Busqué a Jenny mientras Juli buscaba el auto, la encontré con Pablo y les sonreí.
–Gorda, nosotros nos vamos.
– ¿Tan temprano?
–Sí, no me siento muy bien.
En realidad no lo había expresado pero había estado toda la tarde con un dolor en el estómago insoportable.
–¿Tomaste mucho?
–No, nada. No sé que será, ya se va a pasar.
Me abrazó.
–Bueno, cuidate amiga.
–Sí, mañana arreglamos para que vengan a la pile, ¿dale?
Asistieron, los saludé y en cuanto abrí la puerta lo vi. La verdad es que esa camisa le quedaba hermosa, y lo hacía más lindo de lo que era, pero no quise repetirlo en voz alta para no aumentar su ego. Le sonreí y vino a buscarme para caminar abrazados al auto.
Mientras caminábamos sentí un mareo incesante, tuve la necesidad de sentarme lo más rápido que pude en el asiento del acompañante, y en cuanto él entro al auto me miró.
– ¿Pasa algo?
–Nada, amor, vamos.
Estuve todo el viaje intentándose convencer de que nada pasaba, estaba bien...estaba...mis ganas de vomitar aumentaban con la velocidad del auto. Abrí un poco la ventanilla sin que Julián se diera mucha cuenta y respire un poco de aire. Me hizo un poco mejor, pero en cuanto pasaron los segundos volvió el malestar. Sentí sus ojos clavados en mí así que tuve la necesidad de disimular.
–Qué loco, ¿no? Que tu prima conozca a Agus.
–Sí, re loco. ¿Te sentís bien, gorda?
–Sí, estoy bárbara.
Estoy bárbara, estoy bárbara, estoy bárbara. Vi que Juli iba a entrar el auto al garaje así que me baje, y mientras lo hacía, aproveche para abrir lo más rápido que pude e ir corriendo al baño. Abracé al inodoro como si fuese mi mejor amigo. Mi panza tenía retorcijos, jamás me había ocurrido esto, ¿en qué me estaba convirtiendo?
En cuanto lo sentí entrar, tiré rápido la cadena e intenté disimular. Mi boca tenía un gusto asqueroso y eso me provocaba más nauseas aún, él clavo sus ojos en mí.
–Anda a acostarte, ya.
Bufé. Si me sobre-protegía cuando estaba bien no me quería imaginar lo que sería estando enferma. Subí a mi cuarto y me acosté en la cama. Lo escuchaba buscar algo, pero tuve que fijar un punto fijo y respirar lo más lento posible para agobiar mis náuseas.
Seguí pretendiendo fingir que estaba bárbara. Pero no funcionó mucho, me levanté de la cama y corrí al baño. Era lo más horrible que me había pasado, no era una descompostura normal, era como...inaguantable. Manotee el picaporte de la puerta y erré, al no poder abrirlo mi tiempo voló y devolví en mi cuarto.
–Genial, ¿algo más desagradable que esto?
Me dije a mí misma. En estos momentos extrañaba a mi mama, siguiéndome para todos lados cuando estaba descompuesta, y encargándose ella de todas estas cosas.
Lo sentí subir a él y cerré la puerta.
–Para, Juli, es un asco esto.
– ¿Vomitaste de nuevo?
–Sí, enseguida lo limpio.
–Lo limpio yo, Ori.
– ¿Qué vas a limpiar vos? Es desagradable, esperame un segundo.
Entré al baño, busqué un trapo, un balde y un secador. Limpié lo mejor que pude y fue una situación tan asquerosa para mí que en cuanto le abrí la puerta a Julián corrí al baño.
Me lavé los dientes y cuando salí lo vi, sentado en la cama esperándome.
–Tomate esto.
Me dio una pastilla.
–Y dormite un ratito, te va a hacer bien.
Asistí y me quedé dormida mientras el me tocaba el pelo.
Cuando abrí mis ojos, lo primero que hice fue mirar el reloj: Había dormido solo una hora.
Él no estaba al lado mío, así que decidí buscarlo. Entre a la cocina y le sonreí, estaba en cuero comiendo ¿melón? Ay no, por favor.
–Que lindo que sos.
Le dije con ternura mientras caminaba hacia él. El me abrazó.
– ¿Estas mejor?
Asistí y sonreí. Sonreí, no mires el melón, sonreí. Ouch, el olor de esa fruta es desagradable. Respira hondo, respirada. Inhala, exhala. Ok, no aguanto más. Corrí al baño y esta vez lo sentí atrás mío. Tomó mi pelo y me ayudo a pararme. Mientras me cepillaba los dientes lo miraba por el espejo.
Me senté en el sillón a esperarlo y me trajo un vaso de agua para sacarme el feo gusto de la boca.Vino a mi lado y vi su cara de preocupación, seguí su mirada y ví mis manos. Se cerraban solas, o algo así. Me saco el vaso de la mano:
–Vamos al médico, ya.