21- Salado y dulce

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*Narra Arturo*

El sonido de un trueno interrumpe nuestra conversación.

El viento ha empezado a soplar fuerte, trayendo oscuras nubes y levantando olas. El siguiente trueno trae la lluvia, apagando las antorchas de la cubierta que Evelyn encendió con sus poderes.

—Es raro ver que llueve sobre el mar —comenta ella.

Mis ojos se acomodan a la oscuridad. El barco se sacude por el oleaje; separo mis pies para tener más equilibrio.

—Deberíamos entrar...

No termino de hablar. Una enorme ola se estampa sobre la cubierta, sobre nosotros. La potencia del agua me lleva hacia el lateral del barco. Clavo mis dedos en la madera para no salir disparado junto a la ola.

—¡Evelyn! —barro la cubierta con la mirada.

No está. Me asomo por el barco y la veo agarrada de un saliente, colgando sobre las aguas. Sus dedos se resbalan y cae. Salto al mar tras ella. Evelyn no sabe nadar bien, y dudo que pueda concentrarse en formular un hechizo cuando no puede ni respirar.

La llamo una vez más cuando salgo a la superficie, esperando una respuesta. Tengo que encontrarla antes de que sea demasiado tarde. Mis ojos arden por la sal marina, es costoso distinguir figuras bajo el agua. Solo cuando mis pulmones arden por oxígeno, decido subir hacia la superficie. No pensé en la profundidad en la que me encontraría; asciendo con la cabeza dando vueltas por la falta de aire.

—¡Arturo! —escucho una voz, proveniente de la cubierta. Es Kaiser—. Sé que te gusta nadar, pero... ¿en plena tormenta, hermano?

Nado hacia el barco y escalo por un lateral. Aterrizo en la cubierta.

—Evelyn ha caído en el mar —hablo con un nudo en la garganta—. No la encuentro.

Voy hacia el camarote en donde se encuentra el abuelo de Evelyn, seguido por Kaiser.

—¡Necesitamos su ayuda! —doy unos golpes y abro su puerta hacia el lado equivocado, arrancándolo de su sitio.

—¿Qué pasa, chico? ¡Acabas de arrancar la puerta! Qué fuerza más descomunal —dice medio dormido, frotándose los ojos—. Ah, cierto, eres un hombre lobo. Supongo que es normal.

—Evelyn está en peligro —dice Kaiser—. Ha caído por el barco.

—¡¿Cómo dices?!

Le seguimos a la cubierta, donde enciende de nuevo las luces.

—No siento ninguna magia cerca.

—¿Qué quieres decir? —pregunto—. ¿Quieres decir...?

—No. No lo sé. Tal vez el oleaje la arrastró muy lejos. Vigilaré la zona, veré si la encuentro.

Me siento en las escaleras de la cubierta. Entierro mi rostro entre las manos y cierro los ojos, esperando encontrar un poco de tranquilidad en la oscuridad. No veo oscuro. Evelyn ocupa todos los rincones de mi mente.

—Oye, despierta —suena la voz de una chica.

—¿Evelyn? —abro los ojos.

Me he quedado dormido. Levanto la cabeza y la luz de la mañana me ciega por un segundo.

—Lizz —corrige.

Veo que lleva una de las capas que sacó de la Isla Vampírica. Imagino que puede protegerse de la luz solar con eso.

—Diego dice que tomaremos otra ruta para volver, así evitamos encontrarnos con las sirenas —se sienta a mi lado—. El abuelo Alan sigue sin encontrar a Evelyn.


*Narra Evelyn*

El frío mar congelaría mi movilidad, si no fuera porque mi miedo a ahogarme es mayor. Subo a la superficie para ser hundida de nuevo por otra ola. Repito el proceso un par de veces. No veo al barco en ninguna parte.

Dejo de luchar y me quedo un momento bajo el agua, agotada. He llegado al límite de mis fuerzas. Se escucha silencio. Tal vez ahora pueda formular algún hechizo. Me concentro en las palabras y en mi cuerpo. Consigo moverme unos metros hacia arriba; sin embargo, no salgo del agua. ¿Dónde está la superficie? Todo está oscuro. He perdido el sentido de la orientación. ¿Y si en vez de subir, he bajado aún más? No, no puede ser, habría sentido la presión del agua. Entonces, ¿he viajando en horizontal? ¿Me habré acercado o alejado del barco?

Siento algo en mi brazo antes de perder la conciencia. Una mano ha tirado de mí.


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La chica del cabello de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora