Capítulo 15

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No tenía idea cómo ubicarme entre tanto árbol idéntico, ni cómo encontrar el sitio al que quería llegar. Pero confiaba en mi instinto, era el único instrumento que tenía. Además, últimamente cada vez que sentía... algo, resultaba que realmente debía hacer caso a aquello. Mi instinto actualmente se había despertado y no fallaba nunca. Todo era muy raro y loco para mí, pero de algún modo comencé a acostumbrarme, ya me sentía familiarizado con lo anormal. Bueno, mi vida siempre había sido todo un enigma por resolver, pero nunca me imaginé qué tanto. En algún momento debí saber que mi vida estaba destinada a mucho más que ir al colegio, complacer a mis padres, estudiar una carrera y trabajar, más bien, siempre lo supe, pero no lo admitía. Siempre me había llamado la atención todo lo que estaba fuera de lo normal, en ese momento creí que sólo era curiosidad, pero ahora, me daba cuenta de que había algo más. Mucho más. De no ser por toda la muerte que me rodeaba últimamente, me habría querido involucrar más en todo ese asunto sobrenatural que habían traído consigo Marco y Daniel.

Apenas veía, y técnicamente, no sabía por dónde iba. Sólo caminaba en el sentido en que creía y sentía correcto. Miraba detenidamente cada árbol, en busca de aquel hueco en el que había estado días atrás, dónde sería un excelente escondite para evitar ser encontrado por humanos. Si lo que te perseguían eran criaturas monstruosas, no servía para nada.

Creí que esta vez había hecho mal, que había tomado un camino equivocado, y que no llegaría a donde realmente pretendía, pero un segundo antes de darme por vencida, apoyé la mano en un árbol, para examinarlo, y allí lo vi. Un agujero negro, no demasiado grande, pero suficiente como para meterme. Me acerqué con cautela. ¿Estaría él ahí? Bueno, sólo había una forma de saberlo. Salté al interior.

— ¡Mierda!—gritó Daniel, y yo chillé. Esperaba que estuviera recostado tímidamente sobre una de las raíces, no despatarrado en medio del agujero.

— ¡Lo siento!—exclamé, moviéndome, para apoyar la espalda en una de las raíces, y permitirle que se mueva—.Pensándolo mejor, no lo siento en absoluto.

—Que adorable—murmuró él, acomodándose frente a mí. Moví las piernas, y mis rodillas me rozaban el pecho, y nuestros pies se estaban tocando. Sentí que él tanteó un poco en el suelo hasta que encontró mi linterna. La encendió, y la volvió a dejar en el piso—. ¿A qué se debe tu adorable visita?

—Supuse que estarías aquí. Aunque no estaba cien por ciento segura—respondí—.Quería hablar contigo.... Espera, ¿tú vives en este agujero?

—No, Eva, pero vengo todas las noches, en el mismo horario de siempre, sólo por si te pica la curiosidad y me visitas. Como ahora.

— ¿Has estado viniendo sólo por mí? Es decir, podrías haberme obligado. Así como hiciste aquella vez que me "influenciaste", o como quieras llamarlo.

—No tenía por qué hacerlo—se encogió de hombros—.Siendo honesto...

— ¿Tú honesto?—levanté ambas cejas.

—En realidad, no suelo serlo, pero lo seré ahora. No quería que vinieras, pero tampoco podía dejar de venir yo. Si te daba curiosidad y venías sola... quién sabe qué podría haber ocurrido.

— ¿Por qué no querías que viniera? Entonces el hecho de que tú vengas es una estupidez. Podrías decidir no venir, que a mí me ocurra lo que me tenga que ocurrir, y listo.

—No es tan simple

— ¿Cómo qué no?

—No lo es. Tú crees que todo es blanco o negro, pero hay grises de por medio.

Las sombras del ayerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora