Capítulo 30 (Decisiones duras)

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Yo: ¿De verdad Vero? – digo levantándome de un bote del sofá – Dios mi niña me estaba imaginado ya lo peor Vero – digo llorando – Ahora enseguida estamos allí – digo llorando más fuerte - ¿Esta bien Vero? ¿Le ha pasado algo?

Vero: Tranquila Lula tu hija está bien – dice intentando tranquilizarme – solo está asustada y quiere veros.

Yo: Pásamela por favor – digo tragándome las lágrimas para poder hablar bien con ella.

Noe: Mami!!! – escucho como llora – perdóname yo no quería ser una carga para ti y para papa y me escape – dice respirando cada vez más rápido.

Yo: Mi amor tranquila vale? – digo intento calmarla – Mama y papa van air enseguida a buscarte, estas con la tía Vero no te preocupes – digo mientras me limpio las lágrimas – Te amo pequeña te amo mucho

Noe: Yo también te amo mucho mama – dice ahora más tranquila.

Cuando me quiero dar cuenta y cuelgo Antonio ya está en la puerta con las llaves en la mano esperándome. Salimos corriendo en busca de mi pequeña. Joder en Valencia ¿Cómo se le ocurre irse tan lejos y sola?. 4 horas de camino, me voy a volver loca. Quiero verla ya, saber que está bien, abrazarla. Mi niña que se pensaba que iba a ser un cargo para nosotros, pobrecita mía, lo tiene que estar pasando fatal. Antonio conduce sin hablar, pobrecito él también estaba asustad, normal su hija de 10 años enferma de leucemia desaparece y no va estar asustado, anda que tu también Malú.

Yo: ¿Sabes lo que me ha dicho la niña cuando se ha puesto al teléfono? – digo mirando a Antonio, que me hace un gesto para que continúe – que no quería ser una carga para nosotros que por eso se había ido – digo aguantándome la llorera – lo tiene que estar pasando fatal joder y yo no puedo hacer nada – digo sin poder aguantarme más la llorera.

Antonio: Mi amor ya cálmate – dice acariciándome la pierna – si puedes cariño dándole todo tu amor igual que se lo voy a dar yo – dice mirándome aprovechando que hay un semáforo en rojo – hay que tener esperanza de que la niña aguantara hasta que nazcan sus hermanitos – me pone en la mano en la barriga – ella es fuerte y yo se que lo ara.

Asiento no muy convencida y me pongo a mirar por la ventana. Ojala el Señor nos escuche y cuide a mi hija hasta que mis niños nazcan. No podría soportar el perderla, me sentirá tan culpable de no haber podido hacer nada. Cuando la recojamos no me pienso separar ni un minuto de ella, no me va importar nada más que ella. Quiero quitarle esa idea de que es una carga para nosotros de la cabeza. De tanto pensar al final acaba cayendo en los brazos de Morfeo. Todavía queda un camino largo y se me pasara más rápido si duermo un poco.

Narra Noelia

Sin darme cuenta estaba en un autobús, rumbo a Valencia. No se muy bien porque lo cogí, fue el primero que paso y aquí estoy. El autobús esta medio vacío y estoy muy asusta a decir verdad. No se qué voy hacer cuando baje, ni donde voy air. A las 4 horas llego a Valencia, bajo y hace bastante frio. Voy caminando por la calles sin rumbo. La calles están medio vacías y me extraña para ser una ciudad, pero normal las horas que son y el frio que hace. De tanto caminar acabo en un parque sentada en el césped. Miro para todos los lados y aquí tampoco hay mucha gente solo dos o tres familias.

Vero: Luciaaaa - esa voz – Lucia cariño no corras – son Vero y Lucia, y vienen hacia aquí.

Lucia: Noe? – dice parándose enfrente de mi – Mira mamiii la prima está aquí

Vero: Cariño ¿Qué haces aquí sola? ¿Y los papas? – dice abrazándome

Yo: Eee...no están e venido sola tía – digo deshaciendo el abrazo.

El desafío de NoeliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora