Capítulo 7: Hot stuff

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  -Hoy es la semana de disco - exclamó emocionada Tulisa, el lunes por la mañana, cuando se reunieron.

-Okei - contestó Emma, ligeramente dudosa. Conocía el género, pero nunca había cantado nada de él y no tenía idea si le supondría un reto o no.

-¿Estás emocionada? - le preguntó Tulisa, que sí mostraba emoción.

-¿Más o menos?

-¿Qué? Anímate, que cantarás Hot stuff.

-Ok - contestó, poco motivada.

-Oh, me siento dolida. ¿Nada de "me gusta esa canción"? ¿"Buena elección, Tulisa"?

-No lo sé, no me siento particularmente feliz con la música disco.

-¿Por qué no?

-En realidad, quiero cantar jazz - confesó con timidez.

-Lo sé, cariño, pero Simón tiene razón y debes tener variedad. Tenemos que saber que eres capaz de cantar cualquier cosa - Tulisa hizo una pausa, mientras la miraba a los ojos con intensidad. Le tomó las manos y las golpeó con las suyas - tómatelo como un desafío, ¿de acuerdo? Estoy segura de que lo harás genial.

No estaba particularmente entusiasmada, era verdad, pero aún así le imprimió la mayor cantidad de energía a los ensayos, procurando que cada una de sus presentaciones fuese mejor. Quería evitar todo lo que pudiese estar entre los peores de la gala.

-¿Te parece si salimos el viernes, después del ensayo general? - le preguntó Vittorio, muy entusiasmado. En circunstancias normales, le diría que sí, pero sus hermanos vendrían esa semana y quería estar para ellos, a pesar de que no tenía idea qué día exacto aparecerían.

-Vienen mis hermanos para festejar mi cumpleaños - le comentó con una mueca.

-¿Cuándo cumples años?

-El viernes. Veintitrés años.

-¿Veintitrés? ¡Eres una niña! - se burló.

-Tampoco te hagas el cincuentón, porque solo tenés un año más que yo.

-Pero en años de perro eso es mucho más - aventuró él con picardía. Emma no tenía idea cómo funcionaba su mente, pero agradecía que Vittorio hubiese llegado a su vida para llevarle un soplo de aire fresco.

-El punto es que no puedo, aunque podríamos cenar los cuatro juntos - propuso, queriendo que sus dos mundos confluyeran.

-¿Una cena con tus hermanos? Emma, ¿quieres presentarme como tu novio? - y se carcajeó, con esa risa ruidosa y limpia que tenía. La morocha sonrió.

-Tienes razón, no aguantarías la presión. Será mejor que me busque otro hombre - la broma era clara, pero Emma pensó con sinceridad que nunca podría encontrar otro hombre. Para ella siempre sería Frederick. Su cumpleaños del año pasado había sido un completo desastre, con llanto y gritos de por medio, aludiendo morirse por no tenerlo. Había sido una época difícil de su vida, pero nada que un buen disco de jazz, yoga y unas esporádicas visitas al psicólogo no curaran. Matthew, su psicólogo, había sido fundamental en su crecimiento, haciéndole ver que Frederick querría que ella siguiera con su vida y a pesar de que ahora lo entendía, todavía seguía aferrándose a la idea de que él podría volver. Era una ilusa.

-¿Otro hombre? No, solo yo puedo hacerte feliz, mi doncella.

-Sabes qué doncella significa otra cosa, ¿cierto? - se burló.

I don't have The X FactorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora