—Eso no es gracioso—añade Melody, con el ceño fruncido, sin apartar sus ojos desorbitados de Marco.
—En absoluto, no tiene nada de gracioso—coincide Marco.
—Entonces, debo elegir, no morir, ¿algo más?—pregunto con sarcasmo—. Puedo morir minuto a minuto. Nadie impedirá que si mi corazón se detiene de un momento a otro, sobreviviré.
—Eso no pasará. No morirás por causas naturales, está en tu naturaleza, no puedes morir por vejez, o un paro cardiorrespiratorio, si es eso en lo que piensas.
— ¿Es inmortal?—inquiere mi mejor amiga.
—Es como un humano, puede enfermar, sufrir... Pero los años no serán peso para ella, ni tampoco su cuerpo decidirá por su cuenta dejar de vivir. Podría hacerlo si decide quitarse la vida, pero si lo hace... Ella quedará atrapada de por vida en el Limbo, y tú, y el resto de los humanos, de la galaxia, dejarán de existir.
—Necesito un respiro—le corté, poniéndome en pie, dispuesta a salir de allí. Necesitaba espacio, aire, pensar todo con detenimiento y claridad. Pero sentía que era cada vez más imposible. Quería que todo acabara, que todo volviera a la normalidad, aunque sabía que eso era pedir demasiado.
—Eva...—intentó detenerme.
—No, no voy a suicidarme, pero necesito pensar—respondí de mala gana, sin siquiera voltearme. Abrí la puerta de entrada y me apoyé en el barandal algo podrido y sucio del porche de entrada. Eché la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos, tomando una buena bocanada de aire, sintiendo el aire fresco ingresar por mis pulmones. Apenas había una brisa que hacía que se me erizara la piel, pero lo sentía como si fuera un pellizco para volver a la realidad y darme cuenta que nada de esto era una pesadilla. ¿Acaso debería morir, sólo para acabar con el sufrimiento? No, no podía arriesgarme luego de lo que Marco me había dicho, pero, ¿y si eso no era cierto? Uf, no tenía cómo estar segura de nada. Porque hasta el momento, todo lo que me han dicho, ha sido cierto, que existen criaturas raras y peligrosas, y a su vez angelicales y bondadosas. No, no me quitaría la vida. No dejaría sola a Melody en todo esto, que no era su asunto, pero estaba metida en medio sólo por mí, y no sería justo para ella.
— ¿Pensando?—levanté la cabeza de repente, y miré a mi lado. Justo en el extremo del barandal, estaba Daniel, apoyado de la misma manera que yo. Cuando salí de la casa, me sentía tan abrumada que ni siquiera había notado que él estaba allí. Lo observé un momento, él tenía los ojos levemente entrecerrados, sin quitarlos de mí.
—Estoy abrumada de tanta información—confesé.
—Pues tú eres la insoportable que quiere que le expliquen todo.
— ¿No puedes ponerte en mi lugar tan sólo una vez?—ruedo los ojos—. No es fácil.
— ¿Crees que es fácil morir, y luego tener una vida miserable por toda la eternidad?
—Creí que tu vida era perfecta—contesto honestamente.
—Crees mal—me corrige—. Vivir para servir a alguien sin importar tus intereses por siglos, no es una vida perfecta.
—Ustedes dijeron que, en las jerarquías, bueno, cuando alguien muere y va a El Amanecer, tiene un cargo luego de la transformación y no sé qué, y allí viven en paz.
—Eso es con los ángeles, Eva. Los demonios son todo lo contrario. Los que van a parar allí, es porque hicieron algo mal en su vida, es lo que se merecen.
—Y tú mataste—confirmo, volviendo a mirar al frente—. Creo que, si lo hiciste, tuviste tu razón. No sé si deba ser algo por lo cual condenarte de por vida...
ESTÁS LEYENDO
Las sombras del ayer
Science Fiction¿Qué significa tener una vida normal? Desde luego que no se considera normal haber despertado en medio del bosque, siendo una niña, sin recordar absolutamente nada. No sabía cómo me llamaba, de dónde venía, ni quién era mi verdadera familia. Sólo se...