Se fue renegando y Jenny salió de la habitación.
–Whow, ¿ya te cambiaste?
–Son las 12, amiga.
–Ay, déjame bañarme, dale dale.
Me cerró la puerta en la cara y fui a la habitación a maquillarme. El se acostó en el sillón y desde el espejo lo miraba. Sí, confirmado: hay que cambiar el sillón de lugar.
– ¿Me tendría que cambiar?
–Si vas a venir, sí.
Agarré un collar dorado y quise ponérmelo solo. Era un estilo gargantilla así que de tan corto que era, era casi imposible que pueda. El me sonrió y vino casi corriendo. Corrió mis manos y levantó mi pelo. Abrocho la estúpida gargantilla y se quedo ahí, quieto. Sentí su respiración cerca de mi oído y mi piel se erizo, me dio un beso en el cuello y casi muero. Como pude, susurre:
–Anda a cambiarte.
Me miró por el espejo sonriente y se fue, este chico iba a matarme.
Me senté en el sillón a ver televisión, sola. Jenny había entrado a la pieza a cambiarse y a Pablo nunca lo había visto salir de ahí. Julián iba y venía para todos lados.
– ¿Te podes quedar quieto?
– ¿Te molesta si me cambio acá?
Y recordé: había solo dos habitaciones en el departamento, y antes dormíamos juntos. No tenía donde dormir, y tampoco donde cambiarse.
–Anda a la habitación si querés.
Bufó.
–Deja, voy al baño.
Entró al baño y me quede pensando unos minutos, ¿qué tendría que hacer? ¿dejarle la habitación y dormir yo en el sofá? Después de todo, era su lugar, yo tenía una casa y el, ¿no?
Mis pensamientos se cortaron cuando el salió y whow. El chupín negro que tan bien le quedaba, y la camisa que yo le había regalado. Sonreí al verlo y el se hizo el canchero. Mientras se arremangaba las mangas me acerqué a él y puse mis brazos alrededor de su cuello. Cuando terminó, puso sus manos en sus bolsillos y lo hizo más lindo todavía.
–Epa, como vas aflojando eh.
Me acerqué a su oído y le susurré.
–Tenes mal acomodado el cuello.
Le acomodé el cuello de la camisa como pude, sin mirarlo, y sentí sus ojos en mí.
–Ni a palos salías sola así vestida.
–Yo puedo hacer lo que quiera, lindo.
Le sonreí y se puso serio.
–Si me vas a hacer renegar me quedo.
–Vos insististe en venir.
Le guiñe el ojo y Pablo salió de la habitación con Jenny.
– ¿Vamos?
Manejó Julián mi auto hasta el boliche, y apenas llegamos mi amiga me alegró la noche.
– ¿Nos dan un rato de amigas?
Pablo asistió y le dio un beso, Julián se limitó a hacerme 'ojo' y nos fuimos.
–Whow, jamás me imagine que ibas a decir eso.
–Lo sé, yo no soy tan casada como vos.
Me miró.
–Y Pablo no me deja tomar mucho, así que aprovechemos.
Sin dudarlo fuimos a la barra, nuestras noches juntas nunca terminaban bien, siempre terminábamos ebrias, pero las disfrutábamos igual.
Y sí, un trago y luego otro, y luego estábamos bailando cerca de un parlante y después la perdí. Que agradable, ella probablemente esté con Pablo, y el la esta cuidando mientras ella hace pavadas, y yo estoy sola sentada en el piso, apoyándome sobre una pared para no marearme.
Un X se sentó a mi lado, estaba tan borracho que apenas podía respirar. Me paré antes de que empiece a vomitar cerca de mí, y cuando lo hice lo vi. Sí, que raro, con una rubia, y esta vez no era su prima. Bravo.
Había estado haciéndome desear todo el día, cuando sabía muy bien que el estaba en cualquiera. Empecé a caminar para la salida del lugar, me tropecé y un chico me ayudó a levantarme.
En ese momento sentí su mirada en mí. No sabía que pasaba, sentía que me miraba incluso cuando no lo estaba mirando. Vino rápidamente hacia mí y corrió al otro chico.
– ¿Estas borracha? ¿Otra vez?
Descuida, tranquila. No le digas nada, no le digas nada. No están juntos, histeriquear, y ¿qué mas?
–Me quiero ir.
Le dije y el asistió.
–Vamos.
–No, vos quédate.
Que estas muy ocupado, pero ¿no? Para que iba a decirlo.
–Vamos, dale.
Me agarró de la mano para guiarme a la salida y evitar que me tropezara e hiciera un papelón otra vez. Creo que durante la vuelta a casa me dormí porque no recuerdo nada, solo haber bajado del auto y subirme al ascensor mientras él tocaba mi pelo.
Cuando entré al departamento una luz se prendió dentro mío y por alguna razón empecé a decir todo lo que no quería.
– ¿Para eso querías venir? ¿Por eso insiste tanto, eh?
–Estas borracha, acostate.
El estaba tan tranquilo y yo tan alterada que en cualquier momento se iba a prender fuego algo.
– ¿Eso querías? ¿Qué te viera en tu mambo? ¿Qué te viera estar con minas, mientras yo estoy borracha porque no tengo otra cosa que hacer porque mi amiga esta con chico y yo estoy mas sola que un perro?
–Ori, acostate.
–No, no voy a acostarme. ¿Sabes que voy a hacer?