Suspiré, exasperada. No me sorprendía en absoluto su respuesta. Es decir, ninguno de nosotros era humano. Ni yo, ni Marco, Daniel, y mucho menos Jezabel. Rose sí tenía algo, escondía algo, pero el hecho de decir que no era humana... No simplificaba las cosas en absoluto, necesitaba que fuera más específica si realmente quería que confiara en ella, y le creyera.
—No me digas—digo, rodando los ojos—. Yo tampoco soy humana. Tú tampoco. ¿Qué me quieres decir? Sé un poco más específica, Jezabel—me crucé de brazos. Recordé el momento en que conocí a Jezabel, era la situación a la inversa: ella mostrándose serena, tranquila, segura, y yo, asustada, con miles de preguntas, sin saber qué hacer. Me parecía extraño todo aquello, para empezar, el aspecto de Jezabel era motivo por el cual desconfiar.
—No entiendes... Tienen que alejarla. ¡Alejen a Rose!—exclama, dando un paso hacia mí, sus manos estaban temblorosas, y su labio inferior también temblaba ligeramente. Si era una actuación, lo estaba haciendo demasiado bien. Mi cabeza y mis sentidos coherentes me pedían que no la escuchara, que sólo fingía para salirse con la suya, pero por otro lado, me resultaba raro, y no podía pasar desapercibido aquello, no era algo que debía olvidar o tomar a la ligera.
— ¿Por qué voy a creerte?—pregunto finalmente, dando un paso hacia atrás, impidiendo que ella me tomara la mano, que era lo que pretendía hacer al extender su brazo hacia mí. No podía olvidar cómo se había comportado las primeras veces, simplemente no podía, además de que Daniel había estado enamorado de ella, o aún lo estaba, y eso me molestaba. Ella no me agradaba, y probablemente nunca lo haría.
—Podría odiar todo. Mi vida. Tu vida. El mundo. Todo lo que quieras, es probable que yo tenga odio. Pero no odio a mi hermano. Nunca lo hice, y nunca lo haré—responde, y otra vez, parecía la Jezabel de siempre. No por su físico, pero sí por su seguridad en sus palabras, en su firmeza y determinación en lo que estaba diciendo. No pude no creerle al escucharla hablar así de Marco, de su hermano—. Anda, ve, mantenlos lejos... Voy a informar a los Abaddon...—informó, convenciéndose a sí misma. Ya no temblaba tanto, estaba más segura, más decidida. Ella estaba por marcharse, girarse hacia el otro lado, pero en cuanto me ve allí, su mirada se oscureció, inundada en desesperación—. ¡Vete ya!—volvió a gritarme, y ésta vez no conseguí mantenerme firme en el suelo.
Escuché que Jezabel también se había marchado, y yo comencé a correr. Nunca la había visto así, tan cambiante, y con sentimientos a flor de piel. Sí, al final resultaba que tenía sentimientos. Sólo por su hermano, pero al menos los tenía, y quería protegerlo. Corrí lo más rápido que mis piernas lo permitían, y un poco más también. No era un tramo extremadamente largo para hacer corriendo, pero me pareció que el tiempo había transcurrido jodidamente lento. Casi trastabillo cuando llego, pero llegué a detenerme, con la respiración agitada, interrumpiendo una de las escenas fingidas de Rose, fingiendo inocencia, el papel de pobrecita. Me adelanto, y me paro frente a ella, mirándola fijamente a los ojos.
— ¿Quién eres?—le pregunto, intentando que su expresión o su postura cambie, que tuviera algo que me hiciera sentir segura de lo que estaba haciendo, de lo que la estaba acusando, aunque, no sabía de qué la acusaba. Sólo creía que algo tramaba, y quería quitarle la máscara, poder restregarle a los demás que se equivocaron, y que ella siempre tuvo razón.
—Soy Rose...—respondió con confusión, negando con la cabeza rápidamente—. No sé por qué lo preguntas... Ya lo sabes...—necesitaba paciencia... ¡Me estaba molestando de sobremanera su vocecita de inocente y buenita! No me lo creía. Algo malo tenía que haber hecho para que yo me sienta así para con ella, y que Jezabel también. No todo podía ser porque Daniel estuvo enamorada de ella. Algo más tenía que haber, y no pararía hasta descubrirlo.
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Las sombras del ayer
Fiksi Ilmiah¿Qué significa tener una vida normal? Desde luego que no se considera normal haber despertado en medio del bosque, siendo una niña, sin recordar absolutamente nada. No sabía cómo me llamaba, de dónde venía, ni quién era mi verdadera familia. Sólo se...