La gente pasaba de un lado a otro cruzando el Pont des Arts pero nosotros continuábamos abrazados porque el tiempo se había detenido aquí en París.
- Pensé que te había perdido.
Unas cuantas lágrimas cayeron sobre mis mejillas pero juraría que se habían cristalizado porque el frío nos congelaba aunque estábamos dándonos calor.
- Fui un tonto. Yo sé. Pero entré en razón.
Harper había callado durante tanto tiempo lo que sentía, que se había dado cuenta de que no podía perderme por culpa de su inseguridad. Le había costado tanto tiempo dejar de ser un amigo para convertirse en lo que ahora es.
- Además, hay tanto francés presumido por aquí y tú eres tan hermosa, que no planeaba dejarles el camino tan fácil.
- En ese caso, me alegra que estés aquí. La verdad es que nunca me han gustado los franceses.
- ¡Ah! Pero si te puede gustar un inglés, un alemán, un italiano.
- Tampoco. Sólo me gustas tú.
Sé que soy muy cursi, pero Harper había sacado ese lado mío que reprimí desde lo que pasó con Nathan. También había dejado que yo desbordará mis instintos para besarlo de la forma en la que lo hacía cuando lo tenía enfrente. Justo como ahora.
* * *
El agua de la Fuente de los Mares nos caía en el cuerpo. Estaba fría. Tanto o más que el aire que golpeaba esa madrugada a París.
Entre corte y corte la gente del staff se acercaba para cubrirnos con chamarras y una que otra manta pero aún así teníamos frío. Estábamos semi desnudas.
La lencería que estaba usando era negra con aplicaciones de brillantes. Medias y tacones altos. Este comercial me hacía sentir como dentro de un escena de una película del cine francés pero en blanco y negro. Escuchaba la música jazz y la voz de Edith Piaff en cada toma.
Jugábamos a ser mujeres parisinas disfrutando del jazz, del vino, de la belleza y elegancia de los rincones característicos de París.
Nos tocó caminar para un enorme riel que llevaba la cámara por toda la Place de la Concorde, con el Obelisco de fondo, para después estar iluminadas por la Torre Eiffel.
Así pasamos gran parte de la madrugada, hasta que amaneció.
- Ni parece que estuviste modelando lencería para tu papá. Dijo Jackie.
- Preferí no pensar en eso entre toma y toma.
Había estado tan nerviosa, tanto, que ni siquiera pude caminar en la primera toma. Fue como si me hubiera puesto los tacones por primera vez. Pero los ánimos de las otras flores fueron los que hicieron que respirara profundo y me dejara llevar.
Este día no tenía que ser Sophie, ni la niña gordita que alguna vez fui, sino una mujer sensual, segura de si misma y de su belleza.
Eso era lo que cualquier mujer, de cualquier parte del mundo, debía sentir. Yo quería ser ese ejemplo. Nadie tiene derecho a hacerte sentir que no vales.
Harper me abrazó en cuanto me puse la pijama dentro del camper que estaba afuera de unas de las locaciones.
- Lo hiciste muy bien.
- ¿Te gustó?
- Pues, me voy a poner un poco celoso cuando escuché a otros hombres admirándote, pero les diré orgulloso que eres mi novia.
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Memorias de una Ex-Gorda
RomanceLa suerte de Sophie cambia por completo, cuando un día, se convierte en modelo para la marca de lencería más famosa del mundo. De ser una sombra entre los rascacielos, el tráfico y el caos de NY, pasa a convertirse en una top model, it girl, e inf...