Capítulo 4: Feeling good

124 13 0
                                    

  Emma quería hacer un berrinche por todo el maquillaje que le estaban poniendo. Tenía ganas, incluso, de levantarse y gritar a pulmón:

                -Eso es petróleo entrando en mis venas - pero no lo hizo, sabedora de que el maquillaje entraba dentro de los términos del contrato.

                Hacía dos días que estaba instalada en Londres, en una bonita y enorme casa, después de mes y medio de silencio de parte de la productora. Cuando el llamado llegó, simplemente hizo las valijas, le dijo a la Sra. Schuester que se ausentaría unas cuantas semanas, le preguntó si podía guardarle un puesto en la panadería, solo por si las cosas no salían como deseaba, y se fue. Le avisó a David, y por supuesto a Ingrid, pero a nadie más. No había hablado con su padre desde que se había ido de la casa.

                Aquel día un productor la había llamado a la mañana temprano para hacerle saber que en dos horas debía estar en el estudio, para grabar los equipos de cada mentor. Emma no había entendido mucho, pero creía que se refería a las imágenes que pasaban antes de que uno de los concursantes cantara.

                Debía reconocer, sin embargo, que no se veía mal, a pesar de todo el maquillaje en su rostro. Las pecas no se le notaban para nada, pero sus ojos resaltaban muchísimo más de lo que parecía posible para ella. Se veía luminosa y sexy y le gustaba esa sensación. Sus ojos tenían un bonito tono champagne que hacía resaltar el negro de sus irises, mientras los labios tenían un sensual tono rojo oscuro.

                Aún no le hacían nada en el pelo, pero esperaba que no fuese algo demasiado exagerado. El día anterior, una camioneta la había recogido a ella y a las otras tres concursantes para pasar por la peluquería. Por fortuna, el simpático homosexual que la atendió, no solo le dijo que tenía un cabello precioso, si no que sólo recortó las puntas, alegando que era un precioso corte el que traía. Cuando la peluquera del canal llegó, Emma supo que estaba en buenas manos. Se veía como una profesional y aquello le gustó. Al final, terminó por hacerle unas suaves ondas, dándole el movimiento y el volumen que su pelo usualmente no tenía.

                Emma esperaba con ansias que alguno de los vestidos que había en los cuatro percheros en la habitación le viniera bien, a su estilo y su complexión. Para fortuna de Jennifer y Karen, habían encontrado vestidos casi de inmediato. Sarah y ella, por el contrario, batallaron un poco más. La morocha hasta tuvo que pedir ayuda a una de las estilistas.

                -Okei, necesito ayuda - dijo en voz alta.

                -¿Qué necesitas, cariño? - le preguntó la amorosa vestuarista.              

                -No puedo encontrar un vestido que me venga bien.

                -Tranquila, cariño, algo encontraremos - la animó la vestuarista.

                Estuvieron cerca de diez minutos revolviendo los percheros, mientras Karen se burlaba de ella con una risa divertida. Terminaron por dar con un mono negro. No era algo que Emma usaría normalmente, aunque en circunstancias normales no usaría nada de eso, pero se sentía bastante cómoda. Tenía un escote corazón, sin breteles, la cintura alta y el pantalón era apretado hasta el tobillo.

                -Me gusta - dijo en voz alta cuando se lo probó.

                -Te queda lindo, sí - coincidió Sarah y la estilista.

                -Pero tendrás que recogerte el cabello, cariño - comentó la peluquera, que todavía seguía por allí peinando a Karen.

I don't have The X FactorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora