4- Peligro

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*Narra Evelyn*

La luz de la luna me ilumina, convirtiéndome en una fácil presa. Soy como un faro pidiendo a gritos la atención de barcos asesinos. Será mejor que me esconda. Corro con lo que me queda de fuerza y trepo un extraño árbol. O debería decir... común, ya que todos los árboles aquí son extraños.

No peso mucho, así que escalo con facilidad y las ramas soportan mi peso. Este árbol es grueso, llamativamente recto y sus ramas desnudas cubren todo el tronco.

Durante mi escalada, parto sin querer una rama al ejercer una excesiva fuerza sobre ella. El sonido me sobresalta y susurro una disculpa al árbol; siento haber estropeado una obra de arte.

Para no desaprovecharla, afilo sus puntas con mi cuchillo. Al ser completamente recta, resulta una lanza de doble filo. Podré usarla para defenderme sin acercarme mucho a mi oponente.

Distingo un lobo con una herida en el pecho, ¿será Arturo? Él podría ayudarme a salir de aquí.

Aunque pocos son los que llegan a controlar a la bestia en las noches de plenilunio, quiere decir también que existe la posibilidad de hacerlo. Y Arturo se ve bastante inofensivo ahí sentado, rascándose una oreja. Sin mencionar que unas horas atrás recibió una herida de muerte. Estará debilitado a más no poder. Debo al menos intentar volver a mi mundo, por mi abuela.

Mis pies tocan el suelo y camino hacia él. y Arturo se gira hacia mí.

—Soy yo... Evelyn —susurro. Se levanta y me enseña los dientes. Si es esa su forma de sonreír, da miedo—. También me alegra verte.

El lobo gruñe y saca sus zarpas. Aprieto la lanza, dudando de que forme parte de la minoría que controla a su bestia interior. Se intentó. Debí prestar más atención al libro de la historia de los hombres lobo, pero ¿cómo iba a saber yo que realmente me encontraría con uno?

—No hagas nada raro, te dejé inconsciente una vez y puedo volver a hacerlo —me recuerdo en voz alta.

Camina en círculos, rodeándome, con sus ojos en los míos. Debo pensar en algo rápido. ¿Huir? Me alcanzaría tarde o temprano; además, llamaría la atención de otros. Segunda opción, entretenerle de alguna forma hasta que amanezca y vuelva a su forma humana. Por desgracia, aún queda muchísimo para que salga el sol. Arturo se prepara para saltar. Puedo volver a atravesar su corazón. No tengo mucha fuerza, pero mi puntería es algo en lo que puedo confiar a ciegas.

El lobo salta, dejando al descubierto su tronco. ¿Qué hago?


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La chica del cabello de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora