nadie parecía interesado en escucharlas, en escucharme.
—Habla—dice Daniel finalmente—. Di toda la verdad.
—Siempre digo la verdad, que no me crean es su problema—repliqué.
—Eva, por favor. Necesito saber qué ocurrió con mi hermana—ésta vez fue Marco quien habló, y su voz sonó tan angustiada y baja, que me dolió. No podía no decirle, no podía mentirle, a fin de cuentas, era su hermana, y él la amaba, ella también a él. Eran hermanos, y ese vínculo jamás se había roto a pesar de que vivían separados, con diferentes convicciones y misiones. El único y último deseo de Jezabel, era cuidar a su hermano, alejarlo de Rose, porque, supuestamente, era peligrosa, no era una humana común y corriente.
—Ella me encontraba siempre. Desde que estábamos en aquel hotel lujoso. Me dijo que siempre podía llamarla que aparecería, sabía que nos seguía de cerca—Daniel frunció el ceño, y antes que me dijera algo, lo interrumpí—. Sí, sabía el riesgo que estaba corriendo al no decirles nada... Pero por algún motivo no quise hacerlo. Pero resultó bien, ya que comencé a sospechar de inmediato en Rose. Anoche me alejé de ustedes, y la llamé. Sólo grité su nombre. Al principio creí que no sería cierto sobre eso de que estaría cerca, pero resultó que sí. Pero hubo algo que me inquietó desde el inicio.
ESTÁS LEYENDO
Las sombras del ayer
Science Fiction¿Qué significa tener una vida normal? Desde luego que no se considera normal haber despertado en medio del bosque, siendo una niña, sin recordar absolutamente nada. No sabía cómo me llamaba, de dónde venía, ni quién era mi verdadera familia. Sólo se...