Capítulo 12: Sorpresas te da la vida

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 -1.76 y su recibo - le dijo a la señora, entregándole el paquete envuelto por encima del mostrador. Después de un par de meses en la panadería, podría hacer aquello con los ojos cerrados.

-Gracias, cielo - le respondió la Sra. Willis.

La tarde estaba bastante tranquila, por lo que Emma se dedicó a leer un libro mientras escuchaba silbar a Sra. Schuester. Tammy, la otra empleada, seguía llevando las bandejas recién salidas del horno que Michael les daba desde la trastienda. El olor a azúcar quemada le estaba abriendo el apetito.

-Ya son las seis y media, querida, ¿por qué no te vas? - le preguntó la Sra. Schuester, recostándose en el banco. Por la forma en la que acomodaba la pierna, Emma podría saber que le dolía la cadera. La habían operado hacía unos cuantos meses, pero sabía que en los días húmedos se sentía incómoda.

-El trato era que me iría en cuanto viniese Nathan, ¿recuerdas, Gertudis? - le contestó con cierta insolencia. Nathan era su nieto, que, después de la secundaria, venía a ayudar a su abuela mucho más dispuesto de lo que estaría un adolescente normal de diecisiete años.

-Ya lo sé, cielo, pero llegarás tarde a tu clase - le gustaba la Sra. Schuster. Le gustaba el modo en la que la trataba y cómo le gustaba consentirla. Prácticamente la había adoptado como otra nieta más. Le hacía acordar mucho a los abuelos Smith y eso la enternecía. Se había encariñado mucho, no solo con la dueña de la panadería sino con todo su personal. Eran gente amable.

-Sabes que Sean no es muy estricto con el horario.

-De todas formas, Ethan sabe que no puede demorar mucho - se quejó.

-Es un niño. Se debe de haber quedando con alguna chica.

-¿Alguna chica? No creo, si ese muchacho está muerto por vos - comentó Tammy con gracia. La otra empleada había sido la primera en notarlo y no dejaba de molestar al muchacho siempre que podía.

-Deja de atormentarlo - le dijo, compadeciéndolo. Todavía recordaba cómo sus hermanos solían molestarla cuando le gustaba un chico en la escuela.

-¡Ahí viene! - exclamó su abuela, alterada.

-¿Qué te entretuvo, Ethan? - quiso saber Tammy.

-Un trabajo - se excusó de inmediato el adolescente.

-Sí, claro, ahora le dicen trabajo - se burló la treintañera.

-Ethan, sabes que no puedes llegar tan tarde - lo retó su abuela, pero cualquier reto era adorable viniendo de parte de Gertudis - Emma tiene que ir a sus clases.

-Lo siento, abuela. Lo siento, Emma - se disculpó con una mueca.

-No te preocupes, Eth. Yo no tengo apuro - y le guiñó el ojo, para hacerle saber que todo estaba en orden. Tammy se rió por lo bajo.

Después de la gira de The X Factor por Gran Bretaña e Irlanda, le tocó volver a la realidad, y esa realidad implicaba trabajar. De modo que todas las tardes Emma hacía unas cuantas horas en la panadería, en donde la Sra. Schuster la había recibido como si nunca se hubiese ido. Luego de la panadería, solía tomar clases de guitarra y de canto. Tras haber perdido en The X Factor necesitaba perfeccionarse. Estaba convencida que había perdido por haber hecho algo mal, de modo que al volver a Manchester se había inscripto en una academia. Sean era un excelente músico y se había convertido en un buen amigo, que era lo que más valoraba.

I don't have The X FactorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora