Capítulo 38: El chico del corazón roto.

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"Conocí a una chica que nunca se le vio sola. 
Como agua dulce tibia en su boca,
ella ató el tallo en su lengua para mí.
Nos enamoramos y ahora ambos estamos solos." 

El mes que aconteció pasó más rápido de lo que yo hubiera pensado, el rumor del cáncer de Louis se esparció tan rápido como una plaga por todo el campus —como si no hubiera sido suficiente con que también se esparciera el chisme del caso de su padre—. Dado a ello, Lauro y yo temíamos porque Cez quisiera aprovecharse de la situación; pero hasta el momento no había sido así.

-Shin, ve a dormir, mañana tienes clases.- Pedí en un susurro mientras tocaba el hombro del albino, quien con el dorso de la muñeca se tallaba su ojo por el cansancio.

-Pero, ¿y si se siente mal? ¿Y si necesita algo?- Susurró volteando a verme, bajo sus ojos grandes se remarcaban ojeras largas de noche en vela. Le miré, no diciendo nada por momentos, únicamente mirándole el rostro y pensando...

Shinem era una persona que entregaba todo de sí y eso ciertamente me carcomía la mente. Siendo a poco tiempo de conocer a Louis aquí estaba, apoyando al castaño de una y mil maneras sin importar que tanto le afectara en su vida. No podía creer que hubiera personas así de buenas; y muy dentro de mí...eso lo odiaba.

-Yo me quedaré esta noche.- Le sonreí de lado tratando de darle confort.

-Si necesitas algo, no dudes en llamarme...- Se despidió, con un beso en la mejilla y no pude evitar oler su aroma al pasar a mi lado. Los pantalones me apretaron en la entrepierna.

Me quedé unos cuantos minutos ahí, parado frente a la cama blanca donde casi calmado descansaba el cuerpo de Louis. Se notaba tan demacrado que me costaba mirarlo sin pensar en que tenía cáncer. La verdad es que había comenzado a tratarlo a base de quimioterapias y otros tratamientos de los cuales no quería saber; sin embargo los días posteriores a estas lo único que hacía Louis era respirar y tomarme de la mano.

-Toby...- Me llamó más que nada en una especie de lamento, alcé la mirada de inmediato y me di cuenta que con la cabeza recostada en la cama me miraba un poco. Poco a poco iba bajando de peso, la piel comenzaba a pegársele en la cara y prominentes ojeras comenzaban a enmarcar su mirada azulina.

No dije nada, se me hizo un nudo en la garganta al verlo así y mi mente (haciéndome una mala jugada) había comenzado a recordar cuando le conocí. Me acerqué a tomar su mano entre las mías, tratando de darle confort incapaz de decir nada; Louis únicamente suspiró pesadamente para volver a cerrar los ojos con cansancio.

Lo volví a mirar, detenidamente bajo las sábanas blancas y el suero que se le estaba suministrando, le vi como un fantasma y sin darme cuenta comencé a compararlo: Sus regordetas mejillas, sus pecas tan marcadas entre su piel clara, como el azul tan peculiar de sus ojos resaltaba más en la noche, la forma de su boca, su olor a tabaco; extrañaba ese Louis.

Me recargué en la cama con la cabeza apoyada en su mano fría, conteniendo dentro de mí el impulso de aventarme por la ventana. Hasta el propio peso de mi cuerpo y el cansancio del día me ganó.

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¡Pip!¡pip!

El sonido estrepitoso de mi celular me hizo brincar hasta el techo, daban las 6:00 am y el número del celular de Lauro se remarcaba en la pantalla.

Me levanté, alejándome lo más posible de la cama de Louis y contesté susurrando, con el corazón a tope y la garganta seca.

-¿Lauro?- Bostecé entre la pregunta, mirando de reojo a Louis, quien para mi sorpresa seguía tan dormido como antes.

Enséñame a amar (yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora