—No entiendo nada. ¿Por qué la tenemos que llevar con nosotros? No la conozco. No me da buena espina. Además, podemos dejarla allí, y llamar a una ambulancia. No tenemos que cargar con ella—mi cabeza estaba a punto de explotar luego de escuchar tantos reproches por parte de Melody. Mi mejor amiga estaba aferrada a mi brazo, ayudándose a caminar, mientras que Marco había tomado en brazos a Rose, y la cargaba nuevamente hacia la estación de servicio. Daniel caminaba a su lado. Ambos cuchicheaban en voz baja, no podía oír lo que decían, pero no me sentía tranquila con todo aquello. ¿No se suponía que debía estar muerto? Aquello había ocurrido hace cientos de años, ¿cómo era posible que siguiera con vida? No era ángel, ni tampoco demonio. Era completamente humana, y seguía con vida, con su apariencia de la juventud. Al menos podía lucir un aspecto espeluznante, digno de una vieja de cientos de años. Pero no, tenía que aparecer con su rostro adorable, y facciones tiernas. Parecía una niña en los brazos de Marco, pequeña, y descuidada.
—No podemos dejarla allí tirada—Marco gira brevemente la cabeza para echarle un vistazo a Melody, y luego volverse hacia la estación de servicio. Caminé con Melody a unos pasos por detrás de ellos. En el lugar seguía sin haber nadie, pero cuando entramos, el cajero no estaba convencido de dejarnos entrar. Salió de atrás de la caja registradora, para detenerlos. Lo que no se esperaba, era que Daniel extendiera el brazo, tomara su cuello con la mano, y de un rápido movimiento partió su cuello. Melody soltó un grito ahogado al ver caer el cuerpo del joven junto a nosotras, pálido, con los ojos ligeramente abiertos. Tomé aire, y aparté la mirada. En ese sentido, me estaba volviendo fría. No me afectaba tanto ver que una persona muriera, y mi teoría, era que me ocurría eso por la sangre demoníaca en mi interior, que parecía estar activándose con el paso de los días. Por un lado, mejor, porque no aguantaría ver constantemente personas muriendo. Al menos así, podía sobrellevarlo, sin tener ningún trauma por lo ocurrido. Para Melody, sin embargo, podía suponer algún trauma a futuro.
—No era necesario matarlo—replicó Marco, recostando a Rose, tendida entre varias sillas, utilizándolas a modo de camilla.
—Claro que sí. Era molesto, y vengo con ganas de matarlo desde que llegamos aquí—masculla, rodando los ojos, antes de agacharse junto a Rose, y examinar su rostro, con los ojos entrecerrados—. ¿Cómo es posible?—pregunta, y supe enseguida que le estaba hablando a Marco, y no a mí. Melody, que ahora se había sentado de un salto junto a la caja registradora, un poco alejada, no dejaba de parlotear y maldecir en voz baja sobre que no debieron traer con nosotros a una desconocida. De a ratos, miraba de reojo el cadáver, y eso no se me pasaba desapercibido. Volví hacia los chicos, y di unos pasos para acercarme a ellos, mirando con curiosidad, a la que parecía ser la famosa Rose. Quería saber tanto sobre ella, y de la nada, aparece en nuestras vidas como un fantasma. Sentía su presencia me atormentaría de alguna manera, y no por los celos en particular, aunque sí, sabía que sentiría celos de ella. Sentía algo extraño en ella, un mal presentimiento, algo que nunca había sentido antes, hacia una persona humana, alguien común y corriente.
—No lo sé. Se suponía que estaba muerta...—murmura Marco, quitando un mechón de cabello del rostro de ella.
—Estaba muerta... yo fui quien encontró su cuerpo—masculla, con los dientes, apretados, bajando la voz, como si no quisiera que escuchemos. Claro que sí lo escuché perfectamente—. Y siempre creí que era un ángel. Que estaba allí contigo.
—No, nunca ha ido al cielo. Yo lo que creía, era que había ido al infierno. Y estaba contigo—replicó Marco, sin apartar los ojos de Rose. Daniel también la observaba como si estuviera embobado. Ambos parecían estar embobados con la chica, que respiraba tranquilamente.
— ¿No fue más fácil preguntarse desde el principio, si es que tanto la quisieron en ese momento?—solté, rodando los ojos. Y cuando vuelvo hacia ellos, ambos me estaban mirando fijamente, como si me quisieran matar con la mirada—. ¿Qué? Sé que ambos estuvieron de ella. Sólo que ella le correspondió a Marco—me crucé de brazos, con los labios fruncidos. No entendía por qué me había enfadado tanto. Rose no me caía ni un poco bien, y no me daba buena espina que ella estuviera allí con nosotros. También me di cuenta de que mis palabras no tuvieron ni siquiera una pizca de tacto, pero eso me daba igual. Daniel no había tenido tacto para otras cosas que para mí eran importantes. Me sentía enfadada. No quería tener a esa chica allí, prefería hacer todo lo que decía Melody en lugar de cuidarla como si fuera mi hermana.
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Las sombras del ayer
Science Fiction¿Qué significa tener una vida normal? Desde luego que no se considera normal haber despertado en medio del bosque, siendo una niña, sin recordar absolutamente nada. No sabía cómo me llamaba, de dónde venía, ni quién era mi verdadera familia. Sólo se...