31- El tío Kris

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*Narra Connor*

Veo a mi padre salir y plantarse en la entrada de la casa. Es de noche, pero eso no me impide ver que me espera con los brazos cruzados.

—Hola... —saludo al llegar.

—Connor —bloquea mi paso.

—¿Sí?

—¿Crees que es normal desaparecer una semana y volver sin explicaciones?

—Ah, eso. No pensé que te importaría —desvío la mirada hacia la oscuridad.

—Las obras que teníamos que terminar se han quedado a medias porque has faltado a tu trabajo, ¿crees que el dinero cae del cielo? ¿Con qué dinero pago mi tabaco ahora?

—No me gusta trabajar con esas personas —miro con enfado a sus zapatos—. Fui a la Isla Vampírica para ayudar a los padres de Arturo.

—Ya, he escuchado eso. ¿Te sientes un héroe ahora? Cuidas de otras familias, pero olvidas a la tuya porque no te apetece levantar unos condenados ladrillos. ¿Por qué eres tan egoísta? ¿Te he criado así? —me golpea la cabeza con un dedo—. No voy a darte de comer durante un mes, sigue alimentándote con lo que te hayas alimentado estos días, ya que eres tan independiente. Entra dentro y hazme la cena.

—No quiero —digo con miedo.

Mi padre me mira con ojos saltones y vuelvo a bajar la mirada.

—¿A quién le importa lo que quieras? Soy tu padre.

—Entonces sé amable conmigo.

—Amable —se burla—. ¿Te han enseñado modales los vampiros? ¿La sanguijuela que has traído a la aldea te ha educado? Si quieres mi amabilidad, mátala. Harás algo bien en tu vida.

Le miro a los ojos.

—La quiero.

Su cara enrojece de ira.

—¿Cómo dices? ¡Atrévete a repetirlo! Los vampiros han matado a miles de tus antepasados, desde siempre hemos luchado contra ellos.

—La tradición nunca será una excusa. Quédate tú con el rencor de aquellas personas que dices que murieron y que ni conoces. ¡Sigue viendo a todos los vampiros iguales!

—¡No te he criado para que ahora estés de parte de...!

—¡Tú no me has criado! —doy un paso hacia él—. ¡He aprendido a leer solo! ¡He trabajado por ti! ¡Te he hecho de comer! ¡Yo te he criado!

Una bofetada me cruza la cara, haciendo que mi cabeza se gire hacia la derecha bruscamente. El golpe es tan fuerte que se produce un pitido en mi oído.

—Estoy harto —elevo la voz—. ¡Harto de esta mierda!

—¡Te pego porque me importas y quiero que aprendas!

Me quedo un momento sorprendido por su muestra de afecto tan repentino.

—¿Ah, sí? Déjame pegarte yo para que veas cuánto me importas a mí.

Mi padre abre y cierra la boca, sorprendido por mi osadía. No podría dañarlo físicamente aunque me lo pidiera. No soy tan estúpido como para comportarme como él.

—Lárgate. Tu madre estaría muy decepcionada de ti.

Le doy la espalda y me alejo con los ojos vidriosos.

*Narra Arturo*

Me apresuro hacia el aullido de socorro.

Veo a Diego alejarse con las manos en los bolsillos, silbando. ¿Habré escuchado mal? Desde la entrada de mi casa, Kris me saluda con una mano.

La chica del cabello de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora