Me desperté con el sonido provocado por la vibración del celular en la mesa. Me estire con un poco de cuidado para no despertarlo, apenas me moví, él aparto su brazo de mi cuerpo y se acurrucó para el otro lado, completamente dormido. Sonreí al verlo y agarre el celular.
Whatsapp. Jenny.
¿Puedo salir o están en pelotas? No tengo ganas de empezar el día así.
Espera un rato.
Me levanté y pise mi ropa. Me cambié y fui hasta el baño para higienizarme. Antes de salir agarré su remera y sonreí, tenía la costumbre dejarla ahí y su olor inundaba el cuarto.
Abrí la puerta de la habitación de Jenny con cuidado y ella salió, gritando en voz baja.
–O sea sí, estaban en pelotas, que agradable; y no, no vamos a hablar de la foto chubi que pusiste en el Whatsapp, ¿en qué estabas pensando?
Me reí. Tenía el don de empezar el día hablando mucho, incluso hasta cuando estaba no muy bien.
–Hola, ¿no?
Vino hacia mí y me dio un beso.
–Hola amiga. Perdón, estoy con un poco mucho de resaca.
–Sí, yo también. Casi vomito cuando me cepille los dientes.
–Antes de irme a dormir miraste una película conmigo y lloramos como dos forever alone. Me despierto y estaban durmiendo juntos, ¿en que momento paso? Antes eras chévere.
Largué una carcajada ante la expresión de Jenny y ella rápidamente me callo. Ambas miramos a Juli y siquiera lo había notado.
– ¿Vamos a tener que hablar todo el día así para que este marmota no se despierte?
Me sonreí y sí, estábamos susurrando. Me acerqué al sillón y le di un beso en el cachete. El rápidamente abrió los ojos y sonrió: era tan lindo.
Jenny le hizo un gesto con la mano y le dije:
–Anda a la pieza a seguir durmiendo.
Asistió y sin hacer mucho escándalo camino hasta la habitación. Hace cuanto no lo veía así, como más me gustaba: en calzoncillos y todo despeinado.
Mi amiga se rió y fue hasta la cocina, la seguí. Mientras preparaba el desayuno me senté a mirarla.
–Entonces, ¿qué pasó con Pablo?
–Nada, cuando te perdí a vos me senté un rato en la barra para descansar los pies, vino un pibe, me pagó un trago y me lo chape, que se yo.
Me daba gracia la despreocupación que tenía al respecto.
–Después apareció Pablo, JUSTO EN ESE MOMENTO.
–Ni me lo digas.
Le hice una seña con la mano, ¿cuántas veces me había pasado?
–Y nada, se calentó. Volvimos caminando y no me dio ni su campera el muy forro.
Me reí.
–Al menos te acompaño.
–Sí, me acorde de cuando corrimos a Julián por todo el boliche.
–Que pelotuda, ¿no?
–Bastante.
Me hizo caras y sonreí.
– ¿Entonces se arreglaron?
–Si, que se yo. Me tiene podrida, no me puedo enojar mucho tiempo, siempre cocina o hace algo tierno para demostrarme que es perfecto.
–Esta bueno, sí.
Le hice una cara y ella se rio.
–Saca esa foto chubi, haceme el favor.
– ¿Qué querés que ponga?
–Una con la diosa de tu amiga, podría ser.
Me reí y active la cámara. Nos sacamos una foto juntas y la puse.
Justo cuando apreté el botón de salir el celular vibro. Whatsapp. Julián.
¿Me contas por qué te duro tan poco la foto conmigo?
Me reí. Uno más insoportable que el otro.
Tu amiga dice que es chubi.
Decile a mi amiga que ya voy a hablar con ella y vos vení a darme un beso, mala.
Levante la mirada y la miré a Jenny. Sí, definitivamente me leía la mente.
–Sí, sí. No hay problema, anda.
La abrace un poco rápido y fui hasta la habitación.