Capítulo 11: La final

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Por supuesto que de un día para el otro el tipo de dolor profundo con el que Emma cargaba no se iría, pero el lunes cuando se levantó por la mañana se sintió considerablemente más en paz consigo misma y su sufrimiento. Estaba preparada para encarar la semana complicada que tenía por delante.

Aquella mañana la cocina estaba sorpresivamente vacía. Recordaba que las mañanas eran multitudinarias cuando todo había empezado, pero luego de un largo trecho, sólo quedaban un puñado de personas. Caer en la cuenta, además, de que sería su último lunes desayunando allí, de pronto la hizo sentir nostálgica. Ni siquiera se había acabado y ya comenzaba a extrañarlo todo.

-Buen día - saludó a Gladys y a las otras dos cocineras - ¡qué pocos somos hoy!

-Buen día - saludaron las demás.

Emma comenzó a prepararse su desayuno, como solía hacer, cuando por la puerta apareció Vittorio.

-Explíquenme porqué me levanté tan temprano - comentó con un gran bostezo.

-Probablemente porque querías tener un desayuno a solas conmigo - bromeó.

-Oh, por Dios, ¡qué es lo que ven mis ojitos! Emma sin una remera con frases extrañas - su comentario le resultó tan raro que simplemente lo miró - ¿qué? Siempre andas con esas remeras tan... Emma.

-Tengo remeras sin frases, para que sepas - por alguna razón aquella mañana cuando se vistió no se sintió con ánimos para ponerse una remera con frases ingeniosas, por lo que optó por una simple remera blanca, junto a un jean negro, un chaleco de hilo rojo y chatitas negras.

-A esta altura, honestamente pensé que no tenías.

-A lo mejor debería cambiarme y ponerme tu remera favorita - Emma todavía recordaba el ataque de risa que había tenido el italiano cuando apareció una mañana con una remera que decía Fuck you. Se había convertido en su favorita desde ese entonces.

-No me importaría.

-¿Cómo es que ustedes están discutiendo tan temprano? - preguntó Jeff, uno de los tiernos integrantes de The crazy ones.

-No estábamos discutiendo - soltó ella.

-¿Acerca de su falta de remeras raras? Sí, a mí también me sorprendió - comentó el adolescente.

-Yo apenas puedo pensar - agregó Ethan, entrando a la cocina.

-Eso pasa porque sos un adolescente - le comentó Vittorio. Gladys y las demás cocineras sonreían, acostumbradas a las ocurrencias de Vittorio por la mañana.

-Cierto que Vittorio tiene cuarenta años, chicos. Recuérdenlo - bromeó.

-Ya quisieras a este cuerpito maduro - ninguno puedo aguantar la risa.

Comprender que sería la última vez que se reuniría con Tulisa para saber qué cantaría, la hizo tomar real consciencia de que todo eso se acabaría al final de la semana. Todavía recordaba la duda y el anhelo que había sentido al entrar en el concurso, pero fundamentalmente recordaba el regocijo y la felicidad que su estadía en la casa le había traído. Si perdía, Emma se preguntó si podría volver a Manchester y a su antigua vida, fingiendo no haber experimentado todo aquello. Supo entonces que, pasara lo que pasara, se dedicaría a la música y seguiría ese camino, sin importar lo cuesta arriba que se le hiciera. Había sabido desde hacía años que el escenario era el lugar en el que quería estar y luego de haber experimentado en carne propia la adrenalina que corría por sus venas al estar allí arriba, supo que no podría dejarlo de lado.

I don't have The X FactorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora