Capítulo 2.

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Haymitch

Apenas entre a la casa pude ver como varias de mis cosas estaban esparcidas por toda la sala.

Había pedazos de vidrios en un par de lugares, fue ella descargando toda la furia que seguramente ahora sentía hacia mi. No la culpaba, después de todo no era conciente de lo mucho que la estaban lastimando mis palabras, y si había un culpable, ese era yo.

Seguí revisando por la cocina, el estudio, el baño e incluso el patio lleno de gansos, tratando de encontrarla. Trague saliva esperando que esa mujer no se haya atrevido a cometer una locura. Katniss haría el gran honor de clavarme una flecha si algo le pasaba.

Trate de recordar en que lugar podría estar y fue así de rápido como reaccione.

Cada vez que Effie tiene una pesadilla duerme en mi cuarto. Por costumbre suelo quedarme dormido en el sofá, pero al escuchar sus gritos trato de ir con ella, llevándome la sorpresa de encontrarla acurrucada entre mis almohadas.

Finjo estar borracho para luego acostarme a su lado, esperando hasta que se duerma. Un gesto MUY noble de mi parte.

Trate de ser rápido al subir las escaleras para ir directo hacia mi habitación. Sin embargo, me encuentro con que la puerta esta cerrada con llave.

Sabias que vendría por ti princesa, pensé, con una sonrisa de lado.

Luego, me dispuse a tocar tres veces esperando que abriera.

-Se que estás ahí adentro, ahora abre.

-¡Vete!

Al menos con ese grito sabia que seguía respirando.

-Cariño, ambos sabemos que no te haré caso. Así que abrirás a la cuenta de 3 o si no, ¡yo mismo la tiro abajo!

No quiero verte ni hablar contigo!

-Uno.

-¡Quiero que te marches!

-Dos.

-¡Por favor!

-Tres-me pase ambas manos por el rostro-, te lo advertí preciosa.

De una fuerte patada cayó abajo, permitiéndome el paso hacia dentro.

La vi sentada en mi cama, con la cabeza apoyada en sus rodillas. A diferencia de antes, ahora solo llevaba puesto una simple camisa mía que solía usar como camisón.

Conociéndola esto no era típico en ella, podría decirse que hasta la confundiría con otra mujer si no llevara aquella peluca, pero aun mantenía esa rata muerta sobre la cabeza.

Me senté a su lado dispuesto a escuchar todo lo que tenía que decirme, pero a cambio solo escuche un sollozo de su parte, seguía llorando. Me reclame por hacerla llorar, odiabam verla en ese estado.

No había mucho que decir, lo único en lo que soy bueno es haciendo que la gente sufra. No debí haberle ofrecido mi casa, podríamos haber evitado todo esto.

-¿Qué hice mal?

Permanecí callado, sin poder mirarla a los ojos cuando dejo de esconder su rostro entre sus rodillas para observarme.

-Tan solo llevo tres meses aquí Haymitch, y se nota que tu entusiasmo no es el mismo que tenías cuando recién llegue. Después de todo lo que pasamos juntos, ¿me sigues odiando?

-No cariño, yo no te odio. Solo necesito tiempo, ¿de acuerdo?. No es fácil verte con esa ropa sin traer el recuerdo de lo que el Capitolio nos hizo durante la rebelión, y antes de eso.

-Estuve encerrada Haymitch, pase un martirio en esa celda, sabes que no fue fácil regresar a mis viejas costumbres. Y de todas maneras no hay día en el que no desquites tu odio conmigo con cualquier excusa.

Su voz estaba se oía entre cortada, y realmente no se de donde saque las ganas para buscar su mirada, sus ojos reflejaban todo el dolor que ella sentía.

-Haga lo que haga, en tu mente sigo siendo una perra del capitolio, ¿verdad? Una más solamente, no tengo nada especial, ni siquiera en las noches que..

-No quise decir eso. Sabes que no puedo controlarme, menos si el dolor de cabeza me esta matando. Y tus quejas no son algo que ayuden mucho cielito.

-Podrías dejar de beber o intentar al menos, al igual que en el trece.

-¿Quién te asegura que podré hacerlo de nuevo?, las pesadillas no serán fáciles de enfrentar sin ahogarme en alcohol.

-También tengo pesadillas, y tu me ayudas con eso, déjame hacerlo también.

-Duermo con un cuchillo bajo la almohada. Podría lastimarte si dejara que te acerques cuando estoy en medio de una pesadilla.

-Antes solíamos dormir juntos, ¿recuerdas?. No me llegaste a lastimar en ningún momento.

No estaba seguro si esta vez sería igual a las demás. No había nada que me confirmará del todo que estabas a salvo de mi.

Pero al no querer borrar la chispa que había en sus ojos, me arriesgaría.

-Intentaré, pero no prometo nada.

-Gracias Mitch.

Se acercó hacia donde estaba recostado, para luego abrazarse a mi cuerpo.

Había pasado mucho tiempo desde hicimos un contacto físico como este.

-Pero quiero algo a cambio.

-Pide lo que quieras.

-No quiero que vuelvas a usar esas horribles pelucas, ni el maquillaje.

Nuestras miradas conectaron, sin corrernos de la posición en la que estábamos.

-Muestra como eres realmente cariño.

Asintió junto con una pequeña sonrisa que apareció lentamente en su rostro.

-Oh, y por cierto, no vuelvas a decirme Mitch.

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