Me separé rápidamente de él dando un salto hacia atrás.
– ¿No ves que siempre arruinas todo?
Fui hasta la cocina y el me siguió.
– ¿Por qué?
–Por qué sí, y basta.
No dijo nada, cuando me di vuelta lo vi.
– ¿Te podes poner una remera? Te haces el lindo y te cagas de frio.
–Bueno, che.
Me di cuenta que fue hasta el baño y agarro una, ¿la dejaba ahí para que yo me la ponga, como lo hacía antes? Sacudí mi cabeza por décima vez en el día y me di vuelta.
– ¿No vamos a hablar?
Lo miré.
– ¿Para qué querés hablar?
– ¿Cómo para qué?
–Bueno, ahora no quiero hablar.
– ¿Y cuándo?
Ay por favor, ¿cuánto más podía aguantarlo?
–No sé.
– ¿Mañana?
–No sé, te digo que no sé.
–¿Pasado mañana?
–Julián si no te dejas de joder no vamos a hablar nunca.
–Ok, ¿hoy puedo salir con ustedes?
Le sonreí, y el a mí. Sonó el timbre y el puso cara rara.
–No.
– ¿Para que me sonreís si me decís que no?
–Para que te des cuenta que tenes que disimular un poquito más.
Le guiñé el ojo y fui a abrir la puerta. Había hablado con Agus para que venga a visitarme, no lo había visto por un tiempo y lo extrañaba. Apenas le abrí se me tiró encima y me alzó, yo enredé mis piernas en su cuerpo y nos abrazamos fuerte. Siempre habíamos sido muy efusivos pero el hecho de que Julián esté mirándonos nos provocaba más, a los dos. Nos separamos y me dio un beso en la cabeza.
–Hola mi amorrrrrrrrrrr.
–Te extrañe, loca.
Dejo de abrazarme y lo miró a Juli. Se hicieron una seña con la cabeza y yo los miré. Jenny me había dicho que estaban pasando tiempo juntos, supongo que debido a las fiestas que tenía Agus, así que imagino que su relación había mejorado un poco....hasta que llegué.
Después de saludarlo a él, me miró.
– ¿Vamos a tomar algo?
– ¡Sí!
Le dije entusiasmada y Julián clavo sus ojos en mí. Se mordió el labio y negó con su cabeza: No podía creer que tenga ganas de hacer cosas con Agustín y no con él.
Antes de irme, le dije un poco irónica:
–Decile a Jenny que me busque ropa para hoy a la noche.
Me sonrió sarcásticamente y nos fuimos.
Caminamos hasta el parque y nos sentamos en el pasto. Pensándolo bien, probablemente cualquier persona que nos vería, pensaría que seríamos pareja, pero ni a él ni a mi nos importaba mucho.
– ¿Así que te lo estas llevando de fiesta en fiesta?
Lo bueno de conocerlo hace mucho era ir directo al tema y evitar cualquier vuelta.
–No sabes lo que era a la semana que te fuiste, era un trapo de piso.
Se acostó en mis piernas y yo lo miré desde arriba, muy atenta.
–Ni siquiera le mandaste un Whatsapp, yegua.
– ¿Me crees si te digo que ni siquiera tengo su número?
Me reí. ¿Qué tan extraño era eso? Habíamos hasta dormido juntos. Agus sacó mi celular de mi bolsillo y me escribió su número, yo le sonreí.
– ¿Y ahora qué?
–Nada, ahora nada. El está de joda y yo lo lloré tres meses, que pelotuda.
Me dije a mí misma, sí. El se encogió de hombros.
–Pensa en él también, Ori. Te fuiste de un día para el otro, pasó de tenerte todos los días a que no le mandes ni un mensaje, apenas sabía que estabas viva por lo que Jenny nos contaba.
– ¿Jenny le contaba mis cosas?
–Estaba insoportable, ¿qué parte no entendes? Se que no te va a caer muy bien, pero fui yo el que lo invitó a salir conmigo por primera vez, no lo podía ver así, era un moco andante.
–Que agradable.
Y le pegué.
–Igual no me molesta que salga, antes de irme le dije que haga su vida. Es chocante llegar y verlo así pero que se yo, no éramos novios.
–El te ama.
Me dijo y el corazón empezó a trotar.
–Te juro que te ama.
Suspiré.
– ¿Y qué se supone que tengo que hacer?
–Hacete rogar un poco.
Le sonreí, tenía la mezcla perfecta entre una amiga y un amigo.
–Pero deja de hacerlo sufrir, se hace el duro pero está mal, de verdad.