55- Sentencia

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*Narra Evelyn*

Reviso una vez más el mapa, confirmo que es el Palaciom lo que veo desde la distancia.

Mi escoba se detiene con brusquedad, al igual que mi respiración. Es ella.

—¡Evelyn! —dice mi abuela, parando una escoba nueva frente a la mía—. No vuelvas a marcharte sin decirme nada. He estado buscándote arriba y abajo.

—Has sido tú, ¿verdad? El abuelo Alan, Vane, Zed, las memorias de Arturo...

Su forma de mirarme cambia. Noto su cansancio, la magia prohibida debe de estar consumiéndola.

—Han sido sacrificios necesarios, cielo.

—¿Necesarios? ¿Qué se supone que necesitas?

—Necesito que colabores en esto, Evelyn —me toma de las manos—. Hagamos esto por las buenas, ¿de acuerdo?

—¿Qué necesidad tenías de modificar la memoria de Arturo? —retiro mis manos con brusquedad—. ¿Tan importante era que incluso sacrificaste al abuelo?

—Necesitaba que Arturo accediera a marcharse y probar el portal a Haeky. El abuelo Alan no tiene nada que ver conmigo, Evelyn. Él es el padre de La Asesina Escarlata.

Cierro los ojos. No quiero mirarla. ¿Quiere decir que La Sanadora no es la madre de La Asesina Escarlata, sino la madre de mi padre, el Consejero? ¿Tan fácil admite que ha estado mintiéndome durante todos estos años? Como si no fuera importante, como si no necesitara perdón porque tiene excusas.

—No eres ignis, ¿verdad?

—Sigo siendo tu abuela.

—No lo entiendes. Me da igual si eres la madre de mi padre o de mi madre o de ninguno de los dos. ¡Me has mentido cuando confiaba en ti!

—No tenía otra opción; tienes que ser comprensiva, Evelyn. Ven conmigo, con La Recompensa podremos revivir a tu padre. Murió de manera injusta protegiendo a La Asesina Escarlata, ¿recuerdas?

Así que era eso. No será madre de La Asesina Escarlata, pero está tan enferma como ella. He estado buscando mil excusas para mi abuela, pero ella no me ofrece ningún consuelo. Su corazón está enterrado junto a un muerto y ha estado esperando a que se me aparecieran los poderes para entregarme. No tengo nada más que decirle.

Miro hacia atrás; Arturo, Marshall y Dack me miran. No sé cuándo me alcanzaron, pero han escuchado lo suficiente para dejar de discutir. Aplico el hechizo de invisibilidad sobre mí y escapo sobre mi escoba, dejándolos atrás.

El Palaciom está cerca, pienso llegar antes de que entiendan lo que trato de hacer. Mi meta no ha cambiado. Si puedo proteger al resto de los ignis, lo haré. Pero no dejaré que La Sanadora se salga con la suya. No podrá entregarme si decido entregarme primero.

Irrumpo en el Palaciom abriendo el portón con el impacto de mi cuerpo. Tropiezo y ruedo por el suelo; el hechizo de la invisibilidad se rompe. Ante mí, cinco pares de ojos me miran desde lo alto de sus asientos. Es el Consejo de Magos.

Mi abuela llega segundos después, frenando su escoba y tirando de mi brazo para levantarme del suelo.

—La he traído —se dirige a los Consejeros.

—Me he entregado —corrijo y recibo una bofetada de mi abuela.

—Ella es la hija de La Asesina Escarlata. Me corresponde La Recompensa, ¡revivan a Ródarj!

—Evelyn se ha ofrecido voluntariamente, señora. Agradecemos su esfuerzo, pero La Recompensa no revive muertos.

—Hacemos magia, no milagros. ¿O acaso la magia prohibida la ha hecho olvidar aquello? Usted queda arrestada.

La chica del cabello de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora