Capítulo 32: Milán

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-Si no nos vamos pronto perderemos el vuelo - anunció Max por décima vez.

-No puedes ayudar en nada más, Emma - dijo Liam.

Los alrededores del hotel estaban alborotados. Emma se había despertado sobresaltada a las cuatro y media de la mañana. Se escuchaban ruidos extraños en el exterior. Muchos gritos y... ¿eso eran tiros? Estaba dudando si salir al balcón cuando volvió a sobresaltarse: alguien golpeaba la puerta con fuerza.

-Son disparos, Emma. Quédate con nosotros - le hubiese gustado decir que las palabras de Ringo la habían asustado o incluso la expresión fiera que tenía Bud, pero Emma se había distraído con los abdominales de Ringo y no le avergonzaba admitirlo.

-¿Disparos? ¿Qué? ¿Qué pasa con el resto? - escupió, de pronto preocupada por un ataque real. Sus jefes eran estrellas internacionales de la música y, tal como se lo había mencionado Niall en una ocasión, recibían amenazas a diario. ¿Era aquello un ataque orquestado contra sus jefes?

-Todos a resguardo - a juzgar por las palabras de Bud, los cinco cantantes parecían estar encerrados en un bunker de guerra.

-¿Qué carajo está pasando? - preguntó, volviendo a sobresaltarse por el sonido de un disparo. Parecía una zona de guerra allá afuera. Siempre había creído que Holanda era, como solían ser todos los países nórdicos, pacífico y civilizado, pero no era lo que parecía estar sucediendo.

A las seis de la mañana el gerente del hotel se había dedicado a pasar habitación por habitación, haciéndoles saber que lo ocurrido tenía que ver con un operativo de Interpol y que estaba todo bajo control.

-Perfectamente seguro - repetía una y otra vez. Emma estaba segura que no quería perder un cliente.

-¿Qué es lo que pasó? - preguntó

-Desmantelaron una red de trata de blancas - la única mujer de la habitación casi vomita por la frialdad con la que el gerente dio la información. Como si se tratara de la incautación de una granja de hormigas. Realmente quiso vomitar.

-¿QUÉ? - gritó.

-Sí, por lo que me dijo el jefe del operativo - comenzó diciendo, ignorando por completo el desprecio en el rostro de su huésped - venían trabajando en este caso hace unos cuantos meses. Al parecer, en la manzana de abajo estaba la sede central. La parte administrativa, digamos.

-¿Qué significa eso? - quiso saber Emma, poco empapada del tema.

-Por lo que me dijo, era el lugar donde convergían todas las operaciones.

-¿Operaciones? - preguntó Bud.

-Sí, saben lo que quiero decir. Allí convergía toda la logística del negocio del tráfico y parece que están detrás de tres peces gordos, que manejan mucha droga también.

-Oh, por Dios - fue todo lo que dijo Ringo.

-Nos dijeron que esta zona era segura, que la parte más roja se encontraba más al norte - la profesionalidad en la voz de Bud era admirable.

-Y lo era. Al menos eso pensábamos, pero nuestros vecinos dirigían el negocio más rentable de Ámsterdam - la neutralidad y monotonía de su voz, lo relajado de su postura y la frialdad de sus expresiones la enfermaron. Emma quería realmente vomitar.

I don't have The X FactorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora