Cuando entramos, prendí la luz con algo de miedo. El entró atrás mío y me explicó:
–Jenny pagó tus impuestos, chanta.
– ¿En serio?
–En realidad lo hizo, pero con tu dinero.
–Buen punto.
Le dije y me reí.
–Anda a cambiarte, dale.
Asistí y corrí a mi cuarto. Mire un rato todo, hacia tanto no estaba ahí. Después de unos momentos salí al parque y lo vi, ya en la pileta.
Me senté en el borde a mirarlo, como la primera vez que estuvimos en mi casa. El sonrió y supuse que pensó lo mismo que yo, cuando lo vi venir hacia mí y alzarme como cuando me besó.
–No me tires, porfi.
Le rogué y el largó una carcajada.
–Antes me rogabas que te bese, chanta.
Pase mis manos por su cuello y le dije.
–Quiero que me beses.
Y así lo hizo. La verdad es que recordé lo incómodo que era besarnos en esa posición, pero el romanticismo terminó cuando sí, nos tiro a la pileta.
– ¿No ves que siempre arruinas todo?
– ¿No ves que siempre arruinas todo?
Me hizo burla y me salpicó con el agua.
Nos quedamos un rato chapoteando y mimándonos hasta que decidí ir a buscar algo para comer. Desde la cocina lo vi sentarse en el pasto y fijar su mirada en un punto fijo, sonreí al ver la tranquilidad que lo inundaba. Prepare unas tostadas y exprimí un poco de naranjas, y fui hasta el. Me senté a su lado y lo mire.
– ¿En qué pensas?
–En nosotros.
Me dijo con esa naturalidad que tanto lo naturalizaba y me hacia estremecerme. Un poco temblorosa, le pregunte:
– ¿Qué pasa?
–No sé, ¿no sentís que esta vez sí?
–Esta vez sí, ¿qué? No entiendo, amor.
–Que esta vez podemos estar juntos, bien. ¿No sentís eso?
Le sonreí: era tan lindo.
–Sí, lo siento.
Y ahora me sonrió el a mí.
– ¿Entonces, tenes ganas?
– ¿De que?
Creo que la respuesta era muy obvia pero por algún motivo tuve la necesidad de preguntarle.
–De que esta vez nos la juguemos por el otro, de que esta vez seamos solo vos y yo.
Me le tire encima divertida y caímos al pasto, yo arriba de él. El paso sus manos por mi cintura y me besó. Cuando nos separamos me alejó un poco de él para mirarme a los ojos:
–Hola, novia.
Me dijo bromeando y yo le sonreí.
–Si Jenny estuviese acá probablemente estaría gritándonos.
–CHUBISSSSSSSSSS.
Dijimos los dos al unísono. Siempre es bueno recordar a nuestra amiga y creo que esa frase es la que la caracteriza.
Un par de horas más tarde estaba cambiándome luego de darme una ducha. Diablos, si que tenía poca ropa en mi casa. Antes de volver al living, mire mi celular.
Whatsapp. Julián.
Me aburro, novia.
Sonreí, que pesado que era. Baje sin responderle y apenas lo vi en el sillón, tirado como de costumbre, le dije:
–Basta con el novia, novio.
– ¿Por qué, novia?
Me reí en voz alta y le tire un almohadón.
–Eso no fue tierno.
Me dijo mientras me sentaba a su lado.
–¿Invitamos a los chicos a cenar?