Capítulo 2: Nuevo hogar.

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Salí del aeropuerto y encendí el móvil para avisar a mi tía de que he llegado sana y salva. Es una suerte que mi padre ni si quiera sepa que tengo móvil, con lo que le sera imposible encontrarme. Esperé a que llegara mi taxi y una vez que paró entré dentro pues había comenzado a llover. Cuando estaba dentro pegué un grito cuando vi a un desconocido en el mismo taxi que yo.

-¿Que crees que haces? Este taxi es mío. -preguntó el chico -.
-¿Si? ¿Y donde pone tu nombre? -respondí cabreada-. Yo llegué primero.
-Yo llegué primero, solo que yo no tengo la culpa de que estés ciega.
-No voy a discutir -dije bajando del taxi, dejando que la lluvia me mojara por completo. Se sentía bien bajo la lluvia -.
-Pues yo tampoco. -segundos después de salir yo salió él y el taxi se fue-.
-¡¿Eres idiota o qué?! -grité-. Por tu culpa se fue el taxi.
-¿Pero quien te crees niñata para insultarme? -dijo señalándome con el dedo-.
-¡Que te den! -dije sacándole el dedo de en medio como respuesta, antes de que contestara salí corriendo de allí-.

Iba caminando por las calles un poco desorientada mientras miraba un mapa. De repente me paré en una pastelería y se me hizo la boca agua al ver unas magdalenas. Entré a comprar una y un café ya que no había comido mucho en el avión y no me apetecía cenar. Cuando salí comenzó a anochecer y empecé a acelerar el paso para llegar lo antes posible.

***

Llegué al hotel y el recepcionista, muy guapo todo hay que decirlo, me dio el número de mi habitación y la tarjeta y me dijo que el hotel estaba pagado para un mes. Entré a mi habitación y era realmente preciosa. Había un cuarto de baño con una gran bañera y un precioso espejo con su respectivo lavabo. La cama era de matrimonio, a los lados tenía dos mesillas de madera preciosas, un escritorio de madera también y una leja con una gran televisión. Mi tía se había pasado al elegir el hotel. Abrí la maleta y metí la ropa en el armario. Tengo muy poca ropa por lo que tendré que buscar trabajo mañana mismo si quiero conseguir dinero y tendré que estudiar a la vez aunque con el dinero de mi tía tengo para un año por lo menos, pero no quiero empezar a malgastarlo. Llamaron a la puerta de mi habitación y dejé encima de la cama la ropa que llevaba en las manos para colgarla y fui a abrir. Una mujer de unos 50 años estaba frente a mí con una maleta enorme y unas llaves, supongo que será del coche del que mi tía me habló.

-Señorita Hamilton, le traigo una maleta y las llaves del coche que su tía mandó aquí hace una semana. -me dijo con una sonrisa y me entregó las dos cosas-. El coche está en aparcado en la cochera del hotel, si no lo encuentra llamanos.
-Muchas gracias pero llámame Kelly, solo Kelly. -sonreí agradecida-.
-Está bien, solo Kelly. Espero que tenga una buena estancia en el hotel, ahora la dejo descansar. Buenas noches señorita Ha.. digo Kelly. -yo reí -.
-Buenas noches. -sonreí por última vez y cerré la puerta-.

Dejé la maleta encima de la cama y la abrí. Me quedé realmente asombrada por lo que estaba viendo y comencé a llorar. Mi tía es la mejor. Comencé a sacar la ropa y habían muchísimos vestidos preciosos, jerseys, vaqueros, camisas, converse blancas y negras y unas botas. Esto era demasiado, no merezco tanto. No sé por que razón no dejaron que mi tía tuviera mi custodia si es como si fuera mi madre, siempre ha llenado el vacío que me dejó mi madre. Después de comerme lo que había comprado cogí un pijama, ropa interior y entré al baño a darme una relajante ducha, llamaré a mi tía cuando salga para agradecerle por todo.

Salí de la ducha y sequé mi pelo. Me pusé el pijama y me metí rápidamente en la cama ya que aquí hacia mucho frío. Cogí el móvil y llamé a mi tía, al tercer pitido su dulce voz se oyó y inmediatamente sonreí.

-Kelly cariño, ¿has llegado al hotel? -preguntó dulcemente-.
-Sí, pero es demasiado para mí. -suspiré-. Creo que ni en años te podré devolver la mitad de lo que tu me estás dando ahora.
-No empieces Kelly, ya hemos hablado de eso. Tengo dinero de sobra para darte algún que otro capricho, tengo una gran empresa ¿recuerdas? -asentí aunque no pudiera verme-. Sabes que no tengo a nadie con quien poder derrochar dinero y ati te hace falta más que a mí, así que no te preocupes más por el dinero, para mí eres como una hija cariño, haría todo por ti.
-Lo sé, pero sigo pensando que es demasiado, la ropa, el coche, todo.. -empecé a llorar-. Yo debería de comenzar a buscarme la vida y no molestarte más, podría causarte problemas.
-No sabes como odio no tenerte aquí para darte un gran pesco. -reí por su comentario-. En serio Kelly, deja de pensar que no te lo mereces, por que te mereces eso y mucho más, desde niña has estado constantemente sufriendo y eso no se merece una niña. La vida te sonreirá a partir de ahora cariño, y no llores nunca más ¿me oyes? No permitas que nadie más te haga llorar, tu eres fuerte. Y con respecto a la ropa, dejame decirte que te hacia falta, apenas tienes ropa y debes de ir bien vestida para la universidad y que todos vean lo preciosa que eres, por que lo eres Kelly, por fuera y por dentro, empieza a creertelo.
-Nunca podré agradecerte tanto, gracias por todo tía.
-Deja de agradecerme cariño. Vete a dormir, seguro que estás agotada.
-Sí, no lo había notado hasta que lo has dicho. -reí y ella rió también -. Buenas noches, te quiero mucho, ati y a Jackson.
-Y nosotros ati cariño, cuídate. Mañana hablamos. -y colgué.

Volví a dejar el móvil encima de la mesilla y puse la alarma a las 8. Me acomode en la cama y miré por última vez el sitio donde estaba, mi nuevo hogar, al menos por un tiempo. Cerré los ojos y poco a poco me fui quedando durmiendo, pensando en la poca suerte que tuve con mis padres y la suerte de tener a mi tía.

La decisión de Kelly.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora