37- En marcha

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*Narra Arturo*

Preparo lo que necesito para el viaje y me despido de mis padres. Estarán bien en la aldea, espero que retomen su vida. Kris me espera en la entrada de la casa.

—¿Ese es tu equipaje? —me pregunta él.

—Sí.

—¿Un par de calzoncillos y pantalones en la mano?

—¿Qué problema hay? Tienes un bolso ahí.

—No es un bolso. Es un zurrón de viaje.

—Lo que sea —le lanzo mi ropa, divertido—. En marcha.

El camino hacia el bosque es silencioso, hasta que decido formular mis dudas en voz alta.

—¿Se llega a pie a Haeky?

Kris recibe mi pregunta con una carcajada.

—Estamos yendo hacia mi portal. Soy un guardián, custodio uno de los portales que conducen a Haeky y mi trabajo consiste en recoger magos por estos alrededores.

—¿Me enseñarás magia?

—Soy mago, pero no enseño magia. Asistirás a la escuela de Haeky, allí te enseñarán mejor que nadie. Veo que te vas interesando... y has accedido sin rechistar.

—Ya me vi haciendo magia, así que me lo creo.

—Pensé que no te querías separar de Evelyn.

—Así que tú también. Desde que he despertado, la gente ha estado bastante pesada nombrándome a la hija de La Sanadora, ¿por qué?

—A juzgar por cómo protegiste a la ignis anoche y la visión que tuviste de ella antes de tu despertar, diría que es alguien importante para ti —me mira con un brillo curioso en los ojos.

—¿Hice yo eso? No recuerdo... ¿Qué es ignis? ¡Eh! ¿Estás de nuevo rebuscando en mi mente?

Me obligo a imaginarme a Kris bailando en un vestido de piña, con sus piernas peludas al aire.

—¡¿Qué ha sido eso?! —Kris aparta alarmado la mirada de mí—. Sabes perfectamente que soy alérgico a las piñas.

Lo que hay que hacer para proteger la privacidad de uno.

—No quieras saber qué imaginaré la próxima vez que mires sin permiso.

—Así que ya te atreves a amenazarme —camina mirando hacia delante—. Tienes lagunas mentales, Arturo. Sonará difícil de creer, pero los recuerdos en donde aparece Evelyn están modificados o eliminados.

—¿No me lo has eliminado tú para llevarme a Haeky?

—Ya te he dicho que tengo reglas muy estrictas con respecto a eso. Y no, no he sido yo. Podría haber ocurrido por el duelo de anoche, protegiste a Evelyn y por poco mueres en el intento; tu mente tal vez la relaciona desde entonces como alguien que pone en peligro tu existencia, por ende la ha bloqueado. Pero dudo que eso sea posible, eliminar todos los recuerdos de una persona en específico no es algo que pueda ocurrir a la ligera. Sin embargo, resulta más inquietante pensar que lo ha hecho alguien más, adrede. ¿Tienes algún enemigo que sepa utilizar la magia?

—No, los pocos magos que conozco no tienen razones para hacerme esto. O eso creo... El responsable, si es que existe, podría haber eliminado sus propios recuerdos de mí. Imagino que no es tan estúpido como dejar esos cabos sueltos.

—A no ser que espere que pienses eso, entonces dejándote recordar al sospechoso lo hace menos sospechoso.

Resoplo. Me da curiosidad, pero los recuerdos de una chica no es algo que me interese especialmente.

—¿Cuánto falta para llegar?

—Ya casi estamos.

Kris dibuja con el dedo una circunferencia en el aire, lo bastante grande como para que entremos los dos. Hace unos movimientos con las manos, acompañados de unas palabras y un escupitajo hacia el centro de la figura. La circunferencia se convierte en un círculo luminoso. ¿Por qué todo lo mágico transmite luz? Recordaré la pregunta para hacérselo a algún profesor.

—Ya está listo —me toma de la mano.

—¿Es esto necesario? —señalo nuestras manos entrelazadas.

—Sí, si no quieres acabar en un lugar diferente y desconocido. No recomiendo soltar la mano de los guardianes cuando viajas por su portal.


*Narra Evelyn*

No puedo creer que Arturo se esté marchando sin despedirse de mí.

Sobre la escoba restante, lo busco desde las alturas. Si va al mundo de los magos, quiere decir que cruzará un portal.

Veo a dos figuras frente a una fisura luminosa. Son ellos, Arturo y el guardián. Saludaré a Arturo después; si les hago saber con antelación que estoy con ellos, lo más seguro es que no me permitan cruzar. Me extraña que caminen de la mano, pero no lo pienso mucho. Espero a que pasen juntos.

Momentos antes de que cierre el portal, me cuelo tras ellos. Antes de salir, bajo de mi escoba y le aplico un hechizo minimizador. Clavo la diminuta escoba en mi cabello, a modo de horquilla.

El nuevo mundo me congela las pestañas.



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La chica del cabello de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora