*Narra Evelyn*
Zarandeo a mi amiga de un lado a otro hasta que se recupera y me mira con pánico. Se escuchan ruidos en la planta baja, provenientes del salón. Debe de haber sido Elisabeth. Vane y Jenni bajan corriendo las escaleras, mi abuela se teletransporta. Me pregunto de dónde sacará la energía para tantos hechizos.
Cuesta creer el infierno que ha desatado Elisabeth en menos de medio minuto. Lo que veo me deja horrorizada. Ha hecho lo mismo que hizo Lizz con los piratas. Sin darles la oportunidad de defenderse, ha acabado con nuestros invitados mientras dormían.
Pensaba que Elisabeth transformó su aspecto a la de Darleen con ayuda del Consejo de Magos. Ahora lo entiendo, Elisabeth es una maga. Supongo que ha estudiado magia en el mundo de los magos, el Consejo no la ha elegido al azar. Si la licantropía en humanos es poco común, los vampiros dotados de magia son aún más extraordinarios. Y mucho más peligrosos.
No debo dejar que el pánico nuble mi mente. Busco a mi abuela con la mirada, pero no se encuentra en la habitación. Formularé por mi cuenta un complejo hechizo de ataque; la estuve preparando por si ocurría algo inesperado frente al Consejo de Magos. El fuego que baila sobre las cortinas cubrirá la casa tarde o temprano.
Los cabellos de las gemelas arden como dos pálidas hogueras; los ataques que lanza Jenni condensando el aire no parecen volver a afectar a la vampiresa. Elisabeth me mira, sabe lo que estoy haciendo. No puedo dejarle tiempo para que se proteja o huya; lanzo el hechizo antes de tiempo. Dar por finalizado el hechizo sin cerrar, produce un estallido en mis manos. Salgo disparada e impacto contra la pared.
—Novatas. Aprended de una verdadera maga —las cuatro paredes que cubren la sala se convierten en muros de fuego—. Es uno de mis hechizos preferidos. Siento que no sobreviváis para contarlo.
La pared en la que estoy apoyada empieza a quemarme la piel como no lo puede hacer el fuego. Grito aterrada. Los ignis deberíamos ser inmunes al fuego. Envuelta en llamas, intento arrastrarme lejos de la pared. No veo mi cuerpo quemarse, pero las llamas me están matando.
—Evelyn... —suena una voz lejana.
Intento aferrarme a la voz de mi abuela.
—¡Evelyn! —se hace más clara—. ¡Lyn, despierta! Esto no es real.
Abro los ojos. Es de noche, distingo el rostro de mi abuela por la luz de unas llamas lejanas. Nuestra casa se está quemando, nos encontramos en el bosque. La Sanadora suspira con alivio y se dirige a las gemelas. Jenni y Vane se retuercen con los ojos desorbitados. Repite el proceso para despertarlas, llamándolas por su nombre. ¿Estaba yo así? Me miro los brazos y el cuerpo; todo parece estar en orden.
Vane y Jenni despiertan de golpe, casi a la vez. Respiran entrecortadamente y lanzan furtivas miradas a su alrededor. Intento levantarme, pero no lo consigo; mi cuerpo pesa demasiado. No es la primera vez que me quedo sin energías debido a los hechizos que fuerzo más allá de mis capacidades. Me quedo tendida en el suelo.
—¿Qué ha pasado? —pregunta Jenni—. ¡Estaba envuelta en llamas hace un rato!
—Elisabeth os ha engañado —dice mi abuela—. Ella sabe bien que sois inmunes al fuego, pero ha usado un hechizo de ilusión para haceros creer lo contrario, confundiendo vuestros sentidos. Con la magia, las cosas no son siempre lo que parecen ser. He subestimado a Elisabeth.
—Seguramente está especializada en el engaño —masculla Jenni.
—¿Dónde estabas, abuela? —pregunto.
Ella hace un gesto con la cabeza, indicándome algo. Me sobresalto al ver a dos niños pequeños tumbados junto a mí.
—Sentí magia. Me encontré a estos dos chicos fuera de la casa, habían escapado de Elisabeth de alguna manera. Los sumí en un sueño curativo debido al estado en el que se encontraban y volví a por vosotras —nos mira entristecida—. No he salvado la casa, así creerán que nos hemos quemado dentro gracias a los rastros de magia de Elisabeth. El último hechizo que hice fue dentro del incendio para recoger instrumentos mágicos. A partir de ahora, necesito que limitéis vuestra magia, y eso incluye vuestros cabellos ardientes, ¿entendido? No debemos dejar rastros por un tiempo. Usaremos los instrumentos mágicos para lo que necesitemos.
Miro a los dos niños. Siguen durmiendo. Somos los únicos que han sobrevivido.
—¿Cómo nos ha sacado de la casa? —pregunta Vane—. Quiero decir... Somos cinco, y usted...
—Con instrumentos mágicos. Tengo dos escobas mágicas, cada una ha cargado con dos de vosotros. Parecíais toallas tendidas sobre un tendedero.
—¡El barco! —recuerdo en voz alta—. Llegan esta noche. Elisabeth dijo que iba a por ellos tras encargarse de nosotros.
—Elisabeth pensará que estamos fuera de juego —Jenni se pone de pie—, ¡eso nos dará una ventaja!
La mirada de Vane cambia. Por primera vez veo determinación y odio en ella, está de acuerdo con su hermana. Lizz debe estar en el barco, eso quiere decir que se encontrará con Elisabeth; no sé cómo reaccionará, pero espero que siga de nuestro lado.
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La chica del cabello de fuego
FantasyElla es una ignis: una clase de magos perseguidos por la muerte, condenados a morir. No tardará mucho para que se le presenten los poderes y, de paso, las aventuras, el peligro, los problemas, la verdad, ¿el amor? ___________________ © 2014 - 2020 S...