– ¿Y si nos vamos a la playa? No puedo creer que hayamos venido hasta acá para ir una hora a la playa.
–Amiga, ¿qué te pasa? Te alteraste.
Puso cara de molesta mientras nos reímos.
–Vamos a la playa, dale.
Pasamos todo el día en la playa, hasta comimos ahí. Volvimos algo cansados pero igualmente nos preparáramos para salir, esta vez, los cuatro. Volvimos a ir al mismo lugar, pero en el auto. Agus, por supuesto, se había perdido al minuto de entrar. Con Jenny y Juli no nos despegamos un solo momento, Julián estaba más posesivo que nunca y tampoco queríamos dejar sola a Jenny.
Se separo de nosotras solo para ir a la barra.
–Voy a buscar algo para tomar, ¿quieren algo?
Las dos negamos con la cabeza. La resaca del día de ayer nos duraba. Nos reímos apenas el se fue y lo vi. Mi mirada se congeló, mi corazón empezó a acelerarse y rápidamente busqué a Julián con los ojos.
– ¿Qué pasa, Ori?
–Está Nicolás allá.
– ¿NICOLAS?
–Sh, no grites.
– ¿Qué es lo que hace este pibe? Siempre está en todas, ni acá nos deja de seguir. ¿Te acordas cuando iba a todos los lugares a los que íbamos?
Mi amiga se esforzó en aumentar mi nerviosismo. Recordé esos tiempos y se me puso la piel de gallina. Me daba... ¿miedo?
Al segundo lo vimos acercarse, Jenny se dio vuelta rápidamente intentando que Julián no llegara a nosotros.
–Upa reina, vos siempre donde estoy yo.
– ¿No será al revés?
– ¿Estas queriendo decir que te sigo? Bueno...sí lo hago.
Hice un gesto algo desagradable con mi cara.
–Estas demente.
–Vos me volviste loco.
Empecé a cabecear buscando a Julián.
– ¿Qué pasa? ¿Se van a enojar si nos ven juntos?
No le respondí. Intenté ignorarlo pero era imposible. Hacía comentarios fuera de lugar todo el tiempo y ponía sus manos en mi cintura.
Cuando vi que Julián no estaba en la barra, lo dejé hablando solo y fui en busca de él. Jenny me palmeó la espalda y me hizo una seña con las manos.
–Amor, ¿por qué no vamos a la casa? Quiero que estemos un rato solos.
Le dije pretendiendo salir del lugar lo más pronto posible. Agarró mi mano y dejó su vaso en ella. Y vi lo que no quería ver: su mirada ardía.
–Busca a Jenny, Ori.
–No, no sé donde está y no quiero quedarme sola acá, ¿a dónde vas?
Sí, lo había visto y mi corazón se estaba por salir de su lugar.
Empezó a pasar entre la gente, yo lo seguí intentando no volcar el vaso. Agarré a mi amiga de la mano en cuanto la vi.
–Lo va a matar.
– ¿Ya es hora, no?
–Amiga, Nicolás lo va a matar. Esta loco, en serio.
Fuimos las dos atrás de él. Nicolás lo miraba desafiante, y Julián se prendía fuego.
–Ahora veo porque no querías hablar conmigo, mi amor.
Me dijo en un tono tan asqueroso que me repugnó.
– ¿Mi amor?
Fue la primera frase que le dijo y apenas sentí su voz me di cuenta de lo enfadado que estaba.
– ¿Qué pasa? Deberías agradecerme en lugar de mirarme así, todo lo que hace con vos lo aprendió conmigo.
Creo que fue suficiente como para que el puño de Julián se incruste en su ojo. Una serie de golpes le continuaron, yo gritaba como una loca con Jenny a mi lado. Sentí unas manos atrás mío, giré y ahí estaba Agus: empujándome para separarlos.
–Eu eu, ya está eu. No vale la pena, Juli.
Pronto llegaron unos hombres de seguridad, los separaron rápidamente y acto seguido los sacaron afuera. Corrí con los chicos intentando que la discusión siga allá. Agus buscó el auto rápidamente mientras yo sostenía a Julián. En cuanto estuvo en la puerta, nos subimos y sin decir una palabra fuimos a la casa.
Se sentó en el sillón con ayuda de Agus. Fui a la cocina y busqué un par de hielos. Los envolví en un repasador y volví.
Cuando lo vi quise llorar: Su ojo derecho estaba tan golpeado que casi no se abría, su nariz no dejaba de sangrar y su remera estaba rota y llena de sangre. Me senté a su lado mientras Agus y Jenny subían a sus habitaciones.
Apoyé el hielo en su ojo y el se quejó.
–Perdón.
Le dije y lo apoyé un poco más despacio. Acarició mi mano y lo miré. Era un desastre.
–Va a ser mejor que te des una ducha y te acuestes rápido. Yo te espero arriba, te llevo más hielo.
Asistió y subió las escaleras.
Busqué un par de gasas en el botiquín y subí a la habitación. Lo escuché quejarse cuando entraba en la ducha. Mi cabeza explotaba.
En tan poco tiempo que estábamos juntos, tuvimos mas problemas que cualquier otra pareja en años: El primer episodio con Nicolás, lo de ayer, y ahora esto que era aún peor, el estaba lastimado.
Negué con la cabeza y en cuanto salió lo miré. Estaba en cuero y su torso estaba algo marcado también. Su nariz había cortado la hemorragia pero estaba lastimada. Su ojo estaba igual de horrible.
Se acostó al lado mío. Pasó su mano por debajo de mi cabeza y lo abracé por la cintura.
–Esto es un caos