26. 500 Días con Sophie

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Con Harper el tiempo pasaba muy rápido. Era algo que ocurría desde que salía con él como amigos.

Era tan ocurrente, tan extremo a veces. Pasaba de las ideas más comunes a las extravagantes en segundos y siempre, siempre, cargaba con su cámara para todos lados. No pasaba ni un instante antes de ya existiera un momento guardado en su cámara.

- Voy a salir a caminar un poco.

- No quieres que te acompañe.

- No. Porque no te quedas y juegas un poco con Pat.

- Quiero ir a buscarle algo para su cumpleaños.

Estas paredes me estaban asfixiando porque nos habíamos quedado encerrados en el ático porque no quería verle la cara a Marcia, y muchos menos a mamá.

Las llaves del auto de papá estaban en el garaje donde seguramente estaba de necio haciendo algún trabajo de mecánica o carpintería. No sabía estar quieto.

Mi teléfono empieza a timbrar dentro de mi bolsa.

- ¡Amiga!

Es la voz de Jackie.

- Me tienes muy abandonada y tuve que enterarme de todo lo que ocurrió en la fiesta por Frida y Fernanda.

Todo pasó tan rápido ese día que me olvidé por completo de contarle a Jackie que Harper me declaró su amor pero eso no era lo que ella quería saber.

- ¿Cómo te fue con Samuel?

Ya ni siquiera me acordaba de ese penoso incidente.

- Bien.

- Así, nada más.

- Si.

- Está demasiado hot. Hablé con él y me dijo que lo flechaste. ¿Dónde estás?

- En mi pueblo. Papá se puso un poco mal y vine a visitarlo.

- Entiendo. ¿Cómo está él?

- Bien. Ya mucho mejor. Tu, ¿Dónde estás?

- En Cancún.

- ¿La playa?

- Se me había olvidado contarte pero una revista mexicana me invitó a ser la portada de enero. Las locaciones son en una playa de aquí.

- ¿Cuándo regresas?

- En unos días más. Espero verte pronto.

- Si. Yo también. Jackie. Debo dejarte. Voy a manejar.

Antes de colgar Jackie me mandó un abrazo.

Espero verla a m regreso en NY.

Entré al garaje. Ahí estaba papá arreglando una silla de madera.

- Papá, aún estás convaleciente.

- Ya me siento bien.

- Deberías descansar. Deja eso.

- No. Tu viejo no está tan viejo.

- Está bien. Como quieras. Voy a salir a comprar unas cosas. Puedes prestarme tu auto.

- Te acuerdas que cuando eras pequeña siempre me dijiste que cuando fueras grande mi carro iba a ser el tuyo.

Ni siquiera me acordaba de eso. Hay tantos recuerdos de mi infancia y adolescencia que borré de mi cabeza cuando llegué a NY porque me lastimaban.

Memorias de una Ex-GordaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora